Negocios: La última frontera



La potente reacción de la Cancillería argentina a la pretensión de una empresa norteamericana de quedarse con el dominio en internet.patagonia debiera ser un poderoso llamado de atención para las autoridades chilenas.
Por Gonzalo Sánchez, presidente Corporación Hacer Chile y socio de Silva & Cía.23/08/2012

© Latinstock
 Dos meses atrás, una empresa norteamericana de vestuario solicitó el top level Domain .patagonia, en el contexto del programa de nuevos generic Top Level domains (gTLDs) que impulsa la Internet Corporation for Assigned Names and Numbers (Icann). La idea es que éstos cumplan el rol que en su momento desempeñaron otros como los .com, .net y .org. De ser aprobado, este nuevo gTLD .patagonia le permitirá a esta marca una visibilidad y comercialización colosales gracias a esa expresión, en cualquier clase o servicio que  deseen, como turismo y ecología, entre otros.
Lo interesante del caso es lo que sucedió después: tan pronto Argentina se enteró de qué buscaba la empresa internacional,  reaccionó con alarma y anunció la presentación de una objeción inmediata ante Icann.
En su normativa, el organismo advierte que no es viable la solicitud de nombres de ciudades o países, a no ser que cuente con ciertos requisitos, como el apoyo o consentimiento del país o comunidad que pueda verse afectada. Pero dado que la Patagonia es una región -compartida sólo por Chile y Argentina-, queda sembrada una cierta ambigüedad sobre cómo se tratarán las “regiones”, lo cual requerirá que Icann haga una análisis jurídico fino, no descartándose la utilización de criterios políticos a la hora de resolver este caso.
Definitivamente, estamos ante una situación poco común, por no decir inédita.
Argentina, desde su  Cancillería, fue enfática en manifestar su objeción, señalando que bajo ninguna circunstancia aceptan la pretensión de la empresa norteamericana, ya que la expresión Patagonia corresponde a una región relevante a su comunidad y las provincias que la comprenden. Exactamente el mismo argumento debiera esgrimir Chile.
Más allá de las posibilidades de éxito de este caso, nuestro país debe levantar de inmediato la voz por una cuestión de principios e intereses permanentes. Mal que mal, al menos un tercio del territorio continental de Chile está ubicado en aquella área geográfica del Cono Sur americano.
Sin exagerar, a excepción del glaciar Perito Moreno y el monte Fitz Roy de nuestros vecinos, los principales atractivos de la Patagonia están en Chile: fiordos australes, selvas de imponente belleza, glaciares que caen al mar, las Torres del Paine, el estrecho de Magallanes, la cordillera de Darwin y el cabo de Hornos, hito de navegantes y Reserva de la Biosfera y los últimos pueblos aborígenes australes: kawéskar y yaganes.

Afortunadamente, la normativa Icann contempla mecanismos para que el gobierno chileno pueda hacer oír su voz. Pero dado que se trata de una situación relativamente nueva, podrían darse muchos escenarios, que van desde un uso compartido por Chile, Argentina y la empresa titular de la marca Patagonia, hasta un rechazo a la pretensión de la firma de monopolizar el dominio.
Chile no puede dejar de poner un grito en el cielo -en este caso en Icann- cada vez que surja un evento que debilite, aunque sea indirectamente, su posición en lo que a su soberanía se refiere. Sin complejos, debemos ponernos igual de gritones que los argentinos. Al menos para estos efectos.

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