Santiago en cada período presidencial de años recientes‏

ÓSCAR CONTARDO, DIARIO EL MERCURIO, DOMINGO 2 DE MARZO DE 2014HTTP://VOCES.LATERCERA.COM/2014/03/02/OSCAR-CONTARDO/CAMBIOS-DE-MANDO/

Cambios de mando

La manera en que Santiago ha cambiado desde el retorno a la democracia ha sido vertiginosa. En obras, costumbres, tendencias y nuevas formas de vivir la ciudad. Los períodos presidenciales pueden servir para establecer hitos sobre estos cambios, que no tienen que ver necesariamente con obras públicas ni con la gestión de un presidente o de otro. El rol del gobernante es importante, pero siempre estará contrapesado por otros muchos elementos; es una de las ventajas de la democracia.

La capital del gobierno de Ricardo Lagos no era la misma del gobierno de Patricio Aylwin, y la de Eduardo Frei es muy diferente a la que deja Sebastián Piñera. Recuerdo cuando en 1992 se inauguró con gran pompa el cine arte Alameda. Un espacio que ahora nos parece modesto, pero que era en esos años presentado a todos los medios como la respuesta santiaguina al Pompidou. Eran las escalas y proporciones de la época: las de una capital con micros destartaladas de todos colores, dos líneas de Metro y en donde recién comenzaban a instalarse las grandes cadenas de comida rápida internacional. Las motos de pizza a domicilio se masificaban al ritmo del surgimiento de los grandes centros comerciales. El desarrollo parecía sinónimo de consumo. Fue en esos años cuando se popularizó el adjetivo “emergente”. Era la nueva fórmula para dar cuenta de la importancia de Maipú y La Florida, que reemplazaban a Ñuñoa en el imaginario capitalino como símbolo de un nuevo sector social, de una flamante clase media.

Durante el gobierno de Frei ocurrieron al menos cuatro fenómenos que sacudieron las costumbres de distintas maneras: el cierre masivo de las salas de cine del centro, la irrupción de las multisalas, la inauguración de la Línea 5 del Metro y la cada vez más notoria consolidación de una comunidad de inmigrantes peruanos que se concentraría, sobre todo, en el centro de la ciudad. Para cuando Ricardo Lagos asumió el gobierno, la prensa ya había hecho popular la expresión “pequeña Lima” para referirse a la Plaza de Armas. El período de Lagos fue el de la Biblioteca de Santiago, que se levantó en un barrio al que la ciudad parecía haberle dado la espalda, y el del Centro Cultural Palacio La Moneda que prometía un nuevo aire al decaído barrio cívico. Una gesta a lo Mitterrand aliñada por la consolidación de Alonso de Córdova como zona de las tiendas de lujo y de las galerías de arte. Fueron, por último, los años de gloria de los café con piernas del centro.

La ciudad que recibió Michelle Bachelet en su primer mandato tenía un espíritu diferente a la capital de los inicios de la transición. Santiago vivía en la tensión entre las autopistas que se inauguraban como fruto de la prosperidad y la cada vez más evidente segregación urbana de las comunas pobres. Por un lado aparecía una nueva bohemia en torno al Bellas Artes y por otro, estallaba la crisis del Transantiago que extendió el descontento por las calles de la capital. Muchas señales indicaban que los capitalinos ya no necesitaban grandes estímulos para ocupar el espacio público, y que se iniciaba un período de nuevas demandas que tarde o temprano derivarían en protestas callejeras. Una especie de símbolo accidental del fin de una época y el comienzo de otra lo encarnó el incendio del Edificio Diego Portales. La Presidenta Bachelet decidió que se recuperaría el sentido original del proyecto como centro cultural y empujó la creación del GAM, inaugurado por el Presidente Piñera. En los últimos cuatro años, el GAM alcanzó el rango de ícono santiaguino.

Santiago, como nunca antes, ha aparecido recomendada en revistas de viajes como destino seguro, metrópoli en movimiento y cuna de una movida cultural de interés internacional. Una capital que pronto tendrá dos nuevas líneas de Metro y en donde las organizaciones ciudadanas cada vez cobran mayor importancia en el progreso de sus barrios y la preservación del patrimonio. Nuestra capital busca el equilibrio entre las autopistas y las ciclovías, entre el espléndido Parque Bicentenario en Vitacura y el prometedor Parque Renato Poblete en Quinta Normal, entre la torre Costanera Center y el barrio Yungay. El nuevo período presidencial que comienza el próximo 11 de marzo recibirá una capital, como pocas veces, volcada a las expectativas de una mejor calidad de vida, de un futuro en el que vivir en la ciudad sea una experiencia menos áspera y más amable para todos sus habitantes. Vivan donde vivan.