En Chile, por nuestra difícil maduración, los ciclos históricos han sido breves...‏

Una pregunta decisiva

"Este 2015 no estaremos ante un enfrentamiento entre grandes concepciones doctrinarias, sino entre un diseño ideológico duro, por una parte, y el sentido común habitual, por otra..."


El domingo pasado se nos preguntaba en La Semana Política: ¿Está realmente Chile enfrentado al fin de un ciclo histórico y al inicio de una era que ha de constituirse sobre la negación del rumbo seguido durante tres décadas?

Ciclos históricos. En Chile, por nuestra difícil maduración, han sido breves.

Una etapa de independencia y primera organización entre 1810 y 1830; una consolidación republicana hasta 1861; una búsqueda de cambio y de nueva estabilidad, esta vez oligárquica, entre 1861 y 1891, y hasta 1920; una crisis de identidad y de instituciones que terminó en 1932, para abrir un nuevo intento estabilizador hasta 1964; una breve etapa revolucionaria hasta 1973, y una restauración que en algunos aspectos se cerró en 1990 y en otros abarcó hasta 2013.

Frente a la posibilidad de que esté comenzando un nuevo ciclo histórico, se usa la expresión "Chile enfrentado", es decir, Chile ante dos opciones. Como ciertamente la pregunta no está formulada desde la inevitabilidad histórica, desde un destino ya prefigurado por alguna fuerza misteriosa, solo cabe responderla desde la libertad.

Sí, los chilenos con nuestras voluntades inteligentes tenemos que decidir qué queremos hacer con la Patria. Y por eso la expresión "enfrentado" es muy certera, porque tenemos visiones distintas, contrarias, enfrentadas. Hay personas a las que les fastidia este enfrentamiento. Que se fastidien: existirá mientras haya libertad. Lo importante es describir bien a los legítimos contendores y que cada uno tome posición libremente.

Este 2015 que comienza dentro de pocas horas, se parecerá a 1973 en una dimensión de enfrentamiento poco frecuente en Chile: un gobierno de izquierda que empuja a la gente hacia la derecha a raíz de la torpeza de sus procedimientos. O sea, no estaremos en presencia de un enfrentamiento entre grandes concepciones doctrinarias, sino entre un diseño ideológico duro, por una parte, y el sentido común habitual, por otra. Nada más ejemplar que Eyzaguirre ofendiendo a los padres que buscan mejor educación para sus hijos, y para lograrlo, seleccionan colegio. Pecado para Eyzaguirre, derecho para los papás.

El enfrentamiento fundamental no está dado, por lo tanto, entre los partidos con representación parlamentaria. Unos y otros, los de gobierno y los de oposición, buscan alinearse con las fuerzas realmente enfrentadas. Los primeros, con los ideólogos de la retroexcavación y los grupos de presión que los expresan; los segundos, con los líderes de las resistencias en el emprendimiento, la educación, la familia y la fe.

Porque los ejes del enfrentamiento cuyo resultado podría inaugurar una nueva era, en los términos de la pregunta, son justamente esos: familia, educación, trabajo y fe.

Y es correcto que se haya usado la expresión "negar el rumbo seguido", porque en cada una de aquellas dimensiones estamos frente a los intentos de negación: desde las políticas gubernamentales se niega a la familia, y la oposición partidista a veces colabora; desde el Gobierno se niega el derecho de los padres a serlo más allá de la biología, y los partidos de la Alianza reaccionan solo tibiamente; desde La Moneda se busca negar la creatividad, la propiedad y la libertad contractual, pero la oposición no asume una propuesta de empresa integralmente participativa -de acuerdo al modelo Burr-, que le daría superioridad en la discusión; desde la mirada secularizadora se busca terminar con algunos feriados tradicionales, dificultar la enseñanza de la fe y eliminar los símbolos religiosos públicos, lo que a los partidos de la Alianza no les va ni les viene.

Unos niegan el rumbo activamente; otros, por omisión. Faltan otras voces.

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