Inmigración a Chile (desde la OCDE)


Opinión

por Jorge Quiroz
Diario El Mercurio, Domingo 18 de Marzo de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/03/18/inmigracion-a-chile-desde-la-o.asp

De acuerdo con cifras publicadas por este diario, la inmigración a
Chile desde países de la OCDE, conformada mayoritariamente por
profesionales y técnicos, subió 92 por ciento en los últimos cinco
años. Si bien su número total es aún modesto en comparación con la
inmigración desde otros orígenes, la tendencia es novedosa,
especialmente si se considera que hace sólo tres décadas vivíamos lo
contrario: “fuga de cerebros”.

La relación causal entre la economía de un país y la inmigración es
doble. Por un lado, un elevado crecimiento económico induce mayor
inmigración; por otro, la mano de obra inmigrante contribuye al
crecimiento. De particular relevancia en este último sentido resulta
la llegada de trabajadores calificados que incrementan el acervo de
capital humano. Países como Estados Unidos se han beneficiado por
décadas del aporte de talento extranjero: sólo a modo ilustrativo, se
estima que el 52 por ciento de las compañías de alta tecnología de
Silicon Valley —las cuales dieron cuenta de más del 25 por ciento de
las patentes registradas globalmente desde ese polo de desarrollo— fue
fundado por inmigrantes.
En Chile, de un tiempo a esta parte sabemos del aporte que hacen
ingenieros en minas de Rumania, capitanes de nave españoles, expertos
acuícolas de Noruega y técnicos pesqueros de Islandia, por nombrar
algunos casos relevantes para nuestra estructura exportadora. Se
trata, pues, de un círculo virtuoso: un mejor desempeño económico
induce inmigración de capital humano, y, a su turno, ello contribuye
al desarrollo.

Distintos matices presenta, en cambio, la inmigración de mano de obra
no calificada, que continúa siendo la mayoritaria en Chile. No está en
duda que ella también aporta al crecimiento, como lo prueba la
experiencia de Alemania en la posguerra, que tuvo un crucial soporte
de mano de obra extranjera no calificada proveniente de países como
Turquía, Grecia e Italia, entre otros. El caso alemán sin embargo, fue
de un programa estrictamente controlado, que permitió regular el flujo
de “trabajadores visitantes” (Gastarbeiter), de modo que los salarios
de la mano de obra no calificada no divergieran del resto de la
economía.

En contraste con ello, en Estados Unidos, la masiva inmigración ilegal
de trabajadores sin calificación ha contribuido a un empeoramiento en
la distribución de ingresos.

En Chile, donde el desigual acceso a educación de calidad condena a
cientos de miles de compatriotas al salario no calificado, la política
de facto, de puertas abiertas a la inmigración de mano de obra no
calificada, merece ser repensada, a la luz del contraste entre estas
dos experiencias.

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