No desalentarnos, ser más cuidadosos y aprender a arrepentirnos, pedir perdón y cambiar...una y otra vez‏


Diario El Mercurio, Miércoles 23 de abril de 2014

Faltas contra el otro

Pese a todo lo anterior, no conviene desalentarse, puesto que el mismo hombre que tropieza con la doliente piedra de sus culpas, se levanta también sobre la maravillosa roca de la contrición y del perdón...


Muchas veces los defectos y errores del hombre terminan siendo faltas contra los otros. Herir a los demás sin darse cuenta es una mala costumbre humana, un severo desajuste en las relaciones con el prójimo. Más aún si, luego de adquirir conciencia del dolor causado a un cercano, no siempre la persona que lastima manifiesta suficiente arrepentimiento para pedir las disculpas necesarias. ¿Cuántas veces un individuo decepciona a un ser querido, a alguien que esperaba otra acción de aquel en quien había confiado? Aunque sea con pesar, en ocasiones cabe parodiar a Hobbes señalando que el hombre no es más que un verdugo para el hombre.

Lamentablemente, por tanto, las exigencias del amor se contradicen todo el tiempo. Cuánto cuidado se le debe al prójimo y, sin embargo, con cuánto descuido se suele tratarlo. No hay mandamiento mayor que el de la caridad, pero a su vez no hay mayor transgresión que las faltas al amor, pues la atención al ser querido trastabilla en medio de múltiples acciones, palabras y omisiones dañinas.

Pese a todo lo anterior, no conviene desalentarse, puesto que el mismo hombre que tropieza con la doliente piedra de sus culpas, se levanta también sobre la maravillosa roca de la contrición y del perdón, dos gracias fecundas en las que esculpe una nueva oportunidad para sí mismo.

RODERICUS

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