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juegos olimpicos‏....CLASS70




Había toda una narrativa 
que iba preparando el Georgean Spirit
para lo que iba culminar 
en el Interescolar de Atletismo.

Comenzaba tímidamente
con un mes de anticipación
con los trabajos manuales al aire libre, 
en el que se empezaban a levantar 
incipientes construcciones más bien precarias
y en el que una muestra variopinta
de la imaginación y audacia 
de los alumnos del Saint George
quedaba de manifiesto.

Es así como se elevaba
junto al edificio de humanidades
una Torre Eiffel estructurada
con palos, o en la cancha de tenis
se podía apreciar un castillo 
de San Jorge con puente levadizo.

Junto al garaje y a la puerta
de salida de la 'school buses'
en la calle Los Estanques,
levantamos nuestro primer stand:
un Laberinto.

Al año siguiente, 
gracias a las gestiones
de Fernando Léniz
se nos ocurrió hacer un refugio.

El problema es que comenzamos
con demasiadas ínfulas, era muy grande.
Cuando habíamos terminado
las cuatro paredes, se nos 
habían acabado las planchas de cartón
por lo que en la noche del Pep Rally,
día del estreno del stand,
tuvimos que recurrir a una licencia
poética del gran Vicente Huidobro:
un techo agujereado de estrellas.

Un amigo de uno de mis hermanos
que conoció los peladeros georgianos,
se preguntaba cómo ganábamos tantos
campeonatos entrenando en un lugar
con tan pobre infraestructura.

Recuerdo que se le tenía que agregar
unos trozos de bambú para que
Cristián Errázuriz llegara a las alturas
a las que estaba acostumbrado.

Siempre he pensado que Arturo Costabal
estaba destinado a ser el sucesor,
y eventualmente el que quebrara el
record de Errázuriz, de no haber
llegado demasiado tarde
(para las olimpíadas de México 68)
el  estilo 'Fosbury', aquel que vino
a reemplazar el estilo ventral
aprovechando el impulso extra
del rodeo (fuerza centrífuga)
y la plasticidad del movimiento
y flexibilidad de la espalda,
en la que Arturo se destacaba
desde chico cuando hacía
el "puente" como nadie.

Es cierto que estaba el estadio San Jorge
en Los Domínicos, pero era muy 
difícil para los atletas encontrar
tiempo en la semana para ir a clases
y entrenar allá arriba, incluyendo
el lapso temporal que tomaban 
esos extensos traslados.

Está claro que con los stands, la caravana,
y sobre todo el Pep Rally,
con los patios iluminados
y llenos de vida entre los que
se podía apreciar desde un helicóptero
hasta una enorme marraqueta
con los nombres de los colegios
rivals (nos íbamos a comer a todos)  

Y, last but not least, estaba el show:
en que se presentaban humoristas
de aquel tiempo como Monicaco y Firulete, 
y artistas como los Red Juniors y Gloria Simonetti.

Los fuegos artificiales
estaban a cargo de Artemio Espinoza.
Con tanta parafernalia,
llegábamos al día siguiente al estadio
más encendidos que el propio dragón.

No hay mucho que agregar 
a la notable memoria de Pocho.

Bordalí esperando en los tacos
de la pista 1, en la posta de 4x100.
Al otro lado, en el tercer relevo
estaba Cánepa, el mejor corredor
en curva de esa distancia.

El dramatismo de los 1.500 steeplechase,
con el que solía concluir el torneo,
y de cuyo resultado más de una vez
dependía quién salía campeón.

Recuerdo que Bulnes iba liderando la prueba
al pasar el foso de la última vuelta, 
pero tropezó en la última valla.
El atleta del San Ignacio, colegio con el que
disputábamos aquella vez el campeonato
se aproximaba peligrosamente.

Me pongo en el lugar de Bulnes en el suelo,
mirando hacia las tribunas, contemplando
borrosamente una llama y el griterío 
enfervorizado de la barra.

De allí debió haber sacado fuerzas
para levantarse magullado y todo
y logró llegar primero, tal vez
porque pensó que si no lo hacía
el mismo dragón iba encender la pira
donde sería inmolado cual Juana de Arco.

Recuerdo que volvimos como un solo bloque
caminando por Pedro de Valdivia al colegio.
Allí en la terraza junto a las oficinas
del Father Huard y de las Misses de Preps,
el jefe de la barra completamente afónico
hizo un discurso más bien con señas.

Lo mismo Carmona.

Y después, haciendo la V de la Victoria
Robert "Winston" Pelton, C.S.C., el rector
declaró feriado al día siguiente,
con lo que la felicidad fue completa.

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