Tolerancia Cero: El museo de la opinión

ÁLVARO BISAMA,tolerancia cero



Tolerancia Cero lleva quince años en pantalla y apenas reparamos en qué ha terminado significando dentro de nuestra cultura televisiva. A estas alturas, el programa de Chilevisión parece parte del paisaje, parte del aire.

Es como Sábados Gigantes; un mueble, un ruido de fondo que suena los domingos y que a ratos nos interesa. Hay algo de debate en él a veces, pero cuando sucede es una transgresión consensuada, elíptica y llena de eufemismos sin verdadero fondo”.

Por ahora los tres panelistas estables son Fernando Villegas, Fernando Paulsen y Felipe Bianchi. Cada uno cumple un rol asignado de antemano: Villegas es el intelectual ofuscado, Paulsen es quien hace las preguntas morales y Bianchi aparenta ser un periodista progresista. Por supuesto, lo anterior es sólo una descripción superficial. Cada programa, una y otra vez, niega este diseño. Habitualmente los argumentos de Villegas son obtusos, reaccionarios y casi siempre incomprensibles; las preguntas que formula Paulsen tienen un razonamiento tan enrevesado que es imposible recordar el punto de origen de sus reflexiones y lo que dice Bianchi es casi siempre tan intrascendente como olvidable.
Pero el programa está ahí, sigue todos los domingos y, por alguna razón, hay quienes lo consideran el oráculo político de nuestra televisión. Esta temporada todo lo anterior se ha acrecentado, a pesar de un par de cambios cosméticos dondedestaca la presencia de algo parecido a un bloque “cultural”, que permitió -en el momento más interesante de la temporada- que Villegas confesase que creía en los seres de otro planeta.


Este semestre, mientras en TVN El Informante busca semana a semana un modo original de sintonizar con los temas de nuestra vida pública, en Tolerancia Cero todo eso pasa por el lado. Aún no sabemos por qué Fernando Villegas sigue en pantalla ni por qué nunca se ha incluido una mujer (¿Cecilia Rovaretti? ¿Mónica González?) de modo estable en el set”.

Por supuesto, es fácil ironizar con un show así, lo complejo es pensar por qué ha sobrevivido tantos años como un referente de nuestra opinión pública. Quizás los chilenos somos animales de costumbres, queremos ver esos rostros familiares porque no deseamos pensar en qué sucedería si existieran otros, en lo que pasaría si efectivamente el programa abandonara la colección predecible de lugares comunes que ha construido estos años (las mil y una entrevistas a Marco Enríquez Ominani, el desprecio por los dirigentes estudiantiles, la enésima visita de Francisco Vidal) para indagar con eficacia en un debate más amplio y sofisticado.
El país cambió estos 15 años. Cambió en las calles y en las casas. Cambiaron los cuerpos y cambió la televisión. Habría que preguntarse cuándo Tolerancia Cero siguió igual, por qué dejó de ser un oráculo para volverse un dibujo animado.Por eso, sigue siendo raro verlo cada domingo: uno siente como si caminara arriba de una tumba. Mal que mal, pocas veces el espectador tiene la posibilidad de pasear por un museo que no sabe que es tal.
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Comment:

No veo Tolerancia Cero,
pero me han contado
que Fernando Paulsen
se suele tomar de cinco
a diez minutos con
comentarios, digresiones
e indignaciones varias 
para hacer una pregunta 
a la invitada o al
invitado de turno .

Respecto de Fernando Villegas,
a veces leo sus columnas
y aunque no poseen el vértigo
de la pluma de Bisama
ni su imaginación delirante
y desquiciada, Villegas
pareciera contener una lógica
más cartesiana en su Discurso.

Tal vez Bisama es un explorador
de la lógica no lineal del siglo XXI,
de la cual dicen que el senador Girardi
se ha constituido en el adelantado
de dicha corriente de pensamiento
en esta Nueva Extramadura.

¿Ahora, qué significará
lógica no lineal 
en política latinoamericana?

Habría que preguntarle a Cantinflas.


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