Un gran paso para el hombre...bajarse del pedestal


por Rodericus

Diario El Mercurio, Día a Día, Miércoles 19 de Septiembre de 2012


Si bien de Neil Armstrong puede decirse con propiedad que estuvo en la luna, parece haber coincidencia en que fue un hombre con los pies bien puestos sobre la tierra. Según los juicios recogidos sobre su persona, todos concuerdan en que nunca se dio excesiva importancia, y resguardó con discreción y sobriedad su intimidad. Haber llegado literalmente tan arriba no mareó a este astronauta estadounidense. Supo conducirse con lucidez ante los acosos de la fama, y conservar la alegre humildad y suficiente distancia ante sí mismo, rasgos típicos de los que no pierden la razón y la serenidad cuando realizan algo digno de admiración.
Obviamente, la hazaña de Armstrong y de todos los que contribuyeron al éxito del Apolo XI es merecedora de todos los reconocimientos. A mi entender, sin embargo, más digna de elogio resulta la figura de Armstrong después de su proeza. Seguir siendo humilde cuando -entre comillas, por cierto- podría darse el lujo de no serlo, refleja reciedumbre de carácter y auténtica integridad. Bajarse voluntariamente del pedestal es una actitud maravillosa, sobre todo si no hay otros que quieran derribarlo de ese lugar.
Su "pequeño paso de un hombre" y su "gran salto de la humanidad" es casi una plegaria que testimonia también hoy su filosófico asombro ante la belleza de la creación.

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