por Eduardo Morales-Verdugo, MSc.
Diario El Mercurio, viernes 3 de agosto de 2012
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Aquí se agrega un pequeño comentario al respecto:
Hay un océano de diferencia entre un bosque y una plantación.
Las plantaciones de pino radiata y eucalipto que han reemplazado al bosque nativo, una superficie de algo menos de 119.000 hectáreas será "una gota de agua", pero tal vez la que rebalse el vaso, si consideramos que dicha superficie equivale a más de 600 veces las pocas hectáreas que conforman las reservas Los Queules y Los Ruiles, últimos parches de bosque nativo protegido de la zona costera de la región del Maule.
Desde el punto de vista de recuperación de la biodiversidad y la riqueza del suelo, no parece que las plantaciones de pino y eucalipto hayan sido pensadas y tenido el efecto de revertir el historial de degradación que partió desde la Colonia.
Nadie niega la contribución a la economía como producto exportable, pero bajarle el perfil a las externalidades negativas
y la falta de comprensión del medio natural dan como para pensar que habría que distinguir ingenieros forestales, entre los graduados en plantaciones o en bosques propiamente tales.
y la falta de comprensión del medio natural dan como para pensar que habría que distinguir ingenieros forestales, entre los graduados en plantaciones o en bosques propiamente tales.
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