Diario La Segunda, Jueves 03 de Octubre de 2013
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2013/10/03/la-memoria-historica-y-la-tv.asp
Vale la pena preguntarse por qué, después de 40 años, la memoria del Golpe Militar se mantiene latente. Este fenómeno cultural no ocurrió con la Revolución de 1891, donde murieron más de 10 mil chilenos y terminó con el derrocamiento y suicidio del Presidente Balmaceda. Las heridas cicatrizaron pocos años después de esta sangrienta guerra civil. ¿Será porque la Revolución del 91 fue un conflicto entre la propia oligarquía a diferencia del quiebre institucional de 1973 producto de la “lucha de clases”? ¿Será porque a los balmacedistas no se les violaron sus derechos humanos sistemáticamente por el terrorismo de Estado? Sin duda estas razones pesan, pero no explican del todo el fenómeno en cuestión.
Entonces, ¿por qué razón las heridas del pasado se mantienen abiertas? ¿Se debe a la coyuntura política de las próximas elecciones presidenciales? Muchos dirán que sí. En este sentido, a mi juicio, fue un desacierto la decisión de nominar a Evelyn Matthei para enfrentar a Bachelet, dado que una es hija de víctima y la otra de victimarios. De este modo, la lucha política entre ambas revive nuestra tragedia histórica. Además, el hecho de que la conmemoración se hiciera bajo un gobierno de derecha que busca desesperadamente no perder el poder obligó al Presidente a admitir los errores, las “complicidades” y “omisiones” del pasado. Sin duda, fue mejor pedir perdón que intentar explicar lo inexplicable. Además, dado que el propio Presidente Piñera busca ser reelecto, era fundamental para él demostrar su vocación democrática y su compromiso con la justicia, lo cual, como sabemos, agudizó aún más la contradicción vital del oficialismo entre demócratas y pinochetistas. No obstante lo anterior, a mi juicio, el profundo despertar de la memoria histórica en esta conmemoración se debió al papel jugado por los medios, especialmente por la TV.
A diferencia de la Guerra Civil de 1891, la cual quedó registrada en libros, el drama del golpe militar y la dictadura quedaron grabados íntegramente en forma audiovisual. Precisamente, el poder del lenguaje audiovisual es hacer presente el pasado. Así pues, las imágenes del Golpe son como fantasmas en pena, lo cual explica, en cierta medida, el tremendo impacto que provocó la cobertura de los 40 años. Por otro lado, para las conmemoraciones anteriores en democracia, Televisión Nacional prácticamente era el único canal que lo remarcaba en forma relativa. En esta ocasión, participaron todos los canales en una competencia desatada por conquistar el interés de los telespectadores. Hay que recordar que la TV actual vive y se alimenta del drama humano, por lo cual ningún canal estaba en condiciones de ignorar esta tragedia de nuestra historia.
El desafío no era menor. Era insuficiente repetir las imágenes de siempre para conquistar el rating. En este sentido, fue un golpe a la cátedra el hecho de que Canal 13 desempolvara su enorme archivo histórico para dar cuenta de cómo diariamente se fue gestando el Golpe de Estado. Anteriormente los programas de TV se habían centrado en denunciar las violaciones a los derechos humanos. En esta ocasión se introdujo una nueva temática: las causas del Golpe, buscando la mayor objetividad y neutralidad posibles.
El tema de la independencia y la credibilidad de los medios estaban en juego, en tanto constituyen la base para conquistar el rating. Los dueños actuales de la televisión no podían darse el lujo de entregar una visión unilateral. Para disgusto de los pinochetistas, la televisión en su conjunto puso en escena la otra cara de la moneda, cosa que no había ocurrido anteriormente. Bastó con que la historia no fuera analizada en términos de blanco y negro para que, de inmediato, se derrumbaran varios mitos y leyendas sobre las causas del Golpe.
Además del impacto que provocaron estos programas de gran calidad (por consiguiente, con buenos ratings), hubo otro actor que también marcó la diferencia con el pasado. Me refiero al efecto de resonancia que estos programas tuvieron en las redes sociales. Por primera vez la gente, el coro, constituido en esta plaza virtual que representa internet, pudo entregar su opinión y juzgar al respecto. Fue esta plaza virtual de ciudadanos la cual terminó deslegitimando la visión derechista sobre lo acontecido. Esto no significa que se haya legitimado la visión izquierdista. Significa que imperó el sentido común de no continuar intentando justificar lo injustificable. Así de simple.
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