El programa es irrelevante...hasta que se comprueba una vez más el teorema de Lamarca: los gobiernos pasan y las cagadas quedan‏


Un destacado economista de la plaza,
que para no herir su prestigio
quedará innombrado,
se refiere a la irrelevancia conceptual
de los eventuales programas de gobierno
como excusa para no explicitarlos.

Está claro que un programa de gobierno 
no es un ejercicio intelectual solamente, 
sino, las más de las veces, es una especie 
de engendro perpetrado por conglomerados
que incluyen un cocktail político, orgánico y emocional.

Pero es también, qué duda cabe,
una necesaria e inevitable tarea:
la de informar cabalmente a la ciudadanía
acerca de los aspectos más relevantes
de un programa racional de gobierno, 
con lógica económica y coherencia política.

Que sea necesario 
toda una coreografía de equilibrios, 
balances, insinuaciones, 
aparte de otras menciones que éste conlleva, 
no es razón suficiente para descartar el programa a priori
el hecho de que usualmente se produzcan documentos 
que cumplen solamente funciones políticas (si es que), 
pero no conceptuales.

Las cosas no tienen por qué necesariamente ser así, 
ni tampoco es obligatorio evacuar un mamotreto
que sólo contenga propósitos propagandísticos y no intelectuales.  

Argumentar como prueba de su irrelevancia conceptual,
lo poco que una persona medianamente informada
retiene de un determinado programa
constituye un error de diagnóstico severo.  

Una candidatura con todo el tiempo del mundo 
incapaz de articular un programa coherente y consensuado,
bien pensado y ampliamente discutido,
constituye una manifestación
de una involución política grave,
reveladora de incapacidades profundas
que serían descartadas a priori
en cualquier país medianamente civilizado
que pretenda ser gobernado por
servidores públicos capaces y probos,
con visión, liderazgo e ideas,
y no una manga de oportunistas
reunidos en torno a popularidades
transitorias sancionadas por encuestas.

No es que exista muchas esperanzas
en dichos programas,
pero sus limitaciones, 
incoherencias surtidas
y ensaladas de ofertones varios,
son reflejo a nivel gubernativo
de que nadie, de capitán a paje,
es capaz de entender un texto escrito,
evaluarlo racionalmente
y extraer sus propias conclusiones.

¿Esa son las circunstancias que rodean
la elección más relevante y crucial
en casi un cuarto de siglo?

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