De individuo a masa, de masa a turba...‏

Amasando
por Beltrán Mena
Diario El Mercurio, Artes & Letras,
Domingo 7 de enero de 2007

Atrás quedaron los buenos tiempos del hombre-masa.

Epoca romántica en que la masa era una colección de individuos,
numerados por razones prácticas, pero finalmente individuos.

Hoy es el tiempo de la pura masa:
un material homogéneo que se puede estirar y separar en trozos,
pero que dejó de estar formado por individuos.

Así, a una empresa le importa un comino perder un cliente,
ni siquiera le importa perder mil, mientras consiga mil y uno.

Dispone para ello de un ejército de tristes vendedores
que pedalean para compensar la fuga de clientes enojados por el otro extremo.

Nuestros gerentes
conocen sólo dos maneras de disminuir la fuga:
amarrar al cliente con contratos de letra chica
y trámites engorrosos (una estrategia de fuerza bruta),
o crear monopolios camuflados
(una estrategia directamente bruta).

El individuo no se ve, pero sigue ahí, enojado.

Se enoja ante cobros telefónicos que nunca ha contratado.
Se enoja al llegar al cine y descubrir que le cambiaron la película.
Se enoja cuando los nuevos estacionamientos subterráneos
imponen como condición cerrar los de superficie.
Se enoja cuando suena el bip al entrar a una carretera
que él mismo había pagado hace treinta años.

Se enoja cuando
compara el precio de una lavadora
en cuatro grandes tiendas
y descubre que siempre vale $ 189.990.

El enojo del individuo acorralado se acumula.

Y el enojo no se pierde, sólo se transforma:
en frustración, en agresividad, en llantos secretos,
en aburrimiento y pérdida de sentido.

Se transforma, finalmente,
en la molotov que un individuo encapuchado lanza,
sin saber bien por qué, contra quien cree que debiera protegerlo.

La transformación ha terminado:
de individuo en masa y de masa en turba.

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