Un Dávalos en Cochamó


Jorge Dávalos, ex esposo de la Presidenta y padre de Sebastián, vive hace siete años en el pueblo de la Región de Los Lagos, junto a su actual pareja. Se dedica a pescar y a su casa. Participa en los comités ciudadanos y en la junta de vecinos, donde ha ganado adeptos y detractores. Sus hijos lo van a visitar algunas veces y los habitantes dicen que desde el caso Caval se le ve menos por el lugar. "El tema es muy complicado y doloroso", reconoce.   
por Antonia Domeyko, desde CochamóDiario El Mercurio, Revista Sábado, 7 de marzo de 2015http://diario.elmercurio.com/2015/03/07/el_sabado/_portada/noticias/C9BDECCC-C027-4CF5-A292-74357D66C7E4.htm?id={C9BDECCC-C027-4CF5-A292-74357D66C7E4} -Ya sabía que ibas a venir.Dice Jorge Dávalos, el arquitecto, el ex marido de la Presidenta Michelle Bachelet, el padre de Francisca y Sebastián Dávalos, quien vive hace siete años en Cochamó, un pequeño pueblo precordillerano de la Región de Los Lagos.Para llegar hay que tomar un bus que sale solo tres veces al día desde Puerto Montt, viajar un poco más de dos horas por un camino de tierra que sube y baja por cerros tapizados con bosques nativos y que bordea parques y reservas nacionales.En el pueblo de Cochamó los caminos también son de tierra. A pocas cuadras del centro, una de las calles sube por un monte y empieza a rodearse de árboles y arbustos. A un costado del camino, camuflado entre el bosque, se levanta un portón de palos anchos pintados de verde: allí vive Jorge Dávalos y allí está él, soltando la cadena que amarra el portón para abrir la entrada a su casa.-En un pueblo chico, todo se sabe -dice-. Me avisaron que venías; acá, si se mueve un palo, todos saben y si pasa algo dos pueblos más allá, también.Los Dávalos-BacheletEn la comuna de San Miguel nació Jorge Dávalos el año 1946, estudió en el Liceo Lastarria y después entró a Arquitectura en la Universidad de Chile. Era fines de los años 60, y como universitario comenzó a tener una vida política más activa. Al poco tiempo se unió al Partido Socialista.Siendo estudiante aún, el 11 de marzo de 1969 Dávalos se casó con Marcia Martínez, él de 23 años y ella de 20. Con ella participó en marchas y actividades del partido. Cuatro años después, y dos meses antes del golpe, tuvieron un hijo, Jorge Ignacio Dávalos Martínez.A fines de 1974, Dávalos llegó exiliado a la República Democrática Alemana (RDA), ya separado de su primera mujer. Allá retomó Arquitectura en la Universidad de Weimar y estudió un diplomado en Ingeniería, que no alcanzó a terminar. Estaba instalado en la ciudad de Leipzig, donde además hacía labores para el PS.A esa misma ciudad llegó en 1976 Michelle Bachelet, quien vivía como exiliada en la RDA hace un año. En el libro Bachelet. La historia no oficial, de Andrea Insunza y Javier Ortega, se cuenta que la Presidenta se mudó de Potsdam a Leipzig para estudiar alemán en el Herbert Institut, porque quería dominar bien el idioma antes de seguir estudiando Medicina.Bachelet llegó a la ciudad meses después de saber que su pololo Jaime López había sido detenido por la Dina y luego había desaparecido. Una vez instalada, su madre Ángela Jeria le presentó a Jorge Dávalos, "El Guatón" como lo llamaban, cuenta el libro. Pronto se pusieron a pololear y se casaron en diciembre de 1977 en una ceremonia civil en Potsdam, ciudad en la que vivieron en un departamento que Bachelet ocupó antes. Dávalos tenía 31 años y ella 26.Llevaban menos de un año casados cuando nació su hijo Sebastián Dávalos. Ocho meses después, a fines de febrero de 1979, Michelle Bachelet regresó a Chile con el niño, pero Dávalos se quedó unos meses más para terminar su semestre en la universidad.Ya en Chile, Dávalos vivía con Bachelet y su hijo en un departamento de la familia de ella en Las Condes. Cuenta a "Sábado" que entró a trabajar en una oficina de ingenieros, que estuvo allí durante tres años, que tuvo un gran jefe y que fue la única vez en su vida que trabajó como empleado. Después fue siempre independiente.En 1984, nació Francisca Dávalos, la segunda hija del matrimonio, pero un año después, según el libro de Insunza y Ortega, la pareja entró en una crisis por el ritmo que Bachelet llevaba con los estudios, el trabajo como médico y la militancia, por lo que ella se mudó donde su madre, para que le cuidara a los hijos.A principios de 1985, Dávalos y Bachelet se separaron.Después de la ruptura, Dávalos no tuvo más hijos. Sí se volvió a casar en 1994 con Mabel Opazo, de acuerdo al Registro Civil, pero pocos años más tarde se separó. Luego decidió dejar de vivir en Santiago y se construyó una casa en Algarrobo, a la que se fue a vivir con su nueva pareja, Jacqueline Alvarado, según afirma.En esa época, a principios de los 2000, Dávalos dice que era asesor de empresas de telefonía. Agrega que tenía la oficina en Santiago, pero que trabajaba desde Algarrobo. "Mandaba lo que hacía por internet, pero igual tenía que viajar a la capital a revisar que todo estuviera bien. Trabajaba mucho, porque el tema de las asesorías es como un carrusel: si no entregas todo cuando te lo piden, te sacan y buscan a otro. Era muchísima pega, había semanas en que pasaba tres, cuatro días de largo, no dormía. Era muy desgastante, estaba agotado".En la mecedoraEs un martes en la mañana en Cochamó, el día está despejado, los cerros están verdes y el Estuario de Reloncaví, que bordea el pueblo, parece un lago donde los cerros se duplican en el reflejo del agua. Los almacenes están abriendo, y al preguntar por Jorge Dávalos algunos habitantes dicen que no lo han visto; otros, que pasó hace un rato en su camioneta; y una señora describe que siempre está vestido con una polera con cuello, un pantalón de buzo y chalas de goma.Más tarde, al llegar al portón de la casa de Jorge Dávalos, él está vestido tal cual: una polera de piqué naranja que le queda ajustada, una pantalón de buzo gris, calcetines negros y Crocs verdes. Tiene 68 años, los ojos pequeños, celestes, la piel rosada, el pelo blanco, la barba desordenada y blanca, con un bigote pronunciado que le cubre el labio. Estaba cortando madera para hacer unos arreglos.-Pasa, pero vamos a hablar solo de Cochamó.El lugar es una gran loma de una hectárea. Desde el portón hay un camino que sube hasta la casa. No hay pasto, solo árboles, uno junto al otro, de distintas especies, con hojas de diferentes tonos de verde, que crecen de una tierra oscura y húmeda, y que tapan la entrada directa del sol. A pesar de que hay 25 grados, allí predomina la sombra y hace frío.Dávalos camina lento mientras sube la loma mirando el bosque. Antes de llegar a su casa, bajo los árboles hay una camioneta roja y un jeep gris estacionados. El jeep es de su pareja Jacqueline Alvarado, que se dedica a la terapia alternativa con las flores de Bach y el biomagnetismo. Con ella se vino desde Algarrobo, pero en ese momento no está. La camioneta es de Dávalos: "Es vieja y se va morir conmigo", dice.Al llegar se acaban los árboles y aparece el cielo azul con el sol brillante. Allí está la casa tapizada en tejuelas de alerce y con pequeñas ventanas con marcos de madera blanca. También hay una terraza con una vista panorámica: se ve el Estuario de Reloncaví, la entrada de mar frente al pueblo de Cochamó, y al fondo el volcán Yates, con la punta nevada.En la terraza hay dos reposeras de género gastadas por el sol y una mecedora de fierros blancos para dos personas. Allí se sienta Dávalos a mecerse con el mar y el volcán frente a él.Cuenta que estaba de vacaciones en el pueblo Hornopirén, a 130 kilómetros de aquí, y en uno de los paseos que hizo conoció Cochamó y le encantó. La casa y el terreno los compró, y el año 2008 llegó allí a vivir.-Cuando uno ya está en los últimos 20 años de la vida, no puede seguir chuteando la cosa, ya no queda tanto que hacer y tampoco uno quiere ser como el abuelito. Así que me vine para acá a desconectarme, para aprovechar lo que me queda y relajarme, hacer lo que me gusta.En su rutina, en la mañana se levanta a ver a las gallinas, luego se preocupa de la huerta. También corta leña y junta las hojas que caen de los árboles que hay en su terreno: las recoge, las amontona y las quema. Además le gusta ir a pescar. Se registró como pescador artesanal y suele navegar con ellos.Pero su vida no es solo en la casa: Dávalos cuenta que participa en la vida política del pueblo. Dice que a diferencia de Santiago, en que la gente casi ni conoce al vecino, en Cochamó todos se conocen y todos se saludan. "Pero la gente es complicada, porque no entiende que alguien venga de afuera y quiera ayudar sin un interés por detrás. Yo he tratado de hacer eso y no he podido. Por eso no tengo buena relación con el alcalde".Durante un tiempo fue presidente de la Junta de Vecinos y la inscribió para que fuera oficial, pero no pudo hacer muchos más cambios. Hoy participa del club del adulto mayor. "Nos juntamos a tomar mate con los viejos y trató de transmitirles que tienen que estar bien de salud mental para poder hacer lo que quieren hacer, como viajar".En el club organizan paseos por el sector. Esa es otra de la actividades que hace Dávalos en Cochamó: pasear y viajar. Cuenta que con su pareja y amigos van a lugares de la zona, hacen camping y pescan.Además cuenta que viaja a Santiago a ver a sus hijos, Francisca y Sebastián Dávalos. A veces ellos también van a verlo a Cochamó.-No puedo dejar de preguntarle por su hijo y el caso Caval...-No, no, yo no voy a hablar de eso. El tema es muy complicado y doloroso. Además, a mi hija los periodistas la molestaron tanto que no aguantó más y terminó yéndose del país. No entiendo por qué molestan tanto a los hijos de la Presidenta. Cuando fue el gobierno de Sebastián Piñera, no molestaban a sus hijos. ¿Por qué no molestan a los hijos del señor Délano, de Penta?Los vecinosAl caminar por las calles de Cochamó pareciera que no hubiera nadie, las calles están vacías y casi no hay ruido. A veces se escuchan las gallinas, algún perro y las campanillas de los colgantes de metal que cuelgan desde los techos de las casas de madera y suenan con el viento. Solo las chimeneas prendidas -a pesar de que hace calor- dan señales de que la gente está adentro de sus casas.En el pueblo todavía existe el trueque, se puede intercambiar un kilo de harina por uno de papas. No hay más de seis almacenes, en los que cuesta encontrar una Coca-cola de medio litro, hay cuatro restaurantes para turistas, una iglesia de tejas de madera oscura y una casa con las puerta y las cortinas cerradas con un pequeño cartel que dice: "Se vende ropa a la moda... Te invito a pasar sin compromiso".También hay una costanera pavimentada para peatones, de menos de 50 metros, un colegio municipal, un liceo y una posta. Allí viven 483 personas, según el Censo de 2002, la última cifra oficial que existe. En las elecciones pasadas en la comuna ganó Michelle Bachelet y en las anteriores Sebastián Piñera. El alcalde del pueblo es del Partido Radical y va a cumplir 12 años en el cargo.No hay municipalidad en el lugar, solo unas oficinas de coordinación, porque la sede oficial está en Puelo, a 34 kilómetros de Cochamó.Tampoco hay bencina y no llega el diario.Por eso, mientras a principios de febrero todas la radios, diarios, sitios online y canales de TV informaban sobre el caso Caval, en Cochamó la noticia llegó solo por televisión.Antes se veían tres canales, dice una vecina del lugar, pero después de una tormenta eléctrica no se vio más TVN. Solo se pueden sintonizar dos canales, a través de los cuales la gente del pueblo se enteró de que el hijo de Jorge Dávalos y su nuera se reunieron con Andrónico Luksic, vicepresidente del Banco de Chile, para pedirle un préstamo de 6.500 millones de pesos para comprar terrenos en Machalí.Uno de los almaceneros, Sergio, un señor mayor que vende tejidos de lana y dulces, lleva puesta una camisa celeste, jeans y una boina tejida a mano, dice:-Desde que se supo la noticia, a Don Jorge no se le ha visto mucho por el pueblo.Alejandra Barría es una de las vecinas que vive cerca de la casa de Dávalos. Ella trabaja en la Municipalidad y está a cargo de la Oficina de la Mujer. Además se dedica a la artesanía y a una huerta de plantas medicinales que tiene en su jardín. Dice que conoce a Dávalos desde que llegó a Cochamó, porque se hizo amigo de su padre. Cuenta también que se alejó de él por razones políticas, porque cuando ella se estaba postulando para concejal, él no la apoyó."Lo he escuchado muchas veces a don Jorge. Sentía en un momento que era un buen aporte para la comunidad cuando llegó, porque es un tipo inteligente, pero me molesta cuando alguien critica y critica y no aporta en construir. Si sabe más que el resto, que dé una opinión para mejorar la situación".Pero para Isaac Almonacid, actual presidente de la Junta de Vecinos, Jorge Dávalos sí ha sido un aporte. Él vive hace 25 años en Cochamó, hasta donde llegó desde un pueblo de la cordillera que no tenía luz eléctrica, dice. En el living de su casa, casi todo lo que lo rodea lo construyó él: la mesa de comedor, las sillas, el mueble del televisor y parte de la estructura de la casa. Lleva puesto un jockey verde que dice "Semana Cochamonina", una camisa y pantalón azul y unas chalas de cuero grueso. Mientras habla, se toca las manos curtidas y el antebrazo manchado con barniz negro. Dice que a Dávalos lo conoce desde que llegó y que son cercanos, que a veces tienen convivencia y que como él está más preparado, a veces se juntan a conversar para pedirle consejos."Lo que pasa es que cuesta conformar a todo el mundo, porque cuando hay una persona que dice las verdades, altiro la atacan. Don Jorge dice las cosas como son, dice lo que realmente está pasando. En las reuniones, es una persona que explica las cosas bien y a mí me parecen lógicas".De vuelta en el portón de palos verdes, Jorge Dávalos comienza a cerrar las puertas con la cadena que las amarra, mientras dice, muy seguro, que le recomienda a todo el mundo hacer lo que él está haciendo: vivir en un lugar como Cochamó y aprovechar lo que les queda para hacer lo que les gusta.Pero si vino para acá a desconectarse, ¿por qué se involucró tanto en el pueblo?-Bueno, porque si vas vivir en Roma, tienes que ser romano.

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