Hacia dónde va la cosa...‏


Los proyectos del Gobierno 
no son defectuosos ni improvisados. 

Apuntan a claras metas 
de control social 
y son impulsados 
por un voluntarismo planificador 
para someter a las personas.

El recurso reiterado 
a las afirmaciones carentes 
de fundamentos basados 
en el conocimiento 
y en la experiencia 
pervierte las palabras. 

Por este camino 
se incomunica a las personas 
y se las aísla 
en su pequeño círculo de interés, 
lo que derrumba la vida colectiva, 
sumiéndola en la anarquía y en la disolución. 

Por ese camino
es que se llega al totalitarismo 
que niega la sociedad libre, 
hundiéndola en el fracaso y la miseria, 
tal como lo demostraron los socialismos 
de todos los lugares y de todas las épocas.
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Extracto de la columna de opinión:
Reformas
Adolfo Ibáñez
Diario El Mercurio, lunes 2 de junio de 2014

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