La educación sí es un derecho


Cartas
Diario El Mercurio, Miércoles 19 de junio de 2013


Señor Director:

El debate educacional tiene ideas para todos los gustos. Y por eso, muchas veces es difícil llegar a acuerdos. Unos odian la libertad y les gustaría que el Estado controlara todo y desaparecieran las manifestaciones de enseñanza privada. Por otro lado, a través de las páginas de "El Mercurio", Axel Kaiser expresó ayer que la educación no es un derecho, sino un bien económico, y entiende a la sociedad como una mera abstracción.

Creer en la persona y sus posibilidades creadoras, estar convencidos de que la vida en sociedad contiene derechos y responsabilidades, promover los derechos de libertad y propiedad así como el derecho a la educación y el derecho a la vida es la consecuencia de convicciones muy profundas y no de respuestas emotivas o poco fundadas.

Es evidente que la educación nos puede hacer mejores personas, nos distingue de los animales, nos permite conservar la cultura humana y aspirar a una vida mejor. Por eso pensamos que la economía no es un fin en sí mismo, sino un medio para que las personas vivan mejor. Esto no significa promover el conflicto ni la decadencia, sino que el progreso y el acuerdo social.

Que exista el derecho a la educación no significa que los gobernantes puedan malgastar los recursos de todos, irresponsablemente, con aumento absurdo de impuestos y poniendo en riesgo el crecimiento económico. Tampoco es sumarse a las dictaduras socialistas que supuestamente han promovido los derechos sociales, cuando en realidad han conculcado las libertades y derechos de las personas.

La educación sí es un derecho. Debemos trabajar para hacerlo posible de la mejor manera en cada nivel en los distintos momentos históricos. Abandonar a cada uno a su suerte no parece justo ni sensato. Otra cosa es comprender que no hay tasas de impuestos absolutamente buenas o gasto público perfectamente adecuado. Eso queda entregado a la prudencia de los gobernantes y también de los gobernados, que deben estar siempre atentos a evitar un Estado que los asfixie, pero también conscientes de que no se debe volver a la ley de la selva. Es la manera más inteligente de aprovechar las posibilidades humanas, cuidar el desarrollo económico y también la estabilidad social y política.

Julio Isamit
Presidente 

Instituto Res Publica

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