Bernardo Fontaine: "Huelga sí, paralización no: Está bien fortalecer la huelga para que los sindicatos puedan negociar mejor. Queremos mejores sueldos, pero no podemos paralizar la empresa al prohibir totalmente el reemplazo en huelga. Las pymes no tienen espaldas financieras para resistir una paralización...
Los nuevos ministros están revisando la reforma laboral, una reforma necesaria y que si se hace bien, contribuirá al progreso. Es el momento de encontrar un equilibrio que ella no tiene, entre los derechos de los trabajadores sindicalizados y los no sindicalizados, los derechos de quienes quisieran trabajar, los derechos de los ciudadanos y el desarrollo de las empresas. Cinco aspectos a considerar:
1. Huelga sí, paralización no: Está bien fortalecer la huelga para que los sindicatos puedan negociar mejor. Queremos mejores sueldos, pero no podemos paralizar la empresa al prohibir totalmente el reemplazo en huelga. Las pymes no tienen espaldas financieras para resistir una paralización. Los ciudadanos, por su parte, saldrán perjudicados injustamente.
Los efectos que han sufrido los chilenos por la huelga de las empresas de transporte de valores, que han dejado cajeros sin dinero y jubilaciones sin pagar, son un anticipo de los problemas que sufrirían gracias a la reforma laboral.
El Metro ha podido seguir funcionando durante sus huelgas porque ha reemplazado a quienes estaban en huelga. Sin reemplazo, el Metro paralizará. ¿Qué les dirá el Gobierno y los parlamentarios que voten a favor de la reforma a los más de dos millones de chilenos diariamente perjudicados por la paralización?
Hoy la empresa sufre la huelga y los usuarios no. Hay que corregir la reforma para que haya una huelga fuerte, con más costos para la empresa, pero sin paralización.
2. Más y no menos derechos a los trabajadores: Hoy todo trabajador chileno tiene derecho a huelga a través del sindicato o los grupos negociadores. La reforma elimina estos últimos dejando a la mayoría de los trabajadores sin derecho a huelga. También bloquea la libertad del trabajador en huelga para volver a trabajar después de un plazo, el "descuelgue", que se llama. Tampoco es razonable que el sindicato tenga un veto para extender la negociación colectiva a los trabajadores no sindicalizados. Eso es discriminar. Cuando buscamos un Chile inclusivo, esta reforma lo que hace es establecer que los trabajadores sindicalizados son de primera categoría y los no sindicalizados, de segunda categoría. Eso no es justo ni respeta la libertad de los trabajadores.
3. Adaptabilidad laboral para todos, no solo para empresas de alta sindicalización y no para algunos trabajadores, como pretende la reforma. También para las pymes, que quedan excluidas de la adaptabilidad, por ejemplo, de acordar horarios especiales con sus trabajadores. Una vez más se golpea a las pymes con otra reforma no solo en adaptabilidad, sino en múltiples áreas.
4. "La reforma laboral es pilar fundamental para derrotar la desigualdad": Lo ha dicho el Gobierno. Suena atractivo. Pero el Gobierno no ha presentado ningún estudio que muestre el impacto de esta reforma. Es verdad que hay países desarrollados con altos niveles de negociación colectiva y menor desigualdad. Pero eso no prueba que la negociación colectiva sea causa de la menor desigualdad. De hecho, también los hay con baja sindicalización y baja desigualdad.
5. Más trabajo, primera prioridad: Lo que sí sabemos es que la primera arma para luchar contra la desigualdad es el empleo. Lamentablemente el propio diputado Andrade, padre de la reforma, advirtió que esta no busca crear empleos. Seis millones de chilenos capaces de trabajar hoy, no lo hacen: mujeres, jóvenes, adultos mayores y especialmente los más vulnerables. ¡Permitámosles trabajar por hora!
Apoyemos a los nuevos ministros de Hacienda y Trabajo en su primera prueba: convertir la reforma en un aporte para todos. No en una que dé derechos a los sindicalizados, esto es, a uno de cada ocho trabajadores, que hoy solo apoya el 33% de los ciudadanos. Así el Gobierno logrará una reforma con más aprobación que el 33% actual.
Bernardo Fontaine Talavera
1. Huelga sí, paralización no: Está bien fortalecer la huelga para que los sindicatos puedan negociar mejor. Queremos mejores sueldos, pero no podemos paralizar la empresa al prohibir totalmente el reemplazo en huelga. Las pymes no tienen espaldas financieras para resistir una paralización. Los ciudadanos, por su parte, saldrán perjudicados injustamente.
Los efectos que han sufrido los chilenos por la huelga de las empresas de transporte de valores, que han dejado cajeros sin dinero y jubilaciones sin pagar, son un anticipo de los problemas que sufrirían gracias a la reforma laboral.
El Metro ha podido seguir funcionando durante sus huelgas porque ha reemplazado a quienes estaban en huelga. Sin reemplazo, el Metro paralizará. ¿Qué les dirá el Gobierno y los parlamentarios que voten a favor de la reforma a los más de dos millones de chilenos diariamente perjudicados por la paralización?
Hoy la empresa sufre la huelga y los usuarios no. Hay que corregir la reforma para que haya una huelga fuerte, con más costos para la empresa, pero sin paralización.
2. Más y no menos derechos a los trabajadores: Hoy todo trabajador chileno tiene derecho a huelga a través del sindicato o los grupos negociadores. La reforma elimina estos últimos dejando a la mayoría de los trabajadores sin derecho a huelga. También bloquea la libertad del trabajador en huelga para volver a trabajar después de un plazo, el "descuelgue", que se llama. Tampoco es razonable que el sindicato tenga un veto para extender la negociación colectiva a los trabajadores no sindicalizados. Eso es discriminar. Cuando buscamos un Chile inclusivo, esta reforma lo que hace es establecer que los trabajadores sindicalizados son de primera categoría y los no sindicalizados, de segunda categoría. Eso no es justo ni respeta la libertad de los trabajadores.
3. Adaptabilidad laboral para todos, no solo para empresas de alta sindicalización y no para algunos trabajadores, como pretende la reforma. También para las pymes, que quedan excluidas de la adaptabilidad, por ejemplo, de acordar horarios especiales con sus trabajadores. Una vez más se golpea a las pymes con otra reforma no solo en adaptabilidad, sino en múltiples áreas.
4. "La reforma laboral es pilar fundamental para derrotar la desigualdad": Lo ha dicho el Gobierno. Suena atractivo. Pero el Gobierno no ha presentado ningún estudio que muestre el impacto de esta reforma. Es verdad que hay países desarrollados con altos niveles de negociación colectiva y menor desigualdad. Pero eso no prueba que la negociación colectiva sea causa de la menor desigualdad. De hecho, también los hay con baja sindicalización y baja desigualdad.
5. Más trabajo, primera prioridad: Lo que sí sabemos es que la primera arma para luchar contra la desigualdad es el empleo. Lamentablemente el propio diputado Andrade, padre de la reforma, advirtió que esta no busca crear empleos. Seis millones de chilenos capaces de trabajar hoy, no lo hacen: mujeres, jóvenes, adultos mayores y especialmente los más vulnerables. ¡Permitámosles trabajar por hora!
Apoyemos a los nuevos ministros de Hacienda y Trabajo en su primera prueba: convertir la reforma en un aporte para todos. No en una que dé derechos a los sindicalizados, esto es, a uno de cada ocho trabajadores, que hoy solo apoya el 33% de los ciudadanos. Así el Gobierno logrará una reforma con más aprobación que el 33% actual.
Bernardo Fontaine Talavera
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