Roberto Merino: Cada vez más temprano en la vida viene a importunar la intimidad familiar el timbrazo hostil...‏

Roberto Merino se interna en la brecha entre padres e hijos
por Leonardo Sanhueza
Diario Las Últimas Noticias, lunes 2 de marzo de 2015

[incluye una foto del papá de Merino, 
caminando por una calle de terno
y llevando de la mano a Merino
de unos tres años y su hermana mayor.]

Editorial Hueders publica una selección de sus crónica

El volumen se centra en la infancia, el aburrimiento,
la educación y los desatinos en que incurren los adultos
en su relación con los niños.

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Desde hace ya unos buenos años, 
las columnas de Roberto Merino en este diario
-como la que hoy se publica en la parte inferior de esta página-
han venido corriendo las fronteras de lo opinable,
haciendo del periodismo un ejercicio literario 
en que la «actualidad» se desborda del cauce noticioso
para instalarse a sus anchas en la conversación cotidiana
y, por lo tanto,  en la amplitud de la subjetividad
y sus intersecciones con el interés común.

Por lo mismo, numerosas veces han podido 
escapar al destino habitual de los diarios
-cambuchas, limpieza de vidrios, envoltorios de almejas-
renovándose en celebrados libros compilatorios,
como En busca del loro atrofiado (2006)
Pista resbaladiza (2014).

Acaba de aparecer por Editorial Hueders Padres e hijos,
la nueva selección de crónicas de Merino, que está compuesta
por casi cuarenta textos aparecidos en LUN entre 2002 y 2014.

A diferencia de compilaciones anteriores, 
en que el autor figuraba como 
un cronista general de la ciudad de Santiago
o como un narrador de viscitudes dispersas
en el tráfago personal, este libro está centrado
en un tema íntimo pero a la vez común:
la relación entre niños y adultos,
los enigmas de la infancia, la educación,
el aburrimiento, los aciertos y desatinos
en que incurren los seres humanos
cuando son puestos en el trance 
de crecer y enfrentarse a la crianza.

• Leseras de adultos

Un asunto recurrente en estas páginas
es la indefensión en que se hallan los niños
ante las ideas fijas y leseras de los padres.

«Muchas veces exageramos frente a los niños
la importancia de cosas en las que ni siquiera creemos», dice.

Guiados por lugares comunes sobre la enseñanza,
los adultos terminan violentando a los hijos
con una retahila de obligaciones y mandatos,
sin detenerse a observar el mundo infantil,
siempre lleno de silencios y actitudes misteriosas.

• Aburrimiento puro

Merino, ya sea desde su propia infancia
recordada o desde la de sus hijos,
apunta en varias ocasiones 
la importancia del aburrimiento
en la vida de los niños.

Tiempo muerto frente a la ventana,
observación de lo mínimo, para el autor 
el aburrimiento sería una «fuerza ancestral» 
que nos guía en nuestros primeros años
a darnos cuenta de que también estamos
constituidos por «una cosa angustiante,
que llega de lejos (…), algo que tiene la forma
de un haz de rayos aguzados, algo impersonal
y que no hace preguntas ni ofrece respuestas: el tiempo».

• Alegorías siniestras

La esfera de los adultos,
donde todo parece 
establecido y ordenado,
en el libro de Merino se revela 
como un frágil entarimado 
de creencias y preceptos morales
que hacen pagar a los niños
las incertidumbres de los padres.

La vida escolar sería
uno de esos castigos infligidos,
con el agravante de que ha ido en aumento 
«la paranoia de la escolaridad»,
que somete a criaturas que recién 
han dejado el chupete 
a una metamorfosis violenta e inexplicable:
«El niño pasa a ser 'educando'.
Como si viviéramos en una sociedad
fascistoide del futuro, el Deber Social
-o cualquier otra alegoría siniestra-
viene cada vez más temprano
a importunar la intimidad familiar
con un timbrazo hostil».

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