Todo vale en el amor y en twitter | |||
POR NICK BILTON ilustración francisco javier olea Diario El Mercurio, Revista Sábado, 16 de noviembre de 2013 http://www.elmercurio.com/blogs/2013/11/16/17021/Una-leccion-de-Borges.aspx Justo en el centro de South Park, cerca del barrio financiero de San Francisco, hay una destartalada plaza de juegos con resbalines, escaleras y caños, todos abollados y maltratados. Pero para muchos en Silicon Valley esta plaza es terreno sagrado. Según la leyenda, fue aquí, en un ventoso día de 2006, que Jack Dorsey pidió burritos con dos colegas, se subió a un resbalín y, con su chaleco negro y gorro de lana verde, presentó su idea de un servicio de internet que permitiría a los usuarios actualizar su estado y compartir lo que estaban haciendo. "Esa plaza de ahí arriba es donde se me ocurrió la idea (de Twitter) por primera vez", dijo hace un tiempo Dorsey, cuyo actual uniforme es una camisa Dior y chaqueta negra de sastre. En Silicon Valley las ideas no fluyen de a poco. En cada cafetería, bar y conferencia tecnológica hay incontables fundadores de startups, desesperados por alardear de una aplicación o sitio que creen que será el próximo exitazo. Sin embargo, alrededor del 75 por ciento de las startups fracasa. Generalmente no es porque las ideas sean malas (aunque algunas ciertamente lo son), sino por una infinidad de otros problemas. O están adelantadas a su tiempo, o atrasadas. Algunas tienen demasiado dinero y colapsan bajo su propio peso; otras tienen problemas para recaudar el capital. Y otras implosionan debido al deficiente manejo y las peleas de los fundadores que no tienen experiencia en dirigir empresas. Para los que lo logran, el éxito a menudo se debe a una buena cuota de suerte. YouTube era una de las docenas de sitios para compartir videos que existían cuando fue comprado por Google en 1,7 billones de dólares. Instagram no fue la primera aplicación en iTunes para compartir fotos, y aun así Facebook pagó 1 billón de dólares por ella. Twitter no fue el primer lugar donde compartir un estado online, pero fue el más suertudo. Famosos se crearon cuenta, luego una reina, presidentes, organizaciones noticiosas y, por supuesto, Justin Bieber. Siete años después de ser fundada, la compañía de nombre atractivo tenía más de 2 mil empleados, más de 200 millones de usuarios activos y un valor de mercado estimado en 16 billones de dólares. Cuando haga su OPA, muchos de los cofundadores, empleados e inversionistas de Twitter se harán muy, pero muy ricos. Se cree que Evan Williams, cofundador que financió la compañía de su bolsillo durante su primer año, ganará más de 1 billón de dólares. Dorsey, director ejecutivo y cerebro putativo de la empresa, ganará cientos de millones. Pero en Silicon Valley, la suerte puede ser un eufemismo para algo más siniestro. Twitter no fue exactamente concebido en una plaza de South Park, y no fue solo idea de Dorsey. De hecho, Dorsey sacó a la fuerza al hombre que supuestamente fue el cofundador más influyente antes de que el sitio despegara, solo para ser más tarde desplazado en silencio de la compañía. Pero la suerte quiso que Dorsey fuera capaz de tejer una historia sobre Twitter tan convincente, que logró ponerse a sí mismo en el poder justo cuando la compañía estaba lista para entrar en la madurez. Las historias de comienzos tienden a adquirir una inmensa significancia en Silicon Valley. Steve Jobs abandonó el Reed College, viajó por el mundo, salió con Joan Baez y ayudó a crear una revolucionaria empresa de computación. Mark Zuckerberg hizo la programación inicial de Facebook mientras hacía un ranking de las mujeres más atractivas de Harvard en su pieza de la universidad. En Silicon Valley estas historias se conocen como "el Mito de la Creación", porque, si bien se basan en una historia real, omiten toda la conmoción y las ocasionales puñaladas por la espalda que vienen con la fundación de una compañía tecnológica. Y aunque todas las historias de orígenes contienen algunas exageraciones, la de Twitter se armó a partir de un número inusual de ellas. En 2005, Jack Dorsey era un desertor de la Universidad de Nueva York de 29 años, que algunas veces usaba una polera con su número telefónico impreso en el frente y un aro en la nariz. Luego de una temporada de tres meses programando para un grupo que realizaba tours en bote a Alcatraz, estaba viviendo en un pequeño departamento en San Francisco. Acababan de rechazarlo para un trabajo en Camper, la tienda de zapatos. Su suerte cambió una mañana cuando estaba sentado en el Caffe Centro de South Park. Cuando Dorsey levantó la mirada de su computador, se fijó en un hombre más o menos de su edad. Evan Williams, entonces de 33 años, era famoso en el mundo tecnológico de San Francisco. Unos años antes, había vendido a Google el servicio de diario web que cofundó, Blogger, una palabra que él hizo popular, por varios millones de dólares. Ahora Williams estaba dedicando parte de su dinero de Blogger a financiar una nueva compañía, Odeo, que hacía podcasts. Odeo fue cofundada por su vecino y amigo, Noah Glass. Resulta que sus cuarteles estaban justo a la vuelta de la esquina, a una cuadra de South Park. Williams había parado ahí para pedir un café. Dorsey, quien era tímido luego de lidiar con una dificultad de lenguaje en la niñez, encontró en internet la dirección de correo electrónico de Williams y le envió un mensaje para saber si Odeo estaba contratando. Poco después Williams lo citó a una entrevista. Él y Glass preferían a los agitadores antes que a los graduados de Stanford, y Dorsey, con su aro en la nariz y su pelo desordenado, parecía encajar perfectamente. Fue contratado inmediatamente como ingeniero freelance y se integró sin problemas; a menudo ganaba el premio semanal de la compañía y luego del trabajo pasaba el tiempo con sus nuevos colegas, especialmente con Glass. Hacían paseos en bicicleta por la ciudad o iban a conciertos y tomaban hasta altas horas de la noche, generalmente conversando sobre tecnología. Dorsey y Glass pronto se volvieron inseparables. Como muchos emprendedores de Silicon Valley, Glass no ponía un límite claro entre su trabajo y su vida personal. Los eventos sociales y las reuniones de trabajo eran indistinguibles, con los maridos y señoras que no trabajaban en tecnología obligados a escuchar las peroratas sobre bases de datos MySQL. Esta aproximación funcionó cuando Odeo estaba prosperando, pero se volvió más delicada luego de que Apple anunciara que agregaría podcasts a iTunes, con lo cual básicamente sacó a Odeo del mercado en una tarde. Para fines de 2005, Williams y Glass comenzaron a estar en desacuerdo sobre el futuro de la compañía. Williams, quien era conocido por ser lento en la toma de decisiones, estaba pensando si cerraba o no Odeo. Glass, por la otra parte, trabajaba incansablemente para sacar ideas de los empleados de Odeo, buscando la forma de hacer una transición hacia algo nuevo. Su estrés era aumentado por el hecho de que su matrimonio también se estaba desmoronando. Una noche a fines de febrero de 2006, a eso de las 2:00 de la mañana, Dorsey se sentó en el auto estacionado de Glass mientras la lluvia caía en el parabrisas. Los dos estaban pasando la borrachera luego de una noche bebiendo vodka y Red Bull. Dorsey le soltó que estaba planificando su estrategia de salida. "Voy a dejar la tecnología para convertirme en diseñador de moda", recuerda Glass que le dijo. También quería navegar por el mundo. Glass trató de hacerlo recapacitar: "Cuéntame qué más te interesa", le dijo. Dorsey mencionó un sitio en que la gente pudiera compartir su estado actual, la música que estaba escuchando o el lugar donde estaba. Dorsey se imaginaba que la gente lo usaría para publicar los detalles más simples sobre sí mismos, como "camino al parque" o "acostado", y así. Glass había escuchado antes la idea del estado actual de Dorsey, y no le impresionaba. Además, consideraba que la idea sonaba demasiado parecida a otras startups. Mientras escuchaba hablar a Dorsey, recordó más tarde Glass, él miraba por la ventana, pensando en su matrimonio fracasado y en lo solo que se sentía. Y entonces tuvo una epifanía. Este asunto del estado actual no era solo para compartir el tipo de música que estabas escuchando o el lugar donde estabas, pensó. Podía ser una conversación. No era para informar; era para conectar. Podría haber un negocio real ahí. A él ciertamente le gustaría ese servicio: sus noches solo en su departamento, solo en su oficina, solo en su auto, se sentirían menos solitarias con un flujo constante de conversación propagándose en la red. A la mañana siguiente, 27 de febrero de 2006, Dorsey y Glass entraron a una sala de conferencias de Odeo para hablar sobre la idea con Williams y Biz Stone, un colega de Odeo. Williams y varios otros ejecutivos llevaban semanas trabajando en una idea similar, pero la idea -una actualización de estado que pudiera ser usada para conectar amigos- sonaba más prometedora. Glass pronto se hizo cargo del proyecto, escribiendo guías y una lista de características de cómo funcionaría el sitio. Agregó elementos integrales, incluyendo que apareciera la hora, para que la gente pudiera saber cuándo se había compartido un estado. Stone comenzó a explorar diseños. Dorsey y otro programador, Florian Weber, hicieron la programación. Williams presionó por un diseño tipo blog que mostraba los mensajes pasados de la gente. Pronto apareció la pregunta de cómo bautizarlo. Williams sugirió en broma que se llamara "Acosador de Amigos". Glass se puso obsesivo, recorriendo un diccionario casi palabra por palabra, buscando el nombre correcto. Una tarde, solo en su departamento, tomó su celular y lo puso en silencio, lo que hizo que vibrara. Por un momento consideró el nombre "Vibrar", que descartó, pero que luego lo llevó a la palabra "twitch", crisparse. Ese también lo desechó, pero continuó por la sección de la Tw del diccionario: twist, twit, twitch, twitcher, twitchy... y luego, ahí estaba. Leyó la definición en voz alta. "El leve sonido de piar que hacen ciertos pájaros". Esto es, pensó. "Agitación o emoción; palpitación". Twitter. Algunas semanas más tarde, Williams tomó una decisión definitiva de seguir adelante con la iniciativa de Glass y Dorsey. "En términos de nuestros nuevos proyectos, Twitter me produce algo más fuerte", escribió Williams en un correo electrónico a Glass y un par de otros ejecutivos de Odeo. "Podríamos discutir mucho más, y posiblemente podría cambiar de opinión, pero creo que debo tomar una decisión en este momento, y mi instinto me tira hacia Twitter". Dorsey, todavía empleado de bajo rango de Odeo, no fue incluido en las discusiones ni en ese correo, pero pronto se volvió un ingeniero importante en el nuevo equipo de Twitter. Y en marzo de 2006, Dorsey envió el primer tweet, rápidamente seguido por Stone y Glass. (Finalmente, Dorsey decidió limitar los tweets a 160 caracteres, o el largo máximo de un mensaje de texto en un teléfono celular. Más tarde sería reducido a 140 caracteres). A medida que evolucionaba el nuevo servicio, sin embargo, la lucha de poder entre Williams y Glass, que se había estado cocinando lentamente en Odeo, se trasladó a Twitter. Glass, protector de su nueva idea y distraído por su divorcio, se estaba poniendo cada vez más tenso y ansioso. A Dorsey le confesó sus temores de que Williams lo quería sacar. Lo que Glass no sabía era que Dorsey era quien lo quería sacar. Tal vez porque lo sentía vulnerable o tal vez porque Glass era la única persona que podía decir que el actualizador de estado no había sido solo idea de Dorsey. Cualesquiera fueran sus razones, Dorsey se había reunido hacía poco con Williams y lo había amenazado con irse si Glass no era despedido. Y para Williams, la decisión fue fácil. Alrededor de las 6:00 de la tarde del miércoles 26 de julio de 2006, Williams le pidió a Glass que lo acompañara a caminar por South Park. Sentados en una banca, le dio a su viejo amigo un ultimátum: una indemnización de seis meses y un vesting de seis meses de sus acciones de Odeo, o sería despedido públicamente. Williams dijo que la decisión había sido solamente suya. Esa noche, un derrotado Glass se reunió con Dorsey en un bar cercano, donde bebieron hasta altas horas de la noche. Glass le contó el sufrimiento de su día. Dorsey se mostró atónito y culpó a Williams. Cuando terminó la noche, Glass abrazó a su amigo y se fue a casa caminando. Poco después Dorsey se convirtió en director ejecutivo de Twitter. Silicon Valley ha sido testigo de algunas de las mayores creaciones de fortuna de toda la historia de la humanidad. Según la Asociación Nacional de Capitalistas de Riesgo, las startups pueden recaudar más de 20 billones de dólares en capital de riesgo en un solo año. Para 2007, los capitalistas de riesgo de Silicon Valley estaban cambiando su foco de interés desde el consumidor y las empresas a las redes sociales. MySpace (entonces con S mayúscula) y Friendster dieron que hablar en el mundo de los adolescentes, y una compañía llamada Facebook, que había comenzado unos años antes, ya se estaba expandiendo por las habitaciones universitarias. Flickr, el sitio social de fotos, había sido comprado por Yahoo en casi 40 millones de dólares. Y mientras algunos afuerinos se burlaban del servicio de microblog de 140 caracteres que ofrecía Twitter, Williams, que hasta ese momento financiaba la compañía con sus propios recursos, tenía un historial con Blogger que le había ganado una sólida reputación. Un año después de que Glass fuera apartado, Williams consiguió 5 millones de dólares en capital de riesgo de un puñado de inversionistas, incluyendo a Fred Wilson, un poderoso socio de Union Square Ventures. A cambio de su inversión, los capitalistas de riesgo quieren, si no ganancias, al menos la promesa de que ellas llegarán en algún momento. Así que Williams necesitaba convertir rápidamente a Dorsey en un mejor administrador. La inexperiencia de Dorsey se notaba con frecuencia. Durante una reunión con Bradley Horowitz, ejecutivo de Yahoo, para una posible adquisición del sitio, Dorsey se sentó en silencio hasta el final. Luego dio una poco impresionante explicación sobre su visión de Twitter. A menudo trataba de actuar como si él tuviera el control, para dar la impresión de que sus acciones eran parte de un plan mayor, pero los empleados lo veían frecuentemente caminando frustrado por South Park. También se iba habitualmente a las 6:00 de la tarde para sus clases de dibujo, sesiones de yoga y un curso en una escuela de moda local. (Él quería aprender a hacer una falda evasé y, con el tiempo, jeans). Su vida social, antes prácticamente inexistente, se estaba convirtiendo en una distracción, y los capitalistas de riesgo lo rondaban en los partidos de béisbol en San Francisco y en fiestas por toda la ciudad. Bajo el mando de Dorsey, Twitter, que nunca había pasado realmente de ser un prototipo, estaba sufriendo graves problemas de infraestructura que regularmente hacían que el sitio cayera por varias horas. Una tarde de verano, Williams le dijo a Dorsey: "Puedes ser diseñador de vestuario o presidente ejecutivo de Twitter. Pero no puedes ser las dos cosas". Dorsey hirvió en silencio mientras Williams le echaba en cara sus reclamos. Pero su disputa puso en evidencia una diferencia mucho más profunda. Dorsey todavía creía que Twitter era principalmente un servicio a través del cual las personas podían hablar de sí mismas al actualizar su estado. A Williams le preocupaba que apelar simplemente al ego de las personas haría que Twitter fuera demasiado efímero. Tras ver cómo habían respondido los usuarios a una serie de eventos ese año, incluyendo un terremoto y un accidente automovilístico, él estaba llegando a una conclusión diferente, una que iba mucho más en la línea de lo que Glass había pensado inicialmente. Twitter era un servicio para que la gente hablara de lo que estaba sucediendo a su alrededor, para compartir noticias e información. Fue cuando Williams explicó este concepto -diciendo finalmente que Twitter se trataba de "lo que está pasando"-, que muchos en la industria, incluyendo aquellos que una vez lo habían mirado en menos, comenzaron a comprender su potencial. La conversación terminó de forma incómoda, pero Twitter estaba llamando tanto la atención que Dorsey y Williams no tuvieron más opción que trabajar, si no juntos, al menos uno al lado del otro. A menudo, ambos actuaban como presidente ejecutivo. En junio de 2008, cuando llegó la hora de volver a recaudar financiamiento, algunos inversionistas quedaron confundidos al recibir llamados separados de Williams, el presidente del directorio de la compañía, y de Dorsey, su presidente ejecutivo, algunas veces con minutos de diferencia. Finalmente, Williams decidió que el principal inversionista sería Spark Capital, que estaba invirtiendo 18 millones de dólares en la compañía. Bijan Sabet, un respetado socio, se uniría pronto al directorio. Inicialmente, Sabet y el capitalista de riesgo Fred Wilson, otro miembro del directorio, mostraron preocupación por algunas de las decisiones de Dorsey. Más allá de eso, se hizo evidente que no había respaldo de algunos componentes clave. Si el sitio se caía, datos importantes podrían perderse. Williams y Dorsey comenzaron a juntarse a comer cada semana para discutir los problemas, pero una noche Dorsey se puso a la defensiva. "¿Quieres ser tú el presidente ejecutivo?", le dijo abruptamente. Williams trató de evadir la pregunta, pero finalmente respondió: "Sí, quiero ser el presidente ejecutivo. Tengo experiencia dirigiendo una compañía, y eso es lo que Twitter necesita en este momento". Dorsey se fue a su casa a tratar de elaborar un plan para su renuncia, pero en lugar de eso el directorio de Twitter le ofreció un plazo de tres meses para arreglar el sitio y sus problemas. Sin embargo, nada cambió; las cuentas seguían aumentando y el sitio seguía cayendo. Antes de que se cumplieran los tres meses, recuerda Dorsey, Sabet y Wilson le dijeron que lo reemplazarían por Williams en la presidencia ejecutiva. Le ofrecieron acciones, una indemnización de 200 mil dólares y un cargo para salvar el honor como director "silente" de la compañía. Nadie en la industria tendría que saber que lo habían despedido. Pero Dorsey no tendría derecho a voto en la compañía. Estaba esencialmente fuera. El tiempo de la partida fue especialmente tenso. Durante semanas, Facebook había estado explorando la posibilidad de comprar la inexperta compañía. El día después de su desalojo, Dorsey llamó a Zuckerberg para contarle confidencialmente la noticia. Para sorpresa de Dorsey, Zuckerberg le preguntó si había forma de evitar el despido, tal vez para salvar el trato. Dorsey le aseguró que no había forma, y Zuckerberg cambió su plan de comprar Twitter por el plan de contratar a Dorsey. Mientras consideraba la oferta de Zuckerberg, Dorsey comenzó a pensar en las consecuencias. Un salto a Facebook podría efectivamente hacer pagar a Williams, sin mencionar que minaría la confianza de los inversionistas en Twitter. Pero la vergüenza de Twitter podría provocar que se filtrara la información de lo que realmente había sucedido. Más aún, le preocupaba la imagen de unirse a Facebook sin un cargo de importancia. ¿Se vería eso como un retroceso? "Sigamos conversando a ver si podemos encontrar la posición correcta para mí", le dijo a Zuckerberg. "Tengo que pensarlo". De todas formas tenía planes más importantes. En Silicon Valley no hay moneda como el acceso. El acceso a los capitalistas de riesgo puede darle a los emprendedores, como Zuckerberg, la posibilidad de ver crecer una compañía en cientos de miles de usuarios al día. El acceso a la blogósfera tecnológica y a la prensa puede ayudar a transformar un emprendimiento novato en un negocio multibillonario. Pero este acceso a menudo radica en tener narrativa: ser un empresario con la historia de creación correcta. Y Dorsey, una vez un chico tímido de St. Louis con problemas de lenguaje, demostró ser particularmente diestro en venderse a sí mismo. Luego de ser despojado de su poder en Twitter, Dorsey emprendió una campaña mediática para promover la idea de que él y Williams habían intercambiado roles. También comenzó a contar una historia más elaborada sobre la fundación de Twitter. En docenas de entrevistas, borró completamente a Glass de los inicios de la compañía. Cambió su biografía en Twitter a "inventor"; comenzó a excluir también a Williams y a Stone. En un evento, Dorsey se quejó con Barbara Walters de que él había fundado Twitter. Dorsey dijo a Los Angeles Times que "Twitter ha sido el trabajo de mi vida en muchos sentidos". También le quitó el crédito a Glass por el inusual nombre de la compañía. "Queríamos capturar ese sentimiento: la sensación física de que estás vibrando en el bolsillo de un amigo", le dijo al diario. La historia de Dorsey evolucionó con los años. Le dijo a Vanity Fair que la idea de Twitter databa de 1984, cuando él tenía apenas ocho años. Más tarde, explicaría que primero había presentado la idea, totalmente desarrollada, en una plaza de South Park. Durante todo este tiempo, Dorsey comenzó a perfilarse en la imagen de Steve Jobs, llamándose "editor" y adoptando un singular uniforme: una camisa blanca Dior, jeans y una chaqueta negra. En más de una oportunidad Williams consideró sacar a Dorsey de su puesto silente en el directorio. Pero temía el contragolpe en las relaciones públicas, así como lo que Dorsey podría hacer si era desterrado para siempre. Ambas posibilidades podían afectar la curva de crecimiento de Twitter. Con Williams, el número de usuarios, visitantes y cualquier otra medida relacionada con Twitter continuó duplicándose, triplicándose y cuadruplicándose. En 2007, las personas estaban mandando un total de cinco mil tweets diarios. Apenas dos años después, eran 35 millones de tweets. Las caídas del sitio finalmente disminuyeron. Si bien algunos famosos se unieron a Twitter durante sus primeros años, no fue hasta 2009, cuando se integró Ashton Kutcher, que el servicio dio un giro permanente hacia Hollywood. Poco después vino Justin Bieber, la reina Rania de Jordania y, finalmente, líderes mundiales como el Presidente Hugo Chávez y el Dalái Lama. Para entonces, Williams ya estaba rechazando las intenciones de comprar la compañía. Al Gore tentó a Stone y Williams una noche en San Francisco. Steve Ballmer, presidente ejecutivo de Microsoft, se acercó a Williams durante una cena en la casa de Bill Gates. En esta época, Williams invitó al directorio al inversionista de riesgo Peter Fenton, quien estaba desesperado por entrar a Twitter. (Su inversión de 21 millones de dólares situó el valor de la compañía en aproximadamente 250 millones de dólares). Antes de convertirse en inversionista, Fenton, como casi todos en Silicon Valley, creía que Dorsey, que se había vuelto la cara pública de la compañía, estaba involucrado en el funcionamiento diario de esta. Pero en una de sus primeras juntas de directorio, a comienzos de 2009, él sintió la tensión entre Williams y Dorsey. Luego de ello, Fenton llamó a Dorsey y le pidió que se reuniera con él cerca de su departamento. En el restaurante, Dorsey le dijo a Fenton que Williams lo había echado para quedarse con el poder y el control. Luego se quejó largo y tendido por la dirección reciente de la compañía. Fenton creía que a Dorsey, ahora un consentido del mundo tecnológico, le habían faltado el respeto. "No descansaré hasta que vuelvas a esa compañía", le dijo. A Dorsey le favoreció el hecho de que Fenton también estaba frustrado por la incapacidad de Williams de manejar el rápido crecimiento de la compañía. Twitter necesitaba contratar nuevos gerentes de tecnología, operaciones y finanzas, entre otros cargos de alto nivel, pero Williams no lograba decidirse. A menudo prefería elegir entre sus amigos, gente que él confiaba que no intentaría quitarle poder ni apurarlo en su lenta toma de decisiones. Así que a Fenton se le ocurrió la idea de traer, como asesor, a Bill Campbell, el ex presidente ejecutivo de Intuit y entrenador del equipo de fútbol de la Universidad de Columbia. Durante su primera reunión, el mensaje de Campbell fue excesivamente simple. Cuando Williams preguntó: "¿Qué es lo peor que puedo hacer como presidente ejecutivo para perjudicar a la compañía?", Campbell respondió: "¡Contratar a tus amigos!". Luego entró en una perorata de 10 minutos sobre por qué los amigos y los negocios no se mezclan. Williams escribía en su libreta. Se estrecharon las manos y acordaron juntarse una vez a la semana. Fenton quedó animado con la primera reunión, pero Williams ignoró el consejo. Él veía su éxito como resultado de mucho trabajo duro y también un poco de suerte, y quería darle a la gente que conocía la oportunidad de ser parte de eso. Contrató a su hermana para encargarse del abastecimiento de las cocinas en Twitter; su mujer, Sara, fue contratada para diseñar las nuevas oficinas; y empleó a numerosos amigos de Google. Entre ellos estaba Dick Costolo, que recientemente había vendido su startup en 100 millones de dólares. Tras encontrarse en una fiesta en 2009, Williams le propuso que fuera el gerente de operaciones de Twitter. En su primer día Costolo, ex comediante, posteó su primer tweet: "Mañana primer día completo como arrullador de Twitter. Tarea N°1: Debilitar al presidente ejecutivo, consolidar el poder". Para 2010 Twitter había crecido rápido, y la atención de su éxito se la estaban llevando Williams y Stone. Al mismo tiempo, algunos ejecutivos de alto cargo de Twitter se estaban frustrando con el estilo de dirección de Williams. Dorsey comenzó a reunirse con ellos para convencerlos de que le contaran al directorio que no estaban conformes. Pronto el directorio y Dorsey decidieron remover a Williams y traer nuevamente a Dorsey al día a día de Twitter. Para entonces, muchos inversionistas de Twitter creían lo que Dorsey les había estado diciendo a los medios durante los dos últimos años. Más importante, sabían que el público le creía. Él podría ser una efectiva cara pública de Twitter mientras Costolo llevaba las operaciones. El directorio estaba agradecido por los 25 millones que obtuvo Costolo en acuerdos con Microsoft y Google, y él se entendía bien con los empleados de Twitter. Se formó un pacto entre todos los inversionistas. Para fines de septiembre, se le informó a Costolo que él había sido escogido para ser director ejecutivo en forma interina. Williams estaba fuera. Dorsey estaba de vuelta. No mucho después de eso, Campbell le dijo a Williams: "El directorio quiere que dejes el cargo de presidente". Le explicó que su organización estaba generando un cuello de botella, un potencial desastre para un startup de la envergadura de Twitter. El directorio quería ver retorno de sus inversiones. Después, Camp-bell, quien según algunos en Twitter sabía del despido hacía algún tiempo, le contó que sería reemplazado por Costolo. Williams llamó a Costolo, que iba conduciendo a su casa desde el aeropuerto. Costolo le había pedido al directorio que manejara la destitución de Williams con tacto, para que no pareciera como que él lo estaba sacando. Ahora él estaba atrapado entre la lealtad y los negocios en el despido de su amigo y jefe, una posición que se había vuelto demasiado familiar en Twitter. Mientras manejaba, le contó que pensaba decirle al directorio que no aceptaría el cargo sin el consentimiento de Williams. Pero ya era demasiado tarde para eso. Por orden del directorio de Twitter, y con la ayuda de Dorsey, él ya había saboteado al presidente del directorio. Dos semanas después, el 4 de octubre de 2010, Williams salió de su oficina. A unas cuantas cuadras de distancia, Dorsey caminaba de un lado a otro en su oficina de Square, preparándose para su regreso. Tras la partida de Williams, Costolo erradicó los problemas de programación y de infraestructura que algunas veces sacaban a Twitter de la red. También comenzó a explorar sin descanso las formas de hacer rentable la compañía, armando un equipo de ventas expansivo de más de 400 empleados para vender una variedad de opciones de avisaje en Twitter. A fines del verano pasado, la compañía comenzó silenciosamente a ingresar los papeles para salir a la bolsa. El mes pasado, apenas unos días antes de que se anunciara la OPA, Noah Glass estaba caminando por el barrio Mission. Glass, que cayó en depresión luego de su despido, desapareció para sus ex amigos. Ahora vive en un departamento construido como refugio para terremotos, el que comparte con su novia, su pequeña hija y su perro Ewee. Mientras caminaba, dobló en una esquina y chocó con su viejo amigo Evan Williams. Tras un momento de perplejidad inicial, los dos hombres, ahora a principios de sus 40, conversaron amistosamente, recordando cómo una vez habían sido vecinos, luego amigos, luego cofundadores, todo a unas pocas cuadras de ese lugar. Quedaron de juntarse para tomar un café y luego cada uno siguió su camino. En Silicon Valley la mayoría de las compañías tiene su propia historia de Twitter: un cofundador, siempre amigo, y a menudo la persona con la gran idea tras la empresa, que es desplazado por otro cofundador más ambicioso. Ronald Wayne fue borrado de la historia de Apple a pesar de que fue un tercer cofundador de la compañía. Durante un tiempo, solo se les dio crédito a Chad Hurley y Steve Chen por inventar un servicio para compartir videos que más tarde se vendió a Google en cerca de 2 billones; sin embargo un tercer hombre, Jawed Karim, también tuvo la idea de YouTube. Snapchat, el último consentido tecnológico, está actualmente demandado por Reggie Brown, que fue desplazado de la compañía en sus primeros tiempos. Y, por supuesto, está Mark Zuckerberg, cuyo trabajo duro y reclamos de propiedad en Facebook terminaron en varias demandas y una película sobre sus supuestos engaños. Pero a diferencia de Facebook, Twitter sí fue realmente una colaboración; una idea que partió de una compañía de podcast fracasada y que apareció en el momento preciso. Si bien Dorsey tenía el gen, sin la colaboración de la gente que trabajaba en Odeo, la idea hubiera seguido siendo una idea. El hecho de que Glass se haya dado cuenta de que el concepto inicial podía ser adaptado para conectar a las personas con sus amigos tuvo importancia. Y el nombre que se le ocurrió indudablemente también ayudó. Sin Williams y Stone influyendo en su desarrollo con las lecciones que aprendieron de Blogger, tampoco habría despegado. Transformarlo en una compañía requirió el dinero de Williams, luego el de Wilson, Sabet, Fenton y docenas de otros inversionistas, sin mencionar a Costolo, que lo transformó en un negocio viable, y dos mil empleados que ayudaron a transformarlo en una de las redes sociales más grandes del planeta. Ese es el caso de toda compañía de Silicon Valley, aunque nunca se escuche en los mitos de creación. Dorsey ganará entre 400 y 500 millones de dólares cuando Twitter salga a la bolsa. Glass gana más o menos lo mismo que la secretaria de Dorsey en Square.
Un empleado de los primeros tiempos de Twitter solía decir que la compañía prosperó a pesar de sí misma, y en cierto sentido, es cierto. Si bien por años se supo que Twitter iba a ser tremendo, hasta hace muy poco no había certeza de que no fuera a ser el próximo MySpace o Friendster: grandes ideas que se transformaron en grandes fracasos debido a una mala dirección. Para muchos, eso solo comenzó a cambiar cuando la compañía se sintió como eso, una compañía. No está claro qué responsabilidad se le puede achacar a Dorsey por esto. Como dijo un ex empleado de Twitter: "El mejor producto que Jack Dorsey ha creado fue Jack Dorsey".
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