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La "primera semana" de Bachelet


"El ministro del interior da las explicaciones, el comunista a cargo de la previsión social y la "lucradora" a cargo de la educación dan cuenta de las primeras señales y de que la instalación no será fácil..."

Primero fue el gabinete. Luego los subsecretarios. Transcurre así la primera semana de Bachelet. El saldo ya empieza a dejar dudas y, lo que es peor, entrega señales que son confusas.

El nuevo ministro del Interior se ha dedicado a dar explicaciones para justificar su designación. "Los que me conocen saben...", "yo asumo los cargos...", "hoy no basta la experiencia", etc. Qué duda cabe que en Peñailillo, un hombre inteligente según quienes lo conocen, radica la gran apuesta. Pero la apuesta es sin duda riesgosa.

Es cierto que Bachelet ya probó en su gobierno pasado el modelo de la figura consagrada (Andrés Zaldívar), y fracasó rotundamente, pero ahora se fue al otro extremo. Así, repitiendo la fórmula Hinzpeter, pone a un vocero personal de jefe de gabinete. El problema de este modelo es que -en caso de dificultades- cuando habla el ministro del Interior habla el Presidente, desapareciendo la amortiguación entre la opinión pública y quien detenta el poder.

En una entrevista ayer se le preguntó a Peñailillo quiénes son sus referentes políticos. La respuesta no fue -como se podría haber pensado- Obama, ni Mandela, ni Lula; ni siquiera Allende. La respuesta fue exclusivamente... Bachelet. Ello refleja que se trata, sin duda, de un incondicional. Allí está su activo para la Presidenta y su principal riesgo para el país.

Pero más allá de las dudas que deja el nuevo ministro del Interior, lo más relevante que pasó esta semana se puede resumir en dos nombramientos de subsecretarios.

Primer caso. Marcos Barraza es el flamante nuevo subsecretario de Previsión Social. Ex dirigente estudiantil. Psicólogo. Comunista. Será quien tendrá la principal responsabilidad de abordar el desafío previsional. El sistema privado queda a cargo del personero de un partido que plantea oficialmente el "sustituir la capitalización individual, de administración privada (actuales AFP), por un sistema de reparto bajo administración estatal".

¿Cuál es la señal que está detrás? El programa plantea la creación de una AFP estatal. Pero eso no haría más que legitimar "un sistema perverso", según el partido. ¿Cómo administrará el subsecretario Barraza esa contradicción?

Segundo caso. Claudia Peirano, nueva subsecretaria de Educación. Inteligente y capacitada. Firmó, sin embargo, en 2011 -en conjunto con otros académicos-, una carta donde plantea la preocupación por el hecho de que "nuestros líderes políticos estén pensando en extender de modo masivo, más allá de la gradualidad que pueda acordarse, una política amplia de gratuidad en la educación superior". Peor aún: asesoró a colegios subvencionados. Hoy está siendo crucificada por el Twitter, por los dirigentes estudiantiles y por gran parte de los dirigentes de la Nueva Mayoría.

Las declaraciones públicas de su hijo en contra de "la subsecretaria" recuerdan al coronel Moscardó, quien, en la guerra civil española, estuvo dispuesto a que le mataran al hijo con tal de defender el Alcázar de Toledo. En este caso es su hijo quien entrega a la madre con tal de defender el "movimiento estudiantil". El mismo fanatismo. La misma alienación.

Es probable que Peirano no asuma y que la obliguen a dar "voluntariamente" un paso al costado "para no comprometer la gobernabilidad de Bachelet". Se desactivará así el primer conflicto del nuevo gobierno.

El ministro del Interior da las explicaciones, el comunista a cargo de la previsión social y la "lucradora" a cargo de la educación dan cuenta de las primeras señales y de que la instalación no será fácil.

Evidentemente, el gabinete de Bachelet no es un "gabinete bolivariano" y no parece estar la institucionalidad en riesgo. Sin embargo, el equipo se parece bastante a una montonera. No sólo por la mezcla de nombres de peso, promesas, varios que responden al cuoteo y muchos que nadie sabe por qué están, sino fundamentalmente por las profundas discrepancias ideológicas que tienen entre ellos. Las diferencias son mayores que las coincidencias, y el único punto de unión -además de la Presidenta- es un programa, en cierta forma quimérico, donde todo cabe.

Cuando las aguas se pongan turbulentas, las diferencias quedarán de manifiesto. Y el cómo se desenvolverá Bachelet en este escenario es lo que está por verse...

Francisco José Covarrubias

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