Reflexión en Nochebuena...‏



No tengas miedo de no ir lejos,
sólo teme no avanzar.

No tengas miedo de no avanzar,
sólo teme retroceder.

No tengas miedo de retroceder,
sólo teme caerte.

No tengas miedo de caerte,
sólo teme no levantarte.

No tengas miedo de estar postrado
sólo confía en Quien todo lo puede
y que está ahí para levantarte.

¡Venid a mí los que estáis cansados y agobiados!

Ser felices con Dios
significa amar como Él,
ayudar como Él,
darse como Él,
servir como Él.

Ser felices con Dios
es dejarse amar por Él,
ser ayudado por Él,
acogerlo a Él
que no vino a ser servido
sino a servir, y necesita
de nosotros para
desplegar la abundancia
de su gracia y de su Amor.

Cristo quiere ser nuestro descanso,
por eso nos ha invitado 
a celebrar el domingo.

Jesús se hizo niño,
para que recuperáramos
la inocencia de los niños.

Para que volviéramos
a la santidad primera.

Cristo se hizo hombre
para que fuésemos sus hermanos.

Siendo hombre
vino a mostrarnos
cómo ser pacientes, humildes,
mansos, bondadosos y fieles
a la misión de amor encomendada.

Cristo se dejó clavar 
en una cruz
para liberarnos
de las ataduras del pecado.

Cristo, el Hijo Unigénito
vino a mostrarnos
la Misericordia del Padre
y el ardiente Amor 
del Espíritu Santo.

No nos cansemos de contemplar
aquel Nascimiento en Belén,
en adoración al Niño Dios
hecho Hombre.

Contemplando a su Madre
a su esposo San José,
a los humildes pastores en vigilia
y a los sabios reyes de Oriente
que se orientaron por la estrella,
el corazón se llenará de gozo y gratitud
y nos pondremos a cantar
con los ángeles y santos el Gloria
de aquí a la Eternidad.

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