¿Fuerza pública o fuerza del público? por William Porath


Diario La Segunda, miércoles 23 de octubre de 2013

Cuando Andrés Velasco estrenó el nombre de su nuevo movimiento político, Fuerza Pública, muchos pensaron en la policía. Pero lo público para el diccionario no sólo es la potestad de la autoridad, también lo es lo que es notorio para todos; lo que pertenece al pueblo; incluso son quienes van a un espectáculo. Seguro, el ex ministro querrá estar más cerca de la segunda y tercera acepción, pertenecer al pueblo y hacerse notorio para todos. En ese sentido, no es casual, este nombre tiene un gran parentesco con el concepto de Opinión Pública.

Las diferentes concepciones de opinión pública se mueven en torno a dos grandes visiones. Ambas parten del hecho de que su influencia final es determinar o criticar la manera como se está usando la potestad del Estado para dirigir la comunidad. Pero para unos es una especie de lugar, no físico, en donde se debate racionalmente; y para otros se la concibe como una amenaza que presiona sobre el individuo para que se someta a dicha opinión.
En esta segunda concepción, la investigadora alemana Elisabeth Noelle-Neumann construyó la teoría de la Espiral del Silencio: las personas sólo estarían dispuestas a manifestar abiertamente una opinión si estiman que ella no es impopular; de lo contrario, prefieren un cómodo silencio. Así, la opinión que lleva ventajas resultará aún más visible en el espacio público.

Y como el Estado dispone de la fuerza pública en uniforme, por así decirlo, para hacer cumplir sus resoluciones, las sociedades dispondrían de esta otra fuerza pública: la opinión dominante que obliga a la mayoría a seguir un cierto orden. Así, hoy en Chile es difícil para una persona normal manifestar abiertamente su apoyo a los partidos políticos, su confianza en el Parlamento o su esperanza en los políticos. La fuerza pública lo castigará con el aislamiento, una sanción que todo hombre casado sabe lo dura que puede llegar a ser.

¿Es posible cambiar el statu quo? Noelle-Neumann cree que la acción de una avant-garde —capaz de plantear públicamente nuevas ideas, aun en contra del “clima de opinión”— podría lograrlo. Pero ella hace una precisión: no se trata de llegar a ser mayoría, sino de ser percibidos como mayoría, para lo cual los medios de comunicación juegan un rol clave. Por eso las diferentes avant-gardes tienden hoy a recurrir al apoyo de publicistas, lobbystas y marketeros para “posicionar” su mensaje de manera convincente. 

Ya lo sabe, si asaltan su casa, llame a la policía; si atacan sus ideas, llame a un consultor de imagen.

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