Momento de negación

HÉCTOR SOTO, bachelet merkel alemania

Momento de negación


Antes del cumplir el octavo mes de su mandato el gobierno de Michelle Bachelet está metiendo al país en un túnel del que nadie sabe cómo vamos a salir. Un mix irresistible de reformas, incompetencia, bravuconería, ideologismo, falta de liderazgo y polarización tiró a la lona la confianza empresarial, tiene en estos momentos a la economía andando a paso de tortuga y está reintroduciendo divisiones que la sociedad chilena parecía hace años haber dejado atrás.
Ajena a la contingencia, la Presidenta fue de visita oficial a Europa y pareciera haber caído en una estado de negación. Niega que existan tensiones en su coalición política. Niega que se hayan generado problemas para la inversión. Niega que su reforma educacional ponga en riesgo el esquema de educación mixta que siempre ha existido en Chile”.  
Y sigue diciendo que el objetivo central del proyecto es la calidad de la educación cuando salta a la vista que una vez que se acabe el copago, desaparezcan o se reconviertan los establecimientos educacionales con fines lucro y termine la selección, que es adonde la reforma va, los indicadores de calidad van a continuar exactamente igual, si es que no peor. No es cierto entonces que sea mayor calidad lo que se está buscando. El gobierno no lo dice pero lo que en realidad quiere es sacar a los privados del sector y darle mayor protagonismo al Estado.


¿Todo es ideológico?
Como opción ideológica, no cabe duda que puede ser legítima.Gran parte de la izquierda considera que la provisión estatal de bienes públicos en campos como la educación, la salud, la previsión, el bienestar e incluso la vivienda es preferible a la que pueda ofrecer el sector privado. No sólo eso: también reacciona irritada cuando le acusan de ideologismo. Su réplica es que todo es ideológico, lo cual claramente es una estupidez porque –más allá del signo o los sesgos que tengan las ideologías- la realidad también existe. Uno puede ver de la realidad lo que quiera ver, o puede verla como le plazca, pero hay algo que se llama experiencia y si la experiencia dice que algo no funciona, entonces sólo la obstinación (que es la materia prima de la cual está hecho el ideologismo) puede justificar seguir atado a formas de pensar que son erróneas.
Si cualquiera, entonces, tiene derecho a poner en duda la ley de gravedad, que no se queje después si le cae una caja de fondos en la cabeza.
En el caso de la educación, actualmente en debate, el ideologismo dicta que lucro y calidad son incompatibles. Esto es tan absurdo como plantear que lucro y calidad son indisociables. 
Así como hay un montón de casos –algunos realmente épicos- que prueban que lo primero es falso, así también  hay otro montón de casos que hacen ver que lo segundo tampoco es cierto. Lo que procede entonces es distinguir, premiando la calidad donde la hay y castigándola, exigiéndola o asegurándola donde no la hay.
Pero esto, que parece tan sensato, es para el Ministerio como si lloviera y las autoridades siguen repitiendo la monserga de que el lucro está reñido con la calidad, no obstante las numerosas evidencias en sentido contrario que entrega la experiencia. Lo que se va a hacer entonces es cegar estos emprendimientos, valiosos, delicados, irrepetibles, para cumplir con la ideología y mandar a la basura colegios que han hecho un maravilloso aporte al país por el solo cargo de lucrar.


Así están las cosas
Los vacíos de confianza que está generando esta forma de entender los asuntos públicos es lo que tiene en estos momentos al país confundido, dividido y desmoralizado.El empecinamiento nunca es bueno y como tampoco son muy alentadoras las noticias que hablan de inseguridad ciudadana, de robos en cadena a camiones de transporte de valores, de asaltos continuos a cajeros automáticos, de problemas en consultorios y hospitales y de dificultades en el equipo político para ordenar a la coalición, no es raro que el cuadro ya revista los caracteres de una crisis.
El fenómeno está desgastando semana a semana, mes a mes, tanto la popularidad de la Presidenta Bachelet como el apoyo a las reformas. Lo lógico sería que la administración reaccionara. Hay algo, sin embargo, que parece impedirle hacerlo. Debe ser el temor a que el oficialismo se fracture”.
Pero puede ser también la seguridad de la Presidenta de estar haciendo lo que siempre quiso hacer, cumpliendo en su conciencia una suerte de mandato de la historia, cosa que en su momento la hizo correr destemplada a una entrevista con Fidel Castro y que esta semana la llevó de vuelta a los antiguos territorios de la RDA, donde la mandataria volvió a agradecer la hospitalidad del gobierno de Honecker con el exilio chileno, sin decir una sola palabra respecto a que ese régimen nunca fue democrático.
Así están las cosas. Puesto que en el gobierno hace rato que no hay liderazgo, va a ser otra vez en el Senado, tal como ocurrió con la reforma tributaria, donde se decida el destino de la reforma educacional. En principio las cartas están jugadas y no debiera haber sorpresas, dada la mayoría con que cuenta el oficialismo. Sin embargo, la DC está acuartelándose y algún nivel de responsabilidad queda en sectores de la Nueva Mayoría para evitar lo que podría ser una catástrofe.
Eso –creen ellos- no estaba en el Programa.

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