Cartas
El origen de la vida
por Rafael Vicuña
Profesor Titular
Facultad de Biología
Pontificia Universidad Católica de Chile
Diario El Mercurio, Martes 02 de Octubre de 2012
En respuesta a una columna de opinión
del suscrito sobre el origen de la vida,
Álvaro Fischer ha reiterado
que la mayoría de los científicos
opina que la vida es sólo materia inerte
organizada de un modo particular.
No desconociendo
que hay sectores que así opinan,
puedo constatar que muchos investigadores
encuentran insatisfactoria esta explicación.
La discusión sobre este tema
en la literatura especializada
y en congresos científicos así lo demuestra.
Paradójicamente,
a pesar de los notables adelantos
que muestran las distintas ramas de la biología,
la comprensión holística del ser vivo
sigue siendo problemática.
En sus conferencias sobre «Qué es la vida»,
casi al promediar el siglo pasado,
Erwin Schrödinger hizo una invitación
a descubrir nuevas leyes de las ciencias naturales
que permitieran dar respuesta a esta interrogante.
El también premio Nobel Max Delbrück
fue aún más audaz, al sostener
que el análisis de los seres vivos
debía acometerse sin temor
de contradecir las leyes de la física molecular.
Pero estas nuevas leyes nunca se descubrieron
y nos hemos quedado con la constatación
de que si bien la vida obedece
a las leyes de la físico-química,
no es explicable sólo a partir de ellas.
Quizás la respuesta
la vamos a tener
cuando seamos capaces
de sintetizar vida en el laboratorio.
Pienso que una de las dificultades
en la comprensión de la vida
radica en que la ciencia
de los sistemas complejos
está aún muy inmadura.
El método científico tradicional
resulta insuficiente para abordarlos,
puesto que es de por sí reduccionista.
Este método ha sido, sin embargo,
muy efectivo para estudiar
algunos aspectos de la vida,
como las reacciones enzimáticas
y la expresión de la información genética.
Algunos creen que la situación se resuelve
asignándole a la vida el carácter de cualidad emergente.
Pero la emergencia,
que no es exclusiva de los seres vivos,
carece absolutamente de contenido explicativo.
No existe una ciencia de la emergencia,
por lo que afirmar que fenómenos
como la vida o la conciencia emergen
de fuerzas físico-químicas es no decir nada.
Los autómatas celulares
y otros sistemas semejantes
son aproximaciones válidas,
pero difieren radicalmente de los seres vivos.
Respecto de la participación
de un creador en el origen de la vida,
lo que le cuestiono a Fischer
es que el conocimiento de las leyes naturales
que nos explican el origen y la evolución del universo
y de la vida no constituye fundamento
para descartar la participación de un creador.
Del mismo modo,
invocar la participación de un creador
cuando no se comprende un proceso natural
representa también un error epistemológico.
En esta última falta incurre por ejemplo
la doctrina del Diseño Inteligente en Norteamérica,
como en su tiempo lo hizo el mismísimo Isaac Newton.
Fischer encuentra "curioso"
que habiendo yo afirmado
que la vida debe haber surgido
a través de una serie de etapas
de creciente complejidad,
siempre cumpliendo las leyes de la físico-química,
requiera la participación de un creador.
Nunca lo expresé en esos términos.
Reitero que
es solo saliéndose del plano científico
y adentrándose en la reflexión filosófica
que se llega al convencimiento
de la existencia de un Creador.
No como un requerimiento
para entender el origen natural de la vida,
sino para, en otro plano, darle un sentido
al orden que se observa en la naturaleza.
Es porque con humildad
pienso tener clara esta distinción,
que no logro ver el dificultoso embrollo
en el que según Fischer yo me encontraría.
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Comment:
El argumento de Álvaro Fischer
de que la mayoría de los científicos
opina que la vida es sólo materia inerte
organizada de un modo particular,
me recuerda la reacción de Einstein
ante «Hundert Autoren Gegen Einstein»
(Cien autores en contra de Einstein),
un libro publicado en Leipzig en 1931,
-en el contexto de un ataque
urdido por los nazis al físico
nacido en Alemania y de origen judío-
y en el que se compilaron
las opiniones de cien científicos
que contradecían las de Einstein
con el fin de desprestigiar sus investigaciones.
Cuando le consultaron a Einstein su opinión, respondió:
“¡Si yo estuviese equivocado, uno solo habría sido suficiente!”
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