Diario El Mercurio, Miércoles 23 de octubre de 2013
"Si usted es uno de esos papanatas que cree que en Chile nunca va a pasar nada (porque además tiene menos de 55 años y no vivió conscientemente la UP), dedíquele unos minutos a "El otro modelo", de los gurús de Bachelet..."
Una elección presidencial produce siempre algunos desconciertos y una que otra perplejidad. Buena cosa, porque eso ayuda a pensar.
Inmersos en la vorágine de los días normalmente trepidantes, los chilenos tenemos una oportunidad más de reflexionar cuando, cada 4 años, unos pocos compatriotas generosos se ofrecen para conducir la república. Esta vez son 9 las opciones, aunque en realidad son 12 las alternativas. Sí, porque a los candidatos se suman otras tres posibilidades legítimas: votar nulo, blanco o abstenerse.
Pero, con el paso de los días de campaña y a medida que van decantándose las ofertas de los postulantes, se van consolidando las reacciones de los electores, por lo que las opciones reales se reducen a solo tres: socialismo, humanismo, o no marcar preferencia válida. Al socialismo, en sus más variadas versiones, apelan al menos 7 de los candidatos.
Tengan o no programa, los socialistas-Bachelet, hasta el momento en que escribo, no logran articular su mamotreto como propuesta unitaria. Lo que cada una de esas postulaciones le propone al país es simplemente esto: yo, el candidato, y nosotros, mi equipo, sabemos lo que usted necesita; usted no lo sabe, usted ignora la gravedad de sus problemas y la radicalidad de las soluciones.
Al lector le pueden parecer exageradas estas afirmaciones, pero, ¿ha leído "El otro modelo", la obra canónica de los gurús de Bachelet?
Si no lo ha hecho, se aporta ahora una joyita que puede ayudar a entender por qué se afirma lo anterior: Sostienen los autores, todos ellos bacheletistas: "Cuando ciertas esferas de la existencia humana (como la salud o la educación) quedan entregadas al individuo y a su familia, el sentido de vivir en comunidad se pierde y el malestar aparece".
No le quitemos una coma a esa afirmación. Si usted es uno de esos papanatas que cree que en Chile nunca va a pasar nada (porque además tiene menos de 55 años y no vivió conscientemente la UP), dedíquele unos minutos de su intensa agenda profesional a meditar en las palabras transcritas. Que no sea yo quien le indique lo que significan; que no sea yo el que saque conclusiones. Alguna vez -ya está bien de frivolidades- concluya usted. Es cierto, eso sí, que puede presentarse una queja legítima: ¿Y al frente, para hacerle collera, hay una verdadera opción humanista?
Nos han dicho que la candidatura Matthei tiene un programa de centro, socialdemócrata, y la recomendación viene de cerca. Por cierto, nada que exprese esa concepción de la persona y de la sociedad puede concitar adhesión alguna de quienes entienden a cada chileno como un ser dotado de dignidad trascendente, con todas las consecuencias prácticas que esto implica en materias de vida, familia, vivienda, trabajo, educación, salud, recreación, etc.
¿Socialdemócrata el programa de la candidata de la Alianza? Si realmente fuera así, el 17 de noviembre no obtendrá más del 25% de los votos en primera vuelta, bajando a casi la mitad de las preferencias habituales de su sector. No son los intelectuales refinados los que piden una opción humanista. Son millones de personas sencillas quienes, con sentido común, miran a esa candidatura y, perplejas de nuevo, piden una explicación.
A poco más de tres semanas de la primera vuelta, quienes hoy quieren votar nulo nos preguntan a los que lo hicimos la vez pasada, cuando la opción Piñera nos pareció inadecuada: ¿debo hacer lo mismo?
Depende. Depende de que en las próximas semanas se explicite en la candidatura Matthei una opción auténticamente humanista, que dé esperanzas de un futuro no socialista para Chile. Si no, frente a dos males, que cada uno decida en conciencia cómo proceder.
Inmersos en la vorágine de los días normalmente trepidantes, los chilenos tenemos una oportunidad más de reflexionar cuando, cada 4 años, unos pocos compatriotas generosos se ofrecen para conducir la república. Esta vez son 9 las opciones, aunque en realidad son 12 las alternativas. Sí, porque a los candidatos se suman otras tres posibilidades legítimas: votar nulo, blanco o abstenerse.
Pero, con el paso de los días de campaña y a medida que van decantándose las ofertas de los postulantes, se van consolidando las reacciones de los electores, por lo que las opciones reales se reducen a solo tres: socialismo, humanismo, o no marcar preferencia válida. Al socialismo, en sus más variadas versiones, apelan al menos 7 de los candidatos.
Tengan o no programa, los socialistas-Bachelet, hasta el momento en que escribo, no logran articular su mamotreto como propuesta unitaria. Lo que cada una de esas postulaciones le propone al país es simplemente esto: yo, el candidato, y nosotros, mi equipo, sabemos lo que usted necesita; usted no lo sabe, usted ignora la gravedad de sus problemas y la radicalidad de las soluciones.
Al lector le pueden parecer exageradas estas afirmaciones, pero, ¿ha leído "El otro modelo", la obra canónica de los gurús de Bachelet?
Si no lo ha hecho, se aporta ahora una joyita que puede ayudar a entender por qué se afirma lo anterior: Sostienen los autores, todos ellos bacheletistas: "Cuando ciertas esferas de la existencia humana (como la salud o la educación) quedan entregadas al individuo y a su familia, el sentido de vivir en comunidad se pierde y el malestar aparece".
No le quitemos una coma a esa afirmación. Si usted es uno de esos papanatas que cree que en Chile nunca va a pasar nada (porque además tiene menos de 55 años y no vivió conscientemente la UP), dedíquele unos minutos de su intensa agenda profesional a meditar en las palabras transcritas. Que no sea yo quien le indique lo que significan; que no sea yo el que saque conclusiones. Alguna vez -ya está bien de frivolidades- concluya usted. Es cierto, eso sí, que puede presentarse una queja legítima: ¿Y al frente, para hacerle collera, hay una verdadera opción humanista?
Nos han dicho que la candidatura Matthei tiene un programa de centro, socialdemócrata, y la recomendación viene de cerca. Por cierto, nada que exprese esa concepción de la persona y de la sociedad puede concitar adhesión alguna de quienes entienden a cada chileno como un ser dotado de dignidad trascendente, con todas las consecuencias prácticas que esto implica en materias de vida, familia, vivienda, trabajo, educación, salud, recreación, etc.
¿Socialdemócrata el programa de la candidata de la Alianza? Si realmente fuera así, el 17 de noviembre no obtendrá más del 25% de los votos en primera vuelta, bajando a casi la mitad de las preferencias habituales de su sector. No son los intelectuales refinados los que piden una opción humanista. Son millones de personas sencillas quienes, con sentido común, miran a esa candidatura y, perplejas de nuevo, piden una explicación.
A poco más de tres semanas de la primera vuelta, quienes hoy quieren votar nulo nos preguntan a los que lo hicimos la vez pasada, cuando la opción Piñera nos pareció inadecuada: ¿debo hacer lo mismo?
Depende. Depende de que en las próximas semanas se explicite en la candidatura Matthei una opción auténticamente humanista, que dé esperanzas de un futuro no socialista para Chile. Si no, frente a dos males, que cada uno decida en conciencia cómo proceder.
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