Notas de Viaje Felipe Orrego Oda a la riqueza botánica de nuestro país.


http://www.collahuasi.cl/pdf/LibroFloresdelNorteGrande.pdf

Este libro partió con la idea de recorrer el Norte Grande
minuciosamente, con algunos datos pero, principalmente,
al encuentro y descubrimiento de lo que encontráramos.

Esta es un área muy grande,
literalmente con miles de kilómetros
de caminos muy poco transitados,
escasamente señalizados, muy malos
y a menudo, cortados por las lluvias.

Además de los rigores de la puna,
tiene un clima impredecible.

Estos dos últimos años (2012-2013),
fueron muy lluviosos en el altiplano
y en la precordillera del Norte Grande,
por lo que se podía esperar
una gran floración y mucha agua.

Estos mismos años, por el contrario,
fueron años muy secos en el litoral,
y por lo tanto, de muy pocas plantas
y de aún menos flores.

Las especies que se muestran en este libro
son parte de las plantas y flores
que encontramos y vimos en estos viajes.

Algunas de ellas las buscamos
con insistencia obsesiva
hasta que las encontramos
y otras no estaban,
no las ubicamos
o no supimos hallarlas.

De esta forma,
las plantas que están en este libro
son el resultado del azar,
de la corazonada y,
en algunos casos, de datos.

Algunas de ellas
fueron el único ejemplar
que encontramos,
lo que muestra lo escaso
y su rareza.

Hay que reconocer
que las plantas más lindas
reciben más atención.

La belleza fue
un importante criterio
para nuestra selección.

Es el caso de la Mastigostyla (pág. 136),
la cual pasamos un par de días
buscando sin descanso,
finalmente descubrimos
tres sorprendentes ejemplares
cuando casi desistíamos.

La Bomarea (pág. 42)
requirió partir a Arica,
subir y recorrer
muchas quebradas y cerros
por sobre los cuatro mil metros.

Solamente encontramos
una Bomarea involucrosa en flor,
en el momento más perfecto de su floración,
y dos o tres la Bomarea dulcis
ya algo maduras pero bellísimas
entre lluvias casi permanentes.

Otra que requirió
un esfuerzo y suerte especial
fue la Metharme lanata (pág. 174).

Tuvimos que manejar cientos de kilómetros
hasta encontrar una pequeña población
de esta especie, fresca y luminosa,
en un lugar absolutamente árido y arenoso.

La Malesherbia coralina (pág. 170)
la encontramos en la parte más alta
y remota de la quebrada de Tarapacá,
más allá de Sibaya, donde apenas
existen unas pocas plantas.

Fueron horas de malos caminos y caminatas,
pero con la gran recompensa al distinguir a lo lejos,
en una ladera en medio de un rodado,
un pequeño manchón rojizo. Ahí estaba.

Para encontrar las plantas exóticas
y endémicas de la zona de Paposo,
fuimos a Antofagasta y de ahí a Taltal.

Pasamos una semana recorriendo
y trepando por quebradas y cerros
en lo que fue un año sequísimo
con prácticamente cero vegetación.

Aún así, logramos ver
un número importante
de especies muy raras y escasas,
como las Salvia (pág. 282),
la Griselinia (pág. 298)
y el Berberis (pág. 276),
lo que fue una gran suerte.

En un año lluvioso
hubiéramos encontrado
muchísimas más.

Pero aquí están
las que estaban.

Tal vez los mejores hallazgos
fueron cerca de Timar.

Recorriendo una quebrada
en la precordillera
de la Región de Arica y Parinacota,
encontramos un gran grupo
de Dalea (pág. 148),
que habíamos buscado,
sin resultados,
muy lejos de ahí,
en la costa de Taltal.

Sin duda se trata
de un nuevo registro.

Ahí también vimos
una pequeña población
de Mentzelia,
que también creemos
es un nuevo registro.

La Dalea está prácticamente
en extinción en su entorno
y, lo que puede quedar,
se encuentra tremendamente
amenazado por los rebaños
de cabras y burros,
cada día más abundantes.

Esta bella población cordillerana,
si es que se tratara de la misma especie,
es un importante y nuevo registro.

Hay una suerte de leyenda que dice
que alguien le preguntó a Linneo
por qué ponerle nombre a las plantas,
su respuesta fue: "para poder saludarlas".

Y éste es el objetivo de este libro.

Al mostrar estas verdaderas maravillas
que habitan el desierto en condiciones extremas,
cabe la posibilidad de que empecemos a fijarnos
y a considerar estas plantas y sus flores,
que generalmente pasan inadvertidas.

Y que, conociéndolas,
empecemos a descubrirlas,
a saludarlas al pasar
y, ojalá, a cuidarlas.

http://www.collahuasi.cl/pdf/LibroFloresdelNorteGrande.pdf

http://www.capital.cl/vida-y-estilo/hallazgos-en-el-desierto/




FLORES DEL NORTE GRANDE

Felipe Orrego, Ana Flores y John Michael Watson.

Minera Doña Inés de Collahuasi

Ley de Donaciones Culturales

Patrocinado Corporación Patrimonio Cultural de Chile.

y la colaboración del Museo Nacional de Historia Natural.


SOBREVIVIENTE DEL NORTE GRANDE



Felipe Orrego reunió su afición por la fotografía

con su gran interés por la flora nativa

y realizó un libro en el que rescata y muestra

las más lindas flores que se encuentran

en el Norte de Chile.



Verdaderos milagros de la naturaleza

que crecen en zonas áridas, extremas,

donde nadie las ve, y que son parte

de la riqueza botánica de nuestro país.



Diario El Mercurio, VD, sábado 31 de agosto de 2013

Texto María Cecilia de Frutos D.

Fotografías, Felipe Orrego

http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2013-08-31&dtB=31-08-2013%200:00:00&PaginaId=84&SupplementId=4&bodyid=0



http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=31-08-2013%200:00:00&SupplementId=4&BodyID=0&PaginaId=85



http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=31-08-2013%200:00:00&SupplementId=4&BodyID=0&PaginaId=86



http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=31-08-2013%200:00:00&SupplementId=4&BodyID=0&PaginaId=87



En el norte de Chile existen lugares tan áridos

que encontrar vida ahí se vuelve algo milagroso.



Desde Arica hasta Taltal,

entre la costa y el Altiplano,

se da un paisaje extremo, agreste,

que esconde tesoros que sólo se pueden ver

si es que se mira con mucha atención,

entre las quebradas, cerca de las rocas,

debajo de los arbustos.



Son las flores del Norte Grande,

que nacen en condiciones únicas,

de manera silvestre

y sin una frecuencia predecible.



De una belleza insospechada,

son especies pequeñas, delicadas,

que al ser endémicas es casi imposible

que se den en otro lugar.



De ahí su importancia

y carácter patrimonial,

ya que son tremendamente escasas

y su entorno es muy frágil.



"Si a alguien se le ocurre

hacer un camino que pasa por ellas,

las elimina para siempre.



Es muy importante

que haya conciencia

de que estas plantas existen,

para que no desaparezcan, porque

son parte de la riqueza natural del país",

explica Felipe Orrego, fotógrafo

que recorrió por un año la zona

en busca de estas flores,

para registrarlas y mostrarlas

en un libro que presentó como proyecto

a la Minera Doña Inés de Collahuasi.



En este viaje se encontró con flores

que nunca nadie había podido fotografiar,

que sólo existían en los registros

del Museo de Historia Natura, otras

que no se veían desde hace cinco años,

incluso algunas especies de la que

sólo quedan tres o cuatro matas en todo el mundo.



Para lograr su objetivo,

Orrego iba con ciertos parámetros

y una idea de cuáles serían las plantas

con las que se podía encontrar,

pero se centró en dos zonas

muy específicas para su búsqueda:

el Altiplano y Taltal.



En el primero tuvo suerte, ya que

le tocó el invierno boliviano lluvioso,

por lo que la floración fue

abundante entre marzo y mayo.



En la costa se encontró con la situación inversa,

debido a una sequía que no se había sentido

en una década, y que hizo que hubiera

menos especies de las que se esperaba.



El fenómeno del Niño

es el que favorece la explosión de flores

en este sector, sin embargo,

pese a la falta de agua en 2012,

en este lugar las plantas

están bien equipadas

y tienen tal nivel de adaptación,

que pudo encontrar varias de ellas,

resistiendo y sobreviviendo

sólo gracias a la camanchaca.



Desde Parinacota,

pasando por Putre, Zapahuira,

Chapiquiña, hasta Belén,

recorrió el Altiplano,

Alta Cordillera y quebradas,

y se topó con Senecios,

Nototriches, Bomareas, Chuquiragas,

Dunalias, Kramerias y otras.



Luego siguió desde Belén hasta Codpa,

por la precordillera, lomas y más quebradas;

donde vio preciosas Junellias, Lupinos,

Glandularias, la magnífica Mastigostyla y Daleas.



Anduvo por la pampa, también

en los salares de Huasco y Atacama,

las quebradas de Lluta y Tarapacá,

Camino a Collahuasi, Caleta Cobre,

Paposo y Taltal.



En esta última zona costera

encontró, por ejemplo,

Peperomia, Cistanthe, Nolana,

Euphorbia, Sibara, Berberis,

Salvia y Griselinia.



Algunas de éstas son muy antiguas,

tanto así, cuenta Orrego,

que vienen del período Cuaternario.



-Lo que más sorprende

es encontrar a estos seres luminosos

viviendo en un paraje imposible.



Lamentablemente son plantas

que no se pueden reproducir,

porque son mañosas

y se dan en estas condiciones

extremas y únicas

-explica el fotógrafo,

quien con un lente macro

logró captar la belleza de estas flores,

coloridas, complejas en su estructura,

de hojas carnudas y raíces profundas.



Es el mecanismo de adaptación

y la sobrevivencia en períodos pésimos

lo que las hace únicas.



"Pueden estar cinco años sin agua",

asegura, y agrega que es difícil

encontrarse con estas flores

sin saber de antemano dónde se dan.



"Hay que buscarlas, hay que ir lejos,

caminar por horas y captar las señales

y lógicas de la naturaleza.



Algunas están junto a arbustos,

debajo de los árboles,

en quebradas sombrías".



La recopilación de este trabajo

se puede ver en

«Flores Silvestres de Chile.

Flores del Norte Grande»,

libro que muestra 40 especies

seleccionadas, las que le parecieron

más bonitas y escasas,

además de ser endémicas.



En 328 páginas, fotos a todo color,

además de plantas prensadas

y completos textos de los botánicos

Ana Flores y John Watson,

el proyecto acogido a la

Ley de Donaciones Culturales

fue patrocinado por la Corporación

del Patrimonio Cultural de Chile

y financiado por Collahuasi.



____



DESCONOCIDAS para la población

de la zona son muchas de estas flores,

que crecen en lugares muy apartados.



EL LUPINUS es una especie endémica

del Altiplano chileno. Es una hierba perenne.



LA KRAMERIA fue fotografiada en Zapahuira,

a tres mil cuatrocientos metros de altura.



ALGUNAS de estas flores crecen

a alturas que superan los dos mil metros

sobre el nivel del mar. En general, son

terrenos arenosos, rocosos y en extremo áridos.



LA DALEA SP la encontraron a dos mil metros

de altura, en la precordillera de Arica y Parinacota.



LA BOMAREA involucrosa

es miembro de las Alstroemeriáceas.



LA DALEA fue descrita en 1758,

pertenece a la familia de las fabáceas,

y de las 160 especies, en Chile hay tres.



UNA HIERBA perenne es la

Caiosphora chuquitensis,

que está cubierta de pelos muy irritantes.





Los botánicos John Watson y Anita Flores

identificaron las flores y elaboraron

los textos que acompañan el libro.



Felipe Orrego fue productor general

del programa "La Ruta", además

de botánico aficionado y fotógrafo de flores.

Parte del viaje al norte lo hizo con su señora.


____

Hallazgos en el desierto
VIERNES, 04 OCTUBRE, 2013
POR: REVISTA CAPITAL
FOTOS: FELIPE ORREGO
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Por más de un año Felipe Orrego, fotógrafo y cineasta, registró las especies más extrañas que encontró a su paso para dar vida al libro Flores del Norte Grande, un impresionante muestrario de la belleza inesperada que esconde el lugar más seco del planeta. Por: Vivian Berdicheski. Fotos: Felipe Orrego



De forma tardía e inesperada fue el acercamiento de Felipe Orrego al mundo de la botánica. Vivió por más de una década en Nueva York, donde fue parte de la movida alternativa de los años 70. Allí conoció el desenfreno creativo que se vivía en el club CBGB, y fotografió el comienzo de Blondie, Los Ramones y Talking Heads. Amigo del percusionista William Winant y de Kim Gordon (Sonic Youth), estuvo en tertulias junto al poeta beat Allen Ginsberg.

Pero conoció a Carola Astorga, con quien se casó, y regresó a Chile a vivir a San Alfonso: rodeado de naturaleza, su flora y fauna lo fueron encantando primero como hobbie y luego como parte de un trabajo exhaustivo. “Tengo un jardín enorme y una colección de plantas gigantesca. Cuando estoy en Chile me paso en el cerro recolectando especies y fotografiándolas. Por mucho tiempo he sido un botánico aficionado, jardinero y fotógrafo de flores. Conocí a mi maestra Adriana Hoffman y el mundo de la flora nativa se abrió ante mis ojos”, cuenta el autor, un viajero nato, quien fue productor general del programa La Ruta de TVN.

En el libro Flores del Norte Grande se exhibe el registro fotográfico de 40 especies de flora endémica de la pampa y costa del Norte Grande, elegidas bajo criterios de rareza y atractivo visual. Plantas que difícilmente se puedan volver a ver, ya que su aparición es impredecible. La publicación va acompañada de ilustraciones y de textos de los botánicos Ana Flores y John Michael Watson.

El proyecto editorial, de 330 páginas, fue realizado con el apoyo de Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi y la Ley de Donaciones Culturales, y patrocinado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile. Además, contó con la colaboración del Museo Nacional de Historia Natural.

“Al principio estaba aterrado. Estas especies son lo más esquivas que hay, y difícilmente se puede aventurar acerca de lo que habrá en flor o no”, reconoce Orrego, en cuyo libro sobresalen hallazgos como metharme, una de las plantas más extrañas que logró fotografiar: “Tuvimos que manejar cientos de kilómetros hasta encontrar una pequeña población de esta especie, fresca y luminosa, en un lugar absolutamente árido y arenoso”, señala en sus notas de viaje. Pese a la complejidad de la aventura, el tiempo fue un aliado: “2012 y 2013 fueron abundantes en lluvias en la precordillera de las regiones de Arica y Parinacota, la de Tarapacá y la de Antofagasta. Esto permitió una abundancia de especies y una espectacular floración”. •••

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