por Pbo. Patricio Astorquiza Fabry
Diario El Mercurio, domingo 19 de abril de 2015
http://diario.elmercurio.com/2015/04/19/vida_social/mas/noticias/152925FE-C5FC-4FC0-84D6-D5891A7F20F2.htm?id={152925FE-C5FC-4FC0-84D6-D5891A7F20F2}
Continuamos este tiempo litúrgico de Pascua,
que confirma a los cristianos en su fe.
Como el cristianismo se mueve en contextos culturales
que varían de país a país, y de siglo a siglo,
hay momentos en que es particularmente necesario
encontrar esta seguridad, en medio
de ambientes paganizados o secularizados.
Nos encontramos en una de esas
coyunturas difíciles de la historia religiosa.
Narra San Lucas en el Evangelio de hoy
el encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos
al atardecer del Domingo de Resurrección.
Están presentes diez de los doce apóstoles
(Judas se suicidó y Tomás se ausentó).
También están en la habitación los dos discípulos de Emaús,
que acaban de contar su encuentro con Jesús ese mismo día.
Probablemente hay que incluir a la Virgen y algunas santas mujeres.
El ambiente está lleno de perplejidad, tenso y expectante.
¿A quién creer o no creer?
Jesús se presenta a puertas cerradas, cosa propia de fantasmas.
De ahí su dificultad para convencerlos de que no es
un fantasma más, o una alucinación, o una treta del demonio.
Es Él, y nada más: "Miren mis manos y mis pies: soy Yo en persona.
Tóquenme, y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos".
Pero Jesús resucitado decide a las pocas semanas
irse y presidir su Iglesia desde el trono del cielo,
para que sus seguidores pongan la mirada allá,
y no en un reino terrenal.
Él sabe que este tipo de salvación
deja expuestos a los cristianos a la duda del mundo.
çTambién a un cierto temor de los propios fieles,
ante la falta de pruebas inmediatas de su resurrección.
¿No será todo un cuento de hadas,
o una evasión, o una sublimación?
O peor todavía: ¿No será el opio del pueblo,
o una forma de enajenación?
La resurrección es una enorme prueba
de la intervención divina en la vida de Jesús,
pero no muestra directamente al Dios invisible.
Dice el Evangelio de hoy que les mostró las manos y los pies,
y se entiende que llevaba en ellos las marcas de los clavos.
El problema inevitable de la Iglesia
es que nunca podrá mostrar a Dios mismo,
sino solo el poder de Dios.
En todos los tiempos se requerirá
una disposición favorable de los posibles creyentes
para que actúe la gracia y la conversión.
Pidamos hoy por la santidad de la Iglesia,
que manifiesta a Cristo resucitado.
Con sus fortalezas y debilidades,
esta Iglesia bien se puede comparar
a las manos y pies heridos de Jesús.
Pidamos también para nosotros mismos
una fe que no vacile, que supere
lo que oyeron los apóstoles
ese Domingo de Resurrección:
"¿Por qué se alarman?
¿Por qué surgen dudas en su interior?"
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