Diario El Mercurio, Reportajes, Domingo 28 de Octubre de 2012
Buen día, soy el balcón de la Municipalidad de Santiago. Don Joe Black me cedió su columna de este domingo para poder dirigirme a ustedes.
Buen día, soy el balcón de la Municipalidad de Santiago. Don Joe Black me cedió su columna de este domingo para poder dirigirme a ustedes.
Se imaginarán lo que han sido estos últimos días para mí. Para nadie, ni siquiera para un balcón, es fácil que todo un país hable de uno. Se ha dado a entender que toda la política nacional gira en torno a quienes se van a encaramar encima de mí esta noche.
Como casi toda la gente cree que la elección la va a ganar mi actual inquilino Pablo Zalaquett, suponen que él va a invitar a su amigo Golborne a que lo acompañe a festejar y saludar a la gente desde aquí. Como si fuera una cábala. Porque hace cuatro años, el que estuvo alzando las manos en este sitio estratégico fue Sebastián Piñera y, meses más tarde, se convertiría en Presidente de Chile.
La Concertación se puso como loca con la polémica, porque por un instante imaginaron que serían Carolina Tohá y Michelle Bachelet quienes ocuparían mis estrechas pero vistosas instalaciones. En cambio ahora, cuando la ex Presidenta ni siquiera vendrá a votar, y las encuestas son esquivas, parecen sentir que la competencia por Santiago, la "madre de todas las batallas", ya no tiene gracia.
En algún momento, desde el Gobierno surgió la genial idea de que todos los prohombres de la Alianza se vinieran esta noche a apretujarse entre baranda y baranda. Que estuviesen Zalaquett, Golborne, Allamand, Larraín, Melero, Jovino, la Ena, Monckeberg ¡y hasta Chadwick! Y ninguno se preguntó por un segundo si es que eso es viable.
Déjenme decirles que no lo es, porque no los soporto.
No, no es que me caigan mal, lo que ocurre es que no me los puedo.
Desde el terremoto del 27-F que sufrí daños estructurales. Las autoridades partieron a reconstruir el país con toda prisa olvidándose de que la caridad debe partir por casa. Se olvidaron del fiel balcón de la Municipalidad de Santiago y yo estoy a punto de comprar una torta para cantarles el cumpleaños feliz por tercera vez a mis grietas. Y ahora, apuraditos, están tratando de repararme a tiempo para los cómputos.
Creo que ya es tarde. Si se tratan de subir, capaz que me yo me taime y empiece a crujir. Ahí los quiero ver.
Porque nadie se ha detenido a reflexionar qué pienso yo.
Peor aún, nadie se ha detenido a pensar en Joaquín.
¿Qué estará pensando Joaquín, dondequiera que esté? Si a alguien se debió considerar en toda esta discusión fue a Joaquín. Él es el verdadero dueño de este edificio consistorial. Él, más que nadie, más que cualquier otro político efímero y figurón, es a quien le duele con mayor desgarro esta polémica estéril.
Pobre Joaquín, él no se lo merece.
¿Qué? ¿Pensaban que hablo de Joaquín Lavín? No pues, no sean incultos. Hablo de Joaquín Toesca, obviamente, el arquitecto que me diseñó hace más de 200 años.
Perdónalos, maestro Toesca, no saben lo que hacen.
Estén atentos a lo que pase esta noche.
Yo soy el que tengo la última palabra.
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