"La tarea para las candidaturas de Longueira y Allamand, de la UDI y de RN, es convencer a esos millones de burgueses de que hay muchas cosas importantes en juego entre junio y noviembre..."
Gonzalo Rojas
Hay momentos en que las personas se juegan la vida. A veces, en otras circunstancias -o en las mismas-, son las instituciones las que están en el trance de sobrevivir o morir. Y hay instancias, pocas, en las que un país entero se enfrenta a esa encrucijada decisiva.
Cuando de las comunidades nacionales se trata, al enfrentar esos trances un número importante de sus miembros afirma, con total frivolidad, que no es para tanto, que en su país nunca pasa nada, que son unos exagerados los que hacen sonar las alarmas y lanzan bengalas de advertencia.
Quienes así hablan son o tontones o malulos, dulces palabras con las que suavizamos una realidad más grave: o estamos en presencia de gente muy poco inteligente o de personas realmente mal intencionadas.
A mediados de 2013, en Chile, son los tontones los que más abundan. Y son, en su mayoría, electores de la Alianza, aunque un grupo importante está entre los que votarán por Orrego en junio próximo. La mayoría de ellos pertenece a esos amplísimos sectores medios que van desde el empleado o técnico cualificado hasta el profesional universitario en ascenso. Ganan bien, disponen de significativo tiempo libre, opinan sin informarse, no leen casi nada, desprecian lo público por corrupto, en fin, hacen una vida silvestre, como en un limbo, aparentemente dueños de todo; una vida sin riesgos que supuestamente solo depende de ellos y de sus capacidades.
La tarea para las candidaturas de Longueira y Allamand, de la UDI y de RN, es convencer a esos millones de burgueses de que hay muchas cosas importantes en juego entre junio y noviembre. Ellos no lo creen, no lo sienten, no lo ven, pero lo sufrirán después, quizás demasiado tarde.
Es mucho lo que conservarán o perderán. Porque está en juego una visión de la historia de Chile, tema que a los electores de marras los tiene sin cuidado, hasta que un hijo les reproche haber sido ellos o sus abuelos violadores de los derechos humanos o capitalistas explotadores. Entonces se conmoverán, porque, ¿quién no se molesta si oye afirmar que su abuela fue una prostituta?
Porque están en juego todas las decisiones libres del presente, de ese tiempo que se actualiza en el día a día, dimensión tan propia del ciudadano normal. Aquí, ahora, hoy, ya, la educación y la salud, la ciudad y el descanso, los impuestos y el consumo, la moral y la religión, podrán concretarse del modo que cada uno quiera -a veces bien, a veces mal, pero libremente al fin de cuentas- o solo podrán tomarse aquellas decisiones que los iluminados socialistas que administren el Estado autoricen o indiquen.
Porque está en juego toda una mirada de futuro. El emprendimiento, el proyecto, eso es lo más propio del ciudadano libre y responsable. Esa proyección a tres, cinco o diez años plazo, esa es justamente la que todos los socialismos quieren secuestrar; ese es el subversivo despliegue de las potencias personales que tanto molesta a los burócratas, a los administradores del proyecto ajeno. No te compran el tiempo, como se lo ofrecieron a Momo: te lo roban abierta y descaradamente.
En la conciencia de esos millones de chilenos comon and corrient -así los llama un amigo que los conoce bien, aunque no domina la lengua inglesa- lo importante no es la Constitución, ni el modelo, porque esa gente no entiende de teorías, sino de decisiones concretas, diarias, acotadas.
Por eso, en gran medida, las elecciones de este año se van a resolver según las capacidades de unos y otros de convencer a aquellos, a los de a pie, sobre qué les conviene más: o ser dueños de sí mismos o pertenecer a ese "rebaño de animales tímidos e industriosos, cuyo pastor es el gobernante". Y lo dijo De Tocqueville, aunque nunca estuvo en Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS