PSU: Incorrecciones «políticamente correctas» o el chantaje implícito de caricaturas panfletarias que sirven de «ilustración»‏

LA TERCERA, SÁBADO 12 DE JULIO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/07/12/ALFREDO-JOCELYN-HOLT/CARICATURAS-E-HISTORIETAS/#COMMENTS
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Caricaturas e historietas



No es novedad que la PSU es defectuosa y está desacreditada, aunque sigue siendo decisiva para acceder a la educación superior. Originalmente, fue una solución de parche que intereses creados han ido perpetuando más de la cuenta, cada año que pasa volviéndose más evidentes y graves sus pifias. Lo cual ha alentado el ensayo de varios nuevos indicadores de admisión no menos dudosos (p. ej., el ranking y otras bonificaciones) que también impiden saber si los supuestos mejores alumnos de secundaria son, de hecho, los óptimos. El modelo de la prueba especial de Historia y Ciencias Sociales 2015 anticipado en estos días por el Demre confirma la tendencia.
El sesgo ideológico del muestrario en lo referente a preguntas de economía es patente, ni siquiera se camufla. Se insiste tendenciosamente en la desigualdad, abusos y consabidos lamentos respecto del “modelo económico” y la globalización imperantes, y en las típicas oposiciones binarias simplistas con que suele traficarse (ricos y pobres, explotados y explotadores, recursos naturales expoliados…). Las preguntas, además, van acompañadas de caricaturas panfletarias que sirven de “ilustración”El chantaje es implícito: o usted responde como nosotros queremos o no va a quedar en la carrera ni en la universidad donde desea estudiar. La única manera de sortear el obstáculo es responder a sabiendas de que se le está forzando. La PSU, notoria por sus errores, incentiva esta complicidad. En la prueba especial de Historia y Ciencias Sociales del 2007, un 20% de las preguntas incurría en mal manejo de conceptos, yerros factuales, sesgo en contra de estudiantes con mayor bagaje analítico, reflexivo y conocimientos. La única diferencia es que las incorrecciones en esta ocasión pasan por ser “políticamente correctas”.
El otro grave defecto que ya anticipa el muestrario es que no hay que saber historia -ciertamente, nada sobre Grecia, Roma o el Medioevo- para entrar a la universidad. Este sesgo es concordante con lo anterior. En efecto, es más conducente a simplificaciones ideológicas remitirse a períodos históricos recientes, también a historia de Chile y América, a espaldas de matrices históricas sin las cuales somos inexplicables. En fin, si el alumno tiene una auténtica vocación por estudios históricos, esta prueba y la formación a que induce, la matan. No se ha inventado un preservativo resistente a prejuicios virales que pasan por “historia” en universidades chilenas. Y eso que hasta Galeano abjuró de su libro Las venas abiertas de América Latina: “No tenía conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí… esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima”.
Siempre se ha pensado que el currículum nacional y las pruebas estandarizadas deben ser cuidadas. El país es más plural que lo que presume este nuevo atropello del “pensamiento único”. ¿Es que realmente creen que pueden filtrar ideológicamente a los alumnos que entran a las universidades públicas, las únicas que de veras “creen” en la PSU?

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