ON / OFF
por Beltrán Mena
Diario El Mercurio, Artes y Letras,
Domingo 09 de Noviembre de 2008
Uno tiende a pensar
que las diferencias entre el inglés y el castellano
influyen sobre nuestra respectiva visión del mundo.
Los famosos verbos ser y estar,
por ejemplo; el inglés no los distingue.
No hace diferencia entre quien está alegre y quien es alegre.
¿Significa que los gringos
son menos sensibles
a la transitoriedad del mundo?
¿Ver el mundo como algo transitorio nos hace más melancólicos?
Tampoco distinguen un doctor de una doctora,
ambos son doctors, ni un abogado de una abogada (ambos lawyers).
En inglés debemos esperar a veces
hasta el final de la frase
para saber si el personaje es hombre o mujer.
¿Habrá contribuído esta ceguera
a la diferencia de género
a los primeros movimientos feministas
en Inglaterra y Estados Unidos?
Qué decir del tú y el usted.
Allá son todos tú.
Donde los japoneses distinguen
diez formas de trato y respeto (edad, sexo, jefatura...),
los gringos usan un insolente you.
¿Contribuyó el igualitario you
a la elección de un presidente negro?
Es tentador explicar mucho con poco,
pero estos juegos de palabras
pocas veces resisten análisis,
son pura especulación.
Excepto uno: las palabras ON y OFF.
¿Cómo traducir estos términos tan útiles?
¿Conectado-Desconectado?
¿Encendido-Apagado?
¿Activado-Desactivado?
Esta práctica brevedad,
esta flexibilidad de las palabras en inglés
sí que hace una diferencia.
En inglés todo se dice con menos letras.
ON y OFF tienen el largo justo
como para imprimirse
en la superficie de un interruptor
(nótese, interruptor:
11 letras, switch: 6 letras).
Pero no es sólo cuestión de tamaño.
ON lo echa todo a andar:
pone en marcha
la gigantesca industria americana,
ON enciende el proyector
con una película de Clint Eastwood.
ON dispara un cohete a la Luna.
Nosotros no necesitamos aún esa palabra.
No tenemos nada que echar a andar.
Hay algo metafísico en el término.
¿Cómo poner en marcha el país sin un botón ON?
ON-OFF es la expresión de una visión práctica del mundo.
Los gringos son prácticos y nosotros no.
Pero usamos definiciones distintas.
Para ellos, práctico
es aquello que hace una diferencia,
para nosotros, sólo es práctico
lo que nos beneficia en el corto plazo.
Este equivocado sentido de lo práctico tiene consecuencias.
En la educación superior, por ejemplo.
Nuestras empresas esperan
que las universidades les entreguen
profesionales listos para usar.
Se espera que el ingeniero comercial recién contratado
redunde en utilidades desde el primer día,
se trate de una salmonera,
de una refinería de cobre
o de una fábrica de mamaderas.
El problema con los profesionales pret a porter
es que son pan para hoy y hambre para mañana.
Sin una sólida base científica inútil,
un ingeniero sólo será útil por poco tiempo.
El conocimiento útil
es sólo la parte visible
del conocimiento inútil.
Es alarmante escuchar opiniones influyentes
criticar la investigación universitaria,
tildándola de poco práctica:
"¿Porqué no descubren una vacuna contra el cáncer, mejor,
en vez de andar investigando esotéricos receptores de membrana?".
Como si se pudiese descubrir lo uno sin lo otro.
Asusta este desprecio por el conocimiento profundo.
Por eso es tan interesante el college
que este año inaugura la UC.
Así en inglés, college (7 letras),
no bachillerato (12 letras).
Ojalá esté a la altura de su promesa:
transversal, flexible, profundo, motivante.
Un cambio en nuestra estructura linguística y cultural.
Un experimento crucial para Chile, al que debemos estar atentos.
OFF.
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