Chile, para algunos

ColumnistasMiércoles 30 de octubre de 2013
Para tontos, igualdad. Para pensantes, se acabó la libertad de los padres para elegir y de los emprendedores para ofrecer.
imprimir agrandar letra achicar letraGonzalo RojasYa conocemos el mamotreto de Bachelet, o más bien, su majamama. Para enfrentarlo, no hay tiempo que perder: la cuestión es de vida o muerte.
De muerte, porque Bachelet nos anuncia que va a promocionar el aborto de todos los niños que sean producto de una violación, o de una malformación, o de un supuesto riesgo para sus madres. Ella, hoy viva; ella, con el apoyo de otros que también están vivos, se dispone a despenalizar el crimen.
¡Qué fácil, qué suave, qué indoloro! No habrá niños recién engendrados que la enfrenten, que le enrostren con sus pequeños dedos esa política criminal, por lo que solo nos queda a los adultos jugarnos el pellejo ante tamaña brutalidad.
Y los que logren nacer, ¿a qué familia pertenecerán? Nos dice la candidata que convocará a un debate abierto para el posterior envío de un proyecto de ley sobre el “matrimonio igualitario”. Pero eso no sucederá: unos pocos grupos de activistas hablarán a nombre del pueblo; las agrupaciones pro familia serán consideradas fundamentalistas; el homomonio será presentado como una aspiración mayoritaria. Bachelet no quiere decir la verdad: promueve esas uniones porque no cree en la familia y nunca la ha practicado.
Es la cobardía de quienes se escudan en la fraseología, pero que nunca pueden contestar la pregunta básica: ¿cómo se hacen los niños, cómo los engendra y cría la naturaleza?
Por cierto, en consecuencia con esas políticas contrarias a la vida y a la familia, no podían faltar en el programa Bachelet los atentados a la educación: se anuncia que se pondrá fin a toda subvención a quienes obtengan una ganancia. No importa nada si el servicio que prestan es bueno o malo; lo que interesa es eliminarlos como oferta. El “Chile para algunos” queda perfectamente configurado: solo podrán recibir ayuda fiscal (o sea, de los impuestos que pagamos todos) los socialistas que formen colegios para lavar cerebros: la entrega de educación de calidad en el marco de un derecho social, lo llama Bachelet. Para tontos, igualdad. Para pensantes, se acabó la libertad de los padres para elegir y de los emprendedores para ofrecer.
Ya se sabe: nada es más ingrato para los socialistas totalitarios que las libertades de la vida diaria.
¿Usted esperaba de la DC una reacción enérgica en estas materias? Yo sí, yo mantenía la esperanza. Esperaba que ante una cuestión de magnitud colosal, ante la vida y la muerte, los cristianos demócratas recapacitaran y dijeran “Más vale fuera del gobierno que criminal”.
Pero, una vez más, es la desilusión, es la claudicación, es el fracaso de todas sus aparentes convicciones. Su presidente, Ignacio Walker, nos dice que el programa de Bachelet no es “una camisa de fuerza”, sino “una hoja de ruta”. En ese contexto, anuncia que defenderá el matrimonio heterosexual y que respecto del aborto le parece “sano que se debata sobre estos temas, y la DC siempre ha estado abierta; no hay vetos, no hay temas vedados”. ¿Sano? ¿Sano, un crimen de esa magnitud?
Por su parte, el senador Pizarro, ícono de su partido porque preside el Senado, nos asegura que “si hay una propuesta de matrimonio igualitario, yo la voy a respaldar”.
La cobardía de los poderosos se manifiesta de modos más grotescos mientras menos claman los indefensos. Es una gran debilidad del alma afirmar que se van a discutir estos temas entre los adultos vivos, mientras los niños por nacer irán al patíbulo por miles, y los niños nacidos no contarán con seguridad alguna para su futuro.
Ha llegado el momento de decirlo: quien vote por Bachelet simplemente ha renunciado a su impronta cristiana, a su proyecto de vida cristiana, a su destino cristiano.
Es la oportunidad de Matthei. ¿Sabrá marcar la diferencia?

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