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¿Confusión en las políticas públicas?


¿Confusión en las políticas públicas?
por Hernán Büchi
Diario El Mercurio, Economía y Negocios,
Domingo 7 de agosto de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/08/07/economia_y_negocios/enfoques/noticias/D722AAE6-6262-4DBF-8DD6-AFD03D5AC3F8.htm?id={D722AAE6-6262-4DBF-8DD6-AFD03D5AC3F8}

Las políticas públicas, especialmente en el área económica y social,
son determinantes para el progreso futuro. Desgraciadamente se percibe
en el Chile de hoy una confusión sobre su rumbo; ello es negativo en
sí mismo, pero sería más grave si se concretan finalmente cambios
inadecuados.

La coalición de gobierno siempre estimó que los problemas complejos se
resuelven con incentivos adecuados, esfuerzo y tiempo. Pero parece
haber caído en la ilusión legalista al proponer cambios
constitucionales como parte de la solución de los problemas en
educación. Si ello fuera útil, ¡cuán fácil sería superar dificultades!
Quienes por mucho tiempo defendieron con convencimiento que la
solución final a los problemas de la población pasaba por el
crecimiento, esbozan hoy subir nuevamente impuestos, en lugar de
aprovechar el buen precio del cobre para ponerse una meta más exigente
que el programa inicial y progresar más rápido. Conociendo que los
trabajadores mejoran más cuando más avanza el país y no hay que tener
segundos pensamientos antes de contratar a alguien, la balanza se
inclina hacia encarecer los costos de empleo.
Sectores que en los últimos años han sido muy dinámicos, beneficiando
enormemente a la población a través de democratizar el crédito o de
hacer disponible comunicaciones para todos los chilenos en formas
antes desconocidas, son objeto de recelo y en vez de generarse una
relación constructiva para seguir mejorando, se les confronta y se
esparce desconfianza sobre su accionar.

Lo paradójico es que estos titubeos se producen cuando el desempeño de
nuestra economía sigue muy dinámico. Los salarios y el empleo crecen y
por lejos compensan los mayores precios en alimentos y transporte
impulsados por las alzas globales. La inflación ha vuelto a un curso
más normal y las incertidumbres en la economía mundial no nos han
afectado; salvo un episodio similar al de 2008, que los responsables
debieran evitar, no es previsible que lo que sucede en el mundo nos
precipite a un retroceso.
Tampoco cuando miramos con una perspectiva de mayor plazo hay razones
para cambiar el rumbo de las políticas que inspiraron al Gobierno. Es
cierto que en Chile hay desigualdad y pobreza, pero los avances han
sido notables. La pobreza disminuyó a un quinto en 20 años. Los pobres
tienen las mismas probabilidades de ser atendidos por un profesional
que los más afortunados cuando se enferman. De 118 mil estudiantes en
educación superior hemos pasado a un millón. La desnutrición primaria
infantil es casi inexistente, el acceso al agua potable es universal y
el tratamiento de aguas servidas se acerca a ello rápidamente. Es
cierto que el ingreso del 10% más afortunado es muy superior al
ingreso del 10% más pobre, pero ello se corrige en gran medida si
incluimos el efecto de la red social.

Los técnicos destacan que el Gini, un indicador de desigualdad, no ha
mejorado en décadas. Pero al estudiar los datos en mayor detalle se
observa que las cifras esconden una importante nivelación en los
ingresos en las generaciones más jóvenes. Hemos sembrado y luego
cosecharemos también en este plano.

Todo lo anterior debiera llevarnos a reforzar las políticas que son el
corazón de la visión del Gobierno y no a titubear. La oportunidad
existe para ser más ambiciosos. El programa de gobierno constató cómo
el crecimiento venía decayendo paulatinamente durante los gobiernos de
la Concertación. Se propuso corregirlo, pero la mejoría inesperada de
los términos de intercambio debiera llevarlo a ponerse hoy una meta
más ambiciosa aún.

Cualesquiera sean las razones de las dudas, el efecto es muy negativo.
Si son tácticas, como una manera de acomodar peticiones de sectores
vociferantes, violentos y que pretenden sobrepasar el proceso
democrático, generan mucho más perjuicios que beneficios.
Si sinceramente están revisando sus convicciones, harían bien en
analizar con objetividad lo avanzado en todos los planos como fruto de
la implantación de aquello que han defendido. Si lo hacen retomarán
con nuevos bríos el camino.

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