García Márquez: el humo del boom se empieza a disipar

OSÉ IGNACIO SILVA, DIARIO LA TERCERA, LUNES 21 DE ABRIL DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/04/21/JOSE-IGNACIO-SILVA/GARCIA-MARQUEZ-EL-HUMO-DEL-BOOM-SE-EMPIEZA-A-DISIPAR/
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El fallecimiento de Gabriel García Márquez conmocionó al mundo entero. Es lógico. La partida de uno de los escritores cardinales de la literatura universal del último medio siglo tenía que generar algún ruido y hacer mella en la audiencia. Una audiencia que lloró al finado casi sin echar ningún pelo a la sopa. Nadie -o casi nadie- se atrevió.
Mientras en las siempre inquietas redes sociales cierto escritor chileno decidió borrarse del mapa digital tras unas atarantadas declaraciones de corte animal, y el debate candente se centró en si al occiso se le debía llamar Gabriel García Márquez, Gabo, El Gabo, Don Gabo, Gabito, y así -algunos con un prurito algo ridículo aducían que para referirse a GGM como “Gabo” había que ser amigo cercano, o que aquellos que le decían Gabo no se habían leído un solo libro del autor, por tanto incurrían en una patudez monumental- consumiendo montón de energía en un debate ocioso como pocos.
Despejando la maleza de las discusiones inútiles, tal vez sí podemos decir que desapareció el hombre; uno que hace harto rato fue superado por su obra, lo que es natural y procedente en el caso de GGM, quien si bien hace bastante que estaba retirado de la escena literaria, sí tuvo la colosal habilidad de escribir novelas que hoy son clásicos, como Cien años de soledad.
La detonación del boom ya casi no deja sobrevivientes.Vargas Llosa queda ahí, ya solo (no están Fuentes, Cortázar, Donoso, Roa Bastos, Amado), como testigo viviente de una generación literaria -según Cortázar, respondía al azar, que hacía muy bien las cosas- que gozó en las décadas del 60 y 70, de más fama y facilidades editoriales que casi ninguna otra, que dejó unos cuantos libros que han ganado chapa de insuperables. Ahí están, junto a Cien años de soledad, Rayuela, La ciudad y los perros.
Por ahí hay otros a quienes les entró pánico porque la posta del realismo mágico recaerá en la émula más señalada de GGM: Isabel Allende. Miedo que puede ser tan mentecato como la disputa en Twitter sobre cómo nombrar al escritor colombiano.
Las muertes de los escritores debieran dar paso al estudio de sus obras. En el caso de GGM eso no será difícil, pues acá viene bien ser un escritor editado por un sello multinacional. Los textos de García Márquez están en todos lados, para comprar y para pedir prestado, y no debiera haber muchos problemas para que la gente se acerque a esa obra; tanto los que lo reverencian y llamaron a GGM por su nombre completo, con respeto gélido, y los que lo sienten más cercano, como un amigote querido al que apodaban Gabo. Eso debiera pasar, idealmente.

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