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En un parpadear...‏


A donde sea que uno dirija la mirada
se puede encontrar un mundo,
incluso en el acto mismo de observar
o la interrupción del mismo 
como en el parpadeo.

Cuando uno se concentra en algo,
por ejemplo cuando está corrigiendo
un trabajo o respondiendo una prueba,
parpadea menos que lo acostumbrado.

Lo mismo sucede a toda persona
que realiza  tareas que requieres atención.

Los conductores, por ejemplo,
parpadean menos cuando conducen por la ciudad
que por carreteras menos frecuentadas.

El ritmo del parpadeo está relacionado
con la actividad mental.

Es posible dejar de parpadear, 
como en ese juego clásico
de quién dura más sin pestañear,
lo que demuestra que éste,
es en parte voluntario.

Parpadeamos una media
de entre seis y diez veces por minuto.

El ritmo varía según la actividad,
el nivel de ansiedad y otras variables.

Un parpadeo dura más o menos un cuarto de segundo.
El párpado superior desciende casi un centímetro
en una décima de segundo y luego vuelve a subir
a su posición original a un ritmo algo más lento.

El inferior se mueve principalmente en dirección horizontal
desplazándose aproximadamente unos dos milímetros
en dirección a la nariz mientras el ojo 
se hunde en la órbita casi un milímetro.
La mayor parte del tiempo no se cierra del todo.

Durante el pestañear, el párpado barre la córnea,
de forma semejante a como lo haría un limpiaparabrisas,
desplazando los residuos y extendiendo una capa de lágrimas.

La película lacrimal es una mezcla compleja,
con tres capas diferentes.

En la superficie superior hay una capa lipídica (aceitosa)
que reduce la evaporación, después viene
una capa acuosa y, por último, una capa mucosa
que es la que está en contacto con la córnea.

La capa acuosa, la más gruesa con diferencia,
tiene un grosor de 7 micrometros 
frente al décimo de micrometro
que es el grosor de la capa de los lípidos.
[Un micrometro es una millonésima de metro
o una milésima de milímetro].

Las glándulas lacrimales del ojo
apenas secretan  un centímetro cúbico
de líquido al día, salvo que haya sido
un día especialmente triste
o se haya cocinado con cebollas.

Este líquido contiene glucosa, varios iones,
vitamina A y diversas proteínas.

Algunas proteínas, como las lisozimas,
protegen a los ojos de las infecciones
ya que destruyen las membranas celulares
de las bacterias.

El parpadeo empuja una parte 
de la película de lágrimas hacia el rabillo interior,
donde el líquido fluye por canales
y luego va a parar al saco lacrimal,
a un lado de la nariz, que descarga el líquido
en ésta a través del conducto nasolacrimal.

Por eso, cuando se llora mucho,
se producen secreciones nasales.

Hasta aquí este breve reporte
de divulgación científica.

Cada canal puede continuar
con su propia teleserie, de ficción o vida real,
o canciones cebollentas de su preferencia.

Ojo piojo, el que pestañea pierde...

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Fuente:  
Más allá de las preferencias
Raynald Pepin
Editorial Océano (Barcelona, 2009)

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