Un solo talento es un gran tesoro


Padre Raúl Feres
Sacerdote Schoenstatt 
Diario El Mercurio, domingo 16 de noviembre de 2014

La parábola de los Talentos es una clara llamada de Jesús a valorar y hacer fructíferos los dones que recibimos. El talento era una moneda de mucho valor. Equivalía a seis mil denarios o salarios, es decir el sueldo de una persona por dieciséis años. Los que reciben diez o cinco, en la narración de Jesús, trabajan con ellos y logran duplicar su valor. En cambio el que recibe solo uno, lo entierra y no hace nada con él. El Señor alaba a los que trabajaron con diez y cinco talentos y reprocha la actitud del que no hizo nada por su flojera y negligencia.

En la vida todos recibimos de Dios algún encargo, según nuestras posibilidades y capacidades. Nadie queda excluido totalmente del plan de Dios. Lo importante es descubrirlo como un proyecto de vida y una tarea para servir a los demás y no para guardarlos egoístamente. No basta con cumplir los mandamientos, sino que es necesario desarrollar al máximo las capacidades y habilidades que llevamos con nosotros. Sobre todo en el mundo de hoy, donde el laico está llamado a ser luz en aquellos ambientes que le son propios (profesión, trabajo, política, educación, economía, cultura, etc.). S. Pablo dice en la 2ª Lectura de hoy "todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. No nos durmamos entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios" (1 Tes. 5, 1-6).

En otras palabras, no ser meros espectadores pasivos o solamente críticos. El llamado es a cooperar en la gestación de un Chile mejor, cada uno desde su originalidad.
Estamos viviendo el Mes de María, una devoción tan arraigada en nuestro pueblo. El ejemplo de la Virgen María asoma a nuestros ojos, tal como lo describe la 1ª Lectura (Prov. 3, 10-31). Allí vemos el ideal de la mujer perfecta, mujer fuerte, trabajadora, solidaria con los pobres, sabia, entregada a su familia y generosa con Dios.
María afronta su tarea de vida con una fe admirable. Está pronta a servir como lo indica su proyecto de vida: "He aquí la esclava del Señor". Como madre, compañera y colaboradora de Cristo, permanece de pie y firme junto a la Cruz de su Hijo. Anima a los apóstoles en el Cenáculo. Su confianza es plena en el poder y la misericordia de Dios.

Por su intermedio podemos llegar a una estrecha vinculación con Cristo. Ella nos da la gran oportunidad de seguir plenamente a Jesús, no solo de palabra, sino también de obra.

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