¡Auméntanos la fe!

Lucas 17, 3-10 / XXVII del Tiempo Ordinario


Monseñor Andrés Arteaga Manieu 

Obispo auxiliar de Santiago 
Diario El Mercurio, domingo 6 de octubre de 2013

Creer de verdad 
y contar con el don de la fe 
es un regalo de Dios. 

Por lo tanto 
siempre hay que implorarlo 
con insistencia y humildad. 
Con gran humildad. 

Es como una pequeña semilla. 
Aparentemente insignificante 
en un comienzo. 

Crece hasta iluminarlo todo 
por el influjo suave pero poderoso 
de la gracia y bondad divinas. 

Creer no implica ausencia 
de dudas o dificultades. 

La fe es la actitud 
que, envolviendo 
todas las dimensiones humanas, 
responde mejor a la iniciativa divina 
del encuentro con la persona de Jesucristo. 

El justo vive de la fe, 
pues solo el que cree subsiste 
-lo ha descubierto 
el pueblo de Israel 
en la primitiva alianza-. 

Por eso los apóstoles 
le piden al Señor 
que les aumente la fe. 

"La fe no solo 
mira a Jesús, sino que mira 
desde el punto de vista de Jesús, 
con sus ojos: 
es una participación 
en su modo de ver" (Lumen Fidei, 18). 

Con razón 
el Papa Francisco señala 
que "es urgente recuperar 
el carácter luminoso 
propio de la fe, 
pues cuando 
su llama se apaga, 
todas las otras luces 
acaban languideciendo" (Lumen Fidei, 4). 

Los evangelios narran 
los diversos encuentros 
transformantes de Jesús 
con quienes lo buscan, 
escuchan y siguen. 

"El que cree, 
aceptando el don de la fe, 
es transformado 
en una creatura nueva" (Lumen Fidei, 19). 

Se ilumina 
de tal manera 
el arco completo 
de la criatura humana, 
su origen y destino.

Un modelo cercano 
es la fe de la Santísima Virgen María, 
que es dichosa porque ha creído. 

Se reconoce 
la humilde esclava del Señor, 
tierra fecunda para que 
la Palabra se haga carne. 

"Naciendo del amor 
(la luz del amor, propia de la fe) 
puede llegar al corazón, 
al centro personal de cada hombre... 

El creyente no es el arrogante; 
al contrario, la verdad le hace humilde, 
sabiendo que, más que poseerla él, 
es ella la que le abraza y le posee. 

En lugar de hacernos intolerantes, 
la seguridad de la fe nos pone en camino 
y hace posible el testimonio 
y el diálogo con todos" (Lumen Fidei, 34).

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