El ex ministro de Economía valora los cambios al proyecto de reforma tributaria, pero advierte que con el nuevo esquema, de todas maneras habrá un "aumento excesivo" en la carga impositiva. Silvana Celedón y Camila Miranda
Diario El Mercurio, Economía y Negocios, domingo 10 de agosto de 2014
Dice que quedó con un "dejo de optimismo" con el protocolo de acuerdo y las indicaciones al proyecto de reforma tributaria. Juan Andrés Fontaine, ex ministro de Economía y quien asumió un rol clave en la articulación de esta iniciativa -representando a los senadores de Renovación Nacional (RN) frente al Ministerio de Hacienda-, califica este proceso como un "triunfo para el funcionamiento de la democracia, en que la enseñanza es que el país no quiere aventuras sino consensos". En él colaboró directamente con el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, cuyo trabajo destaca: "El artífice del acuerdo fue el ministro de Hacienda, y él puso a cargo de los temas técnicos al subsecretario. Él fue el interlocutor en los temas técnicos, jugó un rol crucial como conocedor de la economía y de la legislación tributaria".
No obstante, advierte que si bien el nuevo esquema reduce los impactos negativos del proyecto original, de todas maneras habrá "un aumento excesivo en la carga impositiva sobre las empresas y la clase media".
Los últimos ajustes a esta reforma se hicieron en medio de desalentadoras cifras económicas. El Imacec de junio fue 0,8%, bajo las expectativas de todos los sectores. Preocupado por esta situación, considera que faltan medidas potentes para generar un cambio en las expectativas.
-En este contexto, ¿cree que las indicaciones al proyecto ayudan positivamente en las expectativas y en la actividad económica?
"El hecho de que el acuerdo se haya logrado es un aspecto muy favorable, y así fue recogido por los distintos dirigentes, gremios, líderes de opinión, encuestas, mercados, medios internacionales, etc. Que el Gobierno valorara la necesidad de crear acuerdos transversales, yendo más allá de la mayoría parlamentaria que ostenta en las dos Cámaras, es reconocer que hay otras fuerzas muy relevantes que actúan a través de la sociedad civil y el mercado y que expresan sus reticencias. Esas reticencias han tenido costos en la marcha de la economía y en el apoyo al Gobierno. Dicho eso, el proceso ha tenido desprolijidades".
-¿Cómo cuáles?
"Las vacilaciones del Gobierno en algunos momentos del proceso y las declaraciones de algunos senadores que han impedido que el acuerdo genere el ambiente de confianza que el propio ministro de Hacienda buscada con el protocolo. A eso hay que sumarles otras iniciativas del Gobierno que afectan derechos de propiedad o regulaciones clave, como la laboral y la libertad de educación. Todo eso crea un clima de desconfianza. Es por eso que hoy lo que se siente en el aire es una pesadumbre económica que no se veía desde hace 20 años".
-En esa pesadumbre, ¿cuánto le atribuye al ciclo y cuánto a los cambios que está apoyando el Gobierno?
"Es una suma de factores, pero más que asignar un porcentaje a una cosa u otra, el punto acá es que, precisamente, porque hay un ciclo adverso, con un deterioro en el precio del cobre y una eventual alza en la tasa de interés de Estados Unidos, hay que tomar las providencias del caso. No basta cruzarse de brazos. Hay que saber guarecerse cuando viene la tormenta afuera y trabajar internamente para resolver los problemas".
"Y aunque el Gobierno plantee que había previsto esta desaceleración, está ejecutando un programa de gobierno que daba cuenta de que Chile seguía creciendo a un buen ritmo. Se elaboró en un escenario distinto y se planteó que el objetivo era redistribuir sin temor a afectar el crecimiento. Sin embargo, eso no es así. Nuestra economía requiere de reformas estructurales que incentiven el crecimiento, agendas que impulsen la competitividad, hacerse cargo de los temas de energía, capacitación e infraestructura. Hay una agenda ardua que asumir, y yo no veo eso en la agenda legislativa".
-Llama la atención que diga que hay un ambiente de pesadumbre que no veía hace 20 años, porque eso fue a principios de los noventa, cuando el país crecía a altas tasas...
"Pero hubo dos momentos de recesiones. 1999 y 2009, donde el shock vino del exterior. Pero un ambiente como el actual, sin que en el exterior haya malas noticias particularmente impactantes, es algo que no había visto antes".
-¿Qué medidas se deben tomar?
"Siento que la decisión de abrirse a rectificar su proyecto original de reforma tributaria, claramente está vinculada con dar señales positivas a la economía, y por eso creo que el Ministerio de Hacienda buscó fórmulas para revertir las expectativas. El punto es que no es suficiente. Hay toda una labor que realizar con la agenda de energía y competitividad. Los anuncios que ha hecho el ministro de Energía me parecen muy positivos, pero estamos demasiado lejos de ver realizaciones y el tiempo apremia. En competitividad, hay ideas positivas pero insuficientes".
-Pero las medidas pro competitividad son de mediano y largo plazo y han sido planteadas por todos los gobiernos. ¿Qué se puede hacer en el corto plazo?
"Las consideraciones que apuntan a que los frutos se cosecharán a largo plazo llevan normalmente a los gobiernos y a los partidos políticos a diferir este tipo de materias, porque hay costos y se hieren muchas veces intereses. Pero creo que eso es un profundo error, porque en una economía de mercado como la nuestra, lo crucial son las expectativas, y las expectativas recogen con una velocidad sorprendente las señales, aunque sean de largo plazo. El mejor ejemplo de eso fue lo que ocurrió en los primeros dos años del gobierno de Sebastián Piñera, cuando se dieron señales de un compromiso político real con una agenda pro crecimiento, y eso se trasladó a decisiones de contratación de trabajadores que nos sorprendieron a todos. Cuando hay señales positivas, las expectativas se levantan, y cuando las señales son negativas, como ocurrió en la última parte del gobierno de Piñera, con retrasos injustificados en las aprobaciones ambientales de proyectos energéticos y mineros y en las demoras de la Agenda Impulso Competitivo. Eso afectó la actividad, y efectivamente la desaceleración empezó en el gobierno anterior".
-El componente que afecta a todos los chilenos es el trabajo. En 1999 se llamó, incluso, a cuidar el empleo, y eso fue muy fuerte. ¿Cómo deben calibrar la situación hoy los chilenos?
"Afortunadamente, no hay un aumento significativo del desempleo, pero ese efecto está empezando a incubarse, y eso puede verse en la utilización de la mano de obra medida en horas-hombre. Esa es la primera señal de que podría venir una caída en el empleo. Por eso temo que las próximas encuestas empeoren. Lo lamentable es que no se han tomado medidas a tiempo. Se ha hablado de flexibilidad en los salarios u otros costos laborales en períodos de baja del empleo y en forma temporal, pero esas ideas quedaron en el tintero. Por ende, estamos enfrentando este bajón de la economía sin tomar las precauciones a tiempo, y me temo que veremos despidos".
-Las señales del Gobierno, puntualmente, en materia laboral, ¿cómo las evalúa?
"Van en el sentido contrario. El Gobierno propuso y aprobó un alza del salario mínimo que no se compadece con el actual escenario. Así ocurrió en 1998. Volvimos a la misma fórmula, y a eso se suman anuncios que van en la dirección de elevar los costos laborales. Entonces, el Gobierno aún no asume que el escenario de la economía es muy distinto al que tenía en mente cuando diseñó el programa".
Trabajo titánico y de calidad
Aunque la redacción de las indicaciones al proyecto de reforma tributaria las monitoreó de forma remota, tuvo que sacrificar varias actividades profesionales, cuenta Juan Andrés Fontaine sobre este trabajo que se plasmó en más de 150 indicaciones.
-¿Estamos frente a un proyecto totalmente distinto?
"Si es o no otro proyecto, es una discusión más semántica. Habrá quienes rescaten que se mantienen los objetivos centrales del proyecto, en gran medida. Otros plantearán que los cambios son tan determinantes, que alteran el corazón de la versión original".
-El hecho de que las reuniones de la mesa técnica hayan sido tan intensivas en tiempo, ¿muestran que el trabajo legislativo tuvo carencias?
"El procedimiento en esta materia no ha sido prolijo. El proyecto original contenía muchos errores y fue escrito a toda carrera. No sé por qué el Gobierno se impuso una agenda tan exigente en cuanto a plazos. Es algo que queda del gobierno de Piñera. Trabajar con metas tan exigentes, a veces es positivo para remover la molicie burocrática, pero en materias como ésta, de tanta profundidad, la serenidad ayuda. Dicho eso, el trabajo que se ha dado entre Hacienda y los técnicos no solo ha sido titánico, sino que también de calidad".
-¿Le complicó participar en este proceso, dada la premura con que se dio el trabajo y por la responsabilidad de quienes estuvieron detrás?
"La responsabilidad es del Gobierno. Que el producto final pueda venir con ciertas fallas es posible. Una ventaja es que gran parte de los puntos más complejos de la reforma entran en vigencia en cuatro años más, por ende, hay tiempo para estudiar los aspectos defectuosos y enmendarlos".
"Además, no he participado en la elaboración de todo el proyecto, sino en los puntos relacionados con los impuestos a las empresas, principalmente, y algunos otros que toca el protocolo. No me siento responsable de todo el proyecto, o de lo que pueda agregar el Gobierno después, en uso de sus atribuciones, por presiones por ejemplo, porque este es un proceso político. Por ejemplo, se habla de introducir un 'blanqueo de capitales', que -paradójicamente- significaría un perdonazo a los evasores de impuestos. Me opongo, y me he opuesto siempre a lo que considero una señal perturbadora. Por lo tanto, me siento con absoluta libertad de acción, y la misma, supongo, tendrán los parlamentarios de la oposición para votarlo en aquellos puntos ajenos al protocolo".
"Lo crucial son las expectativas, y las expectativas recogen con una velocidad sorprendente las señales, aunque sean de largo plazo... Hay toda una labor que realizar con la agenda de energía y competitividad".
"Afortunadamente, no hay un aumento significativo del desempleo, pero ese efecto está empezando a incubarse... Por eso, temo que las próximas encuestas empeoren".
"Afortunadamente, no hay un aumento significativo del desempleo, pero ese efecto está empezando a incubarse... Por eso, temo que las próximas encuestas empeoren".
"Hoy, lo que se siente en el aire es una pesadumbre económica que no se veía desde hace 20 años. Estoy preocupado, y está bien que el Gobierno dé señales de preocupación, pero probablemente se necesita mucho más".
"El Gobierno ha sido inequívoco en sus señales de incrementar la intervención del Estado"
-¿Cómo ve las señales del Gobierno, que por una parte perfecciona el proyecto de reforma tributaria y por otro lado anuncia una profunda reforma laboral?
"El Gobierno ha sido inequívoco en sus señales de incrementar la intervención del Estado, ya sea a través de una mayor carga tributaria como por medio de más regulaciones. Se busca configurar un cuadro que a mi juicio es poco conducente si lo que se busca es más inversión, productividad y emprendimiento".
-¿Incluso la Agenda de Productividad que lidera el Ministerio de Economía?
"Lo positivo de esa agenda es que haya puesto la productividad como tema prioritario. Contiene una que otra idea positiva pero a todas luces es insuficiente para generar el salto en productividad. Además, tiene ideas que son muy cuestionables como el Fondo de Inversiones Estratégicas y me cuesta entender por qué habiendo una agenda pendiente muy amplia y nutrida, se intenta partir de cero. Yo entiendo que políticamente hay una necesidad de envasar las propuestas en algo nuevo, pero habría esperado un esfuerzo de continuidad. Es lo que hice cuando fui ministro. Trabajamos a partir de ideas de Gobiernos anteriores como por ejemplo en los perfeccionamientos al incentivo tributario a la investigación y desarrollo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS