La genial pedagogía del Father D'Autremont
nos hacía escuchar las turbulencias del agua
y el detergente enjuagando la ropa en la lavadora
mientras pronunciaba rítmica y repetitivamente
la acción mecánica del electrodoméstico:
«washing machine, washing machine...»
La onomatopeya anglosajona en acción.
Esto era en las Humanidades (Enseñanza Media)
del Saint George's College de los años sesenta.
Hacía tiempo que ya estábamos expuestos
a través de las Misses de Preps
(las Preparatorias eran el equivalente
de la actual Enseñanza Básica)
en el que prácticamente todo era en inglés
(excepto Castellano y Gimnasia).
Esa misteriosa lengua a la que estuvimos
expuestos desde temprana edad
con My First Dictionary, el Report Card
y la obligación de hablar en inglés en los recreos
bajo pena de castigo al final del día
si nos quedábamos con el block,
no nos hacía pensar mucho
de donde provenían dichas palabras.
Tenemos olvidado
lo que seguramente algo nos explicaron
en aquellos tiempos, por ejemplo
que en el siglo V de nuestra era,
el 'establishment' romano
abandonaba las islas británicas
y las tribus germánicas
del norte de la actual Alemania
y sur de Dinamarca se instalaban en su lugar.
Y posiblemente la gran mayoría
de los descendientes de la lengua
que ellos hablaron, los que
la tienen en calidad de idioma nativo,
como 'mother tongue'
y que hablan algunos centenares
de millones de personas en todo el mundo,
además de otros cuantos decenas de millones,
entre los que nos contamos nosotros
-que tenemos al inglés como segunda lengua-
no tengamos idea de la historia del inglés como idioma.
Es interesante trazar el complejo itinerario múltiple
que fue configurando la lengua inglesa
desde el siglo V hasta nuestros días.
No debe ser fácil documentar
los cambios causados
por la absorción de otras lenguas,
ese trasvasije y adaptación
de palabras y expresiones
en otros idiomas
a raíz de los contactos
que sucedieron en el devenir histórico.
El inglés antiguo, hablado
desde el siglo V, hechos
consignados más tarde
en el poema épico Beowulf
hasta la conquista Normanda,
fue una lenguaje modulado
por lenguas pertenecientes
a la familia germánica.
Escrito en caracteres rúnicos,
un alfabeto consistente
en trazos lineales
que podían ser fácilmente
tallados en madera o roca.
Incluso cuando el alfabeto romano
fue adoptado, ciertos caracteres rúnicos
permanecieron por algún tiempo
para simbolizar ciertos peculiares sonidos anglo.
El advenimiento de la Cristiandad en el siglo VI
introdujo muchas palabras latinas,
pero no fue hasta después de 1066,
de la Batalla de Hastings
con el rey normando, Guillermo el Conquistador,
que la lengua cambió dramáticamente
y parte del vocabulario franco-normando
fue incorporado, dejando trazas
que son distinguibles hasta el día de hoy.
La introducción de la imprenta
en el siglo XV en cierto sentido
fosilizó el 'spelling' del inglés
mientras la pronunciación
continuaba cambiando.
Esto da razón de la considerable discrepancia
en la forma en que las palabras son deletreadas
y la manera en que son pronunciadas.
Los colonos británicos establecidos
en Estados Unidos, Canadá, Australia,
Nueva Zelanda y Sudáfrica
adaptaron la lengua que traían
para describir nuevas características
que encontraron en estos nuevos entornos,
frecuentemente tomando prestado
de las lenguas nativas.
Hoy en una vuelta de tuerca
desde los tiempos romanos,
un contingente numeroso,
del nuevo mundo,
hispano hablantes
cuya lengua desciende del latín
traen savia nueva al inglés
en esa dinámica interminable
que se produce en la interacción
de las lenguas.
En el provisional spanglish
que hablan tantos latinoamericanos
que viven en Estados Unidos principalmente
se va paulatina y mutuamente
intercambiando el idioma y creando nuevos.
No hace mucho leí acerca
de una versión del Quijote en 'spanglish'.
Tal vez don Miguel de Cervantes
se esté revolviendo en la tumba,
pero no queda otra,
las lenguas son así, un continuo
revolver en un eterno 'melting pot'.
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