El catalizador de una definición largamente eludidad‏

AXEL BUCHHEISTER, nueva mayoria

Error no forzado


El dilema que siempre ha caracterizado a la Democracia Cristiana es definir dónde se ubica en el espectro político. Partió proclamando el “comunitarismo”, una teoría que no se ha aplicado en ninguna parte, y derivó hacia una suerte de socialismo que no sería de izquierda.Después de haber estado junto con la derecha en contra de las tropelías de la Unidad Popular, se alió con la izquierda por el rumbo que tomó en el gobierno militar.
Fue pilar de la Concertación, lo que terminó siendo un mal negocio, en la medida que la izquierda creció electoralmente a costa de ella, mientras que también perdía votantes hacia la derecha. Decidió aceptar al Partido Comunista en el conglomerado de gobierno como una movida electoral, que si bien algo le rentó, también le ha provocado tensiones.
En la búsqueda de fijar un tope al incordio subterráneo de la Nueva Mayoría, exageró el alcance de las declaraciones del embajador en Uruguay. Pues el ataque iba contra la derecha y respecto de la DC no pasaron de exponer hechos. En esencia, dijo que en 1973 apoyó el Golpe, pero que después luchó en contra de la dictadura. La pura y santa verdad; las pruebas abundan. No queriendo reconocer que era cierto, la DC se declaró ofendida y pidió la remoción del embajador. Salió al ruedo entonces el diputado Gutiérrez, quien igualmente acusó respaldo al Golpe. Más tarde, el diputado Cornejo respondió hablando de los “toreos” del PC a la DC, que ya lo tienen cansado.
A poco andar, el diputado Fidel Espinoza, del ala más de izquierda del PS, tuiteó un “meme” con una antigua foto de Ignacio Walker conversando sonriente con el general Pinochet, quien le pide que cuide el modelo cuando ya no esté, a lo que contesta “Sí Tata”. Agregó que “quizás esto explique pq seguimos como estamos. Colusión farmacias, pollos, no pago imposiciones”. Una agresión directa, prueba que la tensión no es sólo con el PC, sino con la izquierda dura, y que la cosa iba escalando.
Y todo porque la DC no asume su historia y trata de acomodarse.

Bastaría que plantee con claridad que la Unidad Popular no daba para más y hubo que ponerle fin; que luego vinieron las violaciones a los derechos humanos y un modelo económico extremo desde su perspectiva, y que ahí se opuso al gobierno militar; que esa es su posición y sobre esa base tiene disposición a construir una coalición de centroizquierda. Y exigir respeto”.

Pero no, trata de negar su pasado, al tiempo que lo reivindica para ser vista como el centro en una coalición que se radicaliza. Y la izquierda no se lo va a permitir. Por eso, la confrontación va a seguir.
En este escenario, lo que se hubiera esperado era que la Presidenta Bachelet tuviere visión política fina y pusiera paños fríos, haciendo lo único razonable -hasta el PC lo tenía asumido-, que era sacar al embajador. Pero al intentar demostrar que nadie la pautea y ratificarlo, puede haber cometido un serio error no forzado: sonó a que la DC es considerada vagón de cola en la coalición de gobierno. Y que quizás termine siendo el catalizador de una definición largamente eludida.

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