por R. Rigoter Diario El Mercurio, Día a Día, sábado 2 de abril de 2011http://blogs.elmercurio.com/editorial/dia-a-dia/la-palta.asp Pregunté a un compatriota que vive en el extranjero sobre lo que más añora de su terruño. Respondió sin vacilar que la palta, en sus diversas variedades: molida sobre un pan tostado, acompañando al hot-dog, sirviendo de recipiente para los camarones, o simplemente como ensalada. Ciertamente la palta es un fruto apetecido en nuestro país, al extremo de que somos los segundos consumidores del mundo, solo antecedidos por México. Antiguamente el gusto por la palta hacía abstracción de las desagradables fibras, llamadas vulgarmente “pelos”, que acompañaban a la llamada “palta chilena”, hasta que éstas desaparecieron misteriosamente, imagino como efecto de hibridaciones o de la introducción de nuevas variedades. La palta no es de origen chileno. La trajeron los incas del Perú bajo este nombre, que provendría de la denominación de una provincia del Ecuador. En los demás países americanos, salvo Perú, Colombia y Argentina, es conocida como aguacate. No obstante su popularidad, no se conocen obras folclóricas o poéticas alusivas a la palta, a pesar de merecer, más que la alcachofa, haber sido cantada por Neruda en alguna “Oda elemental”. Como desagravio, parafraseando a Gustavo Adolfo Bécquer, le dedico el siguiente verso: “Del cajón en el ángulo obscuro,/ del vendedor tal vez olvidada,/ silenciosa en su rugosa verdura,/ veíase la palta”.
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