por Fernando Iwasaki
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 1 de junio de 2014
Del colombiano Juan Esteban Constaín (1979) sólo había leído¡Calcio! (2010), una fantasía histórica erudita, divertida, libresca, grecolatina y futbolera, donde el profesor Arnaldo Dante Momigliano (1908-1987) defiende en Oxford el presunto origen italiano del fútbol, exhumando documentos apócrifos y sosteniendo debates ardorosos por los que desfilan artistas como Miguel Ángel, conquistadores quinientistas como Gonzalo Ximénez de Quesada, humanistas europeos emigrados a América como Eugenio Lakatos, helenistas celebérrimos como Gilbert Murray, historiadores como Ernest Gombrich y hasta un imaginario antepasado indígena de Maradona, que jugando por el equipo de soldados españoles le metió al equipo italiano dos "golimpsestos", de los mismos tantos que el astro argentino le clavó a Inglaterra en el Mundial de México 86. Sólo por esta novela Constaín merecería que alguien le dedicara una inscripción latina sobre alguna piedra de su college oxoniense, para engrosar la Exemplarium Collectio de la Universidad de Oxford. Pero el caso es que el escritor colombiano nos acaba de regalar otra estupenda novela.
El hombre que no fue jueves es una ficción literaria, histórica y teológica que parte de un hecho real aunque asaz desconocido. A saber, la existencia de un Proceso Diocesano para la Causa de la Beatificación del escritor británico Gilbert Keith Chesterton. Hasta aquí no hay nada que no podamos hacer extensivo a otras personalidades ilustres que también se encuentran en carrera de santidad, como el almirante Cristóbal Colón, el arquitecto Antoni Gaudí o la reina Isabel la Católica. Sin embargo, lo extraordinario del caso de Chesterton es que la reapertura de su causa -iniciada por el Papa Juan XXIII en 1958 y anunciada por la American Chesterton Society el 6 de agosto de 2013- fue promovida por el entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires en carta fechada el mismo año 2013. Tres días más tarde, el cardenal Jorge Bergoglio se convertía en el Papa Francisco. Atento cazador de curiosidades, erudiciones y argumentos novelescos, Juan Esteban Constaín pilló el hilo de la santidad chestertoniana para ovillar una divina madeja literaria.
Lo primero que debo alabar en esta deliciosa novela es su documentación, pues no era tan sencillo demostrar la devoción chestertoniana del Papa Francisco. De hecho, gracias a una nota de La Nación de Buenos Aires (21.09.2005) corroboro que el cardenal Bergoglio patrocinó la I Conferencia Iberoamericana sobre Chesterton, organizada por la Sociedad Chestertoniana de Argentina y donde el ponente estrella fue el Rvdo. Ian Boyd, presidente del Chesterton Institute for Faith & Culture de Seton Hall University (New Jersey). No obstante, lo mejor de la investigación de Constaín proviene de la lectura de la vasta obra del escritor inglés.
Las fuentes del narrador colombiano son esencialmente cuatro: Heretics (1905), Orthodoxy (1908), The Thing. Why I am a Catholic (1928) y The Autobiography (1936), títulos que cuentan con numerosas ediciones en español, las más recientes de la sevillana Renacimiento y la barcelonesa El Acantilado. Precisamente de la Autobiografía de Chesterton Constaín extrajo las referencias a las pasiones espiritistas del joven Chesterton, apasionado de la ouija ("Entre mis actividades de aquella época de dudas, me aficioné al espiritismo sin haber decidido siquiera ser espiritual"), mientras que en La cosa. Por qué soy católico Constaín encontró al intelectual que puso su razón al servicio de la fe ("El que los ateos perdiesen su única gran virtud, la ferocidad, sería una grave pérdida para la religión"). Y es que la propuesta literaria de El hombre que no fue jueves consiste en que el Papa Pío XI -otro lector de Chesterton- le pide al creador del Padre Brown que defienda la fe con su razón. Hasta aquí algunos de los hechos verdaderos que cualquiera podría contrastar, pero con estos materiales Juan Esteban Constaín construye una soberbia novela de trama verosímil y persuasiva.
Para abrirle el apetito al lector debo decir que por la novela desfilan Giacomo Casanova, Los Beatles, Bernard Shaw y Jorge Luis Borges, sabiamente revueltos con Ezra Pound, el cardenal Amleto Cicognani, Benito Mussolini y el Papa Benedicto XVI. Tal como hizo en ¡Calcio! , Constaín inventa criaturas, fragua documentos apócrifos, manipula sucesos históricos y coloca a personajes muy conocidos en contextos más bien desconocidos. En realidad, después de abrumarnos con una verdad que parece mentira (el proceso de santidad de Chesterton), Constaín nos cuela magistral varias mentiras verdaderas. Por supuesto, nos las cuela porque es su obligación como novelista, pero es que antes nos ha embadurnado con la vaselina de su auctoritas de traductor de lenguas clásicas e investigador en los archivos más sofisticados.
Las novelas de Juan Esteban Constaín -como los tiempos de Braudel o los significados de Panofsky- consienten hasta tres niveles de lectura. El gran público disfrutará sin problemas en el primero y los lectores eruditos hallarán sorpresas memorables en el segundo, pero el tercer nivel está reservado para los viciosos, los fanáticos, los resabiados, los bibliólatras y todos los que hemos jugado en modo "Frisi" sobre el tablero común de la ficción y el conocimiento. Una maravilla.
Juan Esteban Constaín
Popayán, Colombia, 1977
Historiador, profesor, investigador, columnista, músico y escritor colombiano. Es autor del libro de relatos Los mártires (2004) y de la novela histórica El naufragio del Imperio (2007), así como del libro filológico Librorum (2003) y de Ideas políticas: historia y filosofía (2004), una breve historia del pensamiento político occidental. Con su novela histórica ¡Calcio! obtuvo el premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón.
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