Integración energética con Perú‏



Columnistas
Diario El Mercurio, Lunes 17 de febrero de 2014

Integración real

"No solo se trata de los 250 mil peruanos que viven en Chile, sino de los casi 30 mil millones de dólares en inversión que tienen empresarios chilenos y peruanos en ambos países..."

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“El fallo ya está. Hay que mirar hacia adelante”, me dijo Mario Vargas Llosa en una entrevista en Lima, dos días después de conocerse el dictamen de La Haya.

Mirar hacia adelante significa, para mí, no quedarse pegados en la discusión de a quién pertenece el triángulo terrestre. La Corte fue clara, el límite marítimo parte en el Hito 1, pero no se pronunció sobre la frontera en tierra. 

El Presidente Humala dijo: “Ese triángulo es nuestro”. Si los peruanos están tan seguros de que el Tratado de 1929 y las comisiones de límites posteriores les dieron ese territorio, no será fácil convencerlos de que La Haya revirtió tal situación.

El tema es sensible en Perú, porque, dicen, no quieren perder ni un centímetro más de territorio del que ya han perdido. Es natural que las reacciones sean emocionales en un comienzo. Sin embargo, es fundamental pensar en el largo plazo, y uno se pregunta si esas tres hectáreas de tierra seca mantendrán enfrentados a peruanos y chilenos, o simplemente quedará el tema pendiente para resolver cuando los ánimos más nacionalistas se calmen a ambos lados de la Concordia.

En tanto, la integración avanza a pasos gigantes. No solo se trata de los 250 mil peruanos que viven en Chile, sino de los casi 30 mil millones de dólares en inversión que tienen empresarios chilenos y peruanos en ambos países, y, ahora, de la profundización de la Alianza del Pacífico. Esta instancia de integración regional se ha ido fortaleciendo a pesar de las diferencias políticas entre los gobiernos de los cuatro miembros. Nadie puede desconocer la distancia ideológica que hay entre el PRI mexicano, la Alianza chilena, el etnonacionalismo del Presidente peruano y la centroderecha del Ejecutivo colombiano. Sin embargo, ahí está el mayor logro, ponerse de acuerdo en una desgravación aduanera que afectará a más del 90% de las exportaciones del bloque. Un objetivo concreto, tangible en el corto plazo, exento de la ampulosa retórica tradicional de los procesos de integración latinoamericana, que, al final, solo han decepcionado por su inoperancia.

Entre Chile y Perú tenemos grandes cosas que hacer. Una, de la cual se habló bastante en Lima los días posteriores al fallo, es la integración energética. Perú podría vender gas a Chile en condiciones mucho más favorables de lo que vende a países como México, Corea o Japón, dado que nosotros pagamos altos precios internacionales. Así lo dijo el ministro de Minas y Energía.

También podría Perú vendernos electricidad. En teoría, dicen los expertos, esto es fácil, pues no hay trabas legales. Claro que, según me explicó el ex ministro Pedro Pablo Kuczynski, no hay suficiente excedente como para traspasarlo al sur. Muchos proyectos mineros usan prácticamente toda la energía que se produce actualmente con el gas de Camisea en las plantas de Ilo y Mollendo, y en un par de hidroeléctricas de la zona.

Entonces, para que podamos abastecernos en Perú se requiere tiempo e importantes inversiones (que son quizás menores de las que habría que hacer acá, y rendirían en el corto plazo) para construir gasoductos y redes de transmisión. Pero, sobre todo, se necesita buena voluntad y confianza mutua para echar a andar esos proyectos que por ahora parecen lejanos, pero que traerían inmensos beneficios para ambos países.

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