Non facciamo la confusione

"Los democristianos usan un lenguaje encantador para explicar sus contactos simultáneos con el PC y con Renovación. Dicen que hay que distinguir entre lo instrumental y lo gubernamental; o sea, conviene usar a una derecha en que militan ex funcionarios del Régimen militar, al mismo tiempo que se estrechan los vínculos electorales con el partido que valida la lucha armada como parte de su análisis histórico. Eso es lo instrumental; después vendría lo gubernamental, obviamente sin la presencia de RN ni del PC. Vaya negocio el que quiere hacer la DC..."
Gonzalo RojasSi lo dicen los italianos, expertos en administrarse a sí mismos en medio de altas dosis de caos, con mayor razón la expresión vale para la vida política en Chile. No conviene provocar una confusión total. No es sensato. Ya viene un salto al vacío con la inscripción automática y el voto voluntario. Nadie sabe qué diantres va a pasar, pero ciertamente algo muy importante va a suceder al expandir el padrón electoral y, simultáneamente, eliminar la obligatoriedad del voto. ¿Tiene sentido, entonces, acelerar otras reformas para que se apliquen todas juntas en una especie de reacción en cadena? No, no es prudente, confunde. Pero, además, la proposición de las directivas de RN y de la DC causa más confusión porque sugiere también una nueva estructura de alianzas. Los democristianos usan un lenguaje encantador para explicar sus contactos simultáneos con el PC y con Renovación. Dicen que hay que distinguir entre lo instrumental y lo gubernamental; o sea, conviene usar a una derecha en que militan ex funcionarios del Régimen militar, al mismo tiempo que se estrechan los vínculos electorales con el partido que valida la lucha armada como parte de su análisis histórico. Eso es lo instrumental; después vendría lo gubernamental, obviamente sin la presencia de RN ni del PC. Vaya negocio el que quiere hacer la DC. Lo curioso es que ambas confusiones, en su íntima relación, las previó, apenas tres meses atrás, el propio Carlos Larraín, al afirmar que "las personas tentadas de gatillar otro Big Bang político debieran al menos preguntarse por qué este punto de vista es impulsado con gran alegría desde la izquierda extrema". ¿Se lo preguntó ahora el presidente de RN? Pero no terminan ahí las confusiones: todas las restantes confianzas han sido remecidas. La de los electores, militantes y parlamentarios de RN en su propia directiva. ¿Quién es ahora la derecha boutique, Lily Pérez o Carlos Larraín? ¿Quién se acercará más al progresismo, la directiva o los ministros presidenciables del partido? La de la UDI en su socio. ¿El documento no es más que una demostración de audacia para mejorar la plataforma de RN en la conformación de plantillas electorales o marca una definitiva ruptura, aunque se pidan disculpas? La del Gobierno en su partido nuclear. ¿No habrá otras negociaciones en curso -ya lo sugirió Larraín en una oportunidad- para incorporar radicales a los ministerios, ya que el senador los considera miembros de un partido que sabe gobernar? Pero hasta ahí, por último, se trata de esas confusiones propias de nuestra chimuchina pública, aunque esta vez sean más chocantes que lo habitual. Lo más delicado es el fondo mismo del documento, sus confusiones esenciales. Primero, porque supone que los males de la política chilena tienen que ver más con el régimen que con las personas. Justamente por eso se equivoca Ignacio Walker al sostener que para Portales el principal resorte de la máquina era la autoridad presidencial. Hace ya 24 años que Alejandro Guzmán Brito mostró que era... la virtud. Segundo, porque aunque el documento asume los defectos y los problemas de la actual clase política, les entrega a las mismas colectividades hoy existentes la decisión de aprobar al Jefe de Gobierno. No, perdón, ni siquiera a los pocos partidos actuales, sino a esos otros muchos que -una vez reemplazado el binominal- participarán en la discusión con apenas uno o dos parlamentarios. Y junto a ellos, lo reconoce el propio documento, probablemente estarán los representantes de tribus, redes y modas. Si el texto es conservador o no, importa poco. Lo que sí interesa es aclarar el conjunto de confusiones mayúsculas que ha producido. Una confusión esencial del documento: creer que los males de la política tienen que ver más con el régimen que con las personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS