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Enersis y la otra linea roja




por Héctor Soto

Publicado en La Tercera, 18 de agosto de 2012
http://blog.latercera.com/blog/hsoto/entry/enersis_y_la_otra_linea
El mercado funcionó. Para satisfacción de algunos y enorme disgusto de otros. Está claro, sin embargo, que hay desencuentros o desfases entre lo que dice la ley, lo que aprecia el mercado y lo que siente la calle. Esto es típico en sociedades sometidas a fuertes cambios. Lo importante es que en este caso particular el superintendente cerró las brechas con buen criterio.

PUESTO QUE es difícil poner en duda la legitimidad de la operación de aumento de capital que Endesa intentó en Enersis, no es fácil encontrar de buena fe explicación al brusco descenso que experimentó el valor bursátil de los títulos de esta compañía. Endesa operó con la seguridad que le proporcionaba el consenso de tres informes en derecho emitidos por prestigiosos estudios de abogados. Pero igual el precio de las acciones se vino abajo. La mayor o menor paranoia de los analistas puede aplicar recargos y descuentos a la caída, pero lo que a estas alturas está fuera de dudas, despejada la polvareda de acusaciones y críticas de los primeros días, es que el mercado castigó los alcances del aumento de capital en la forma en que Endesa se propuso llevarlo a cabo.

Decir que el castigo fue impuesto en función de las desprolijidades de la operación en realidad es decir muy poco. Pasaran años antes que vuelva a anunciarse en el mercado chileno aumentos de capital tan mal formulados, tan mal fundamentados y tan mal comunicados. Sobre estos aspectos ni siquiera vale la pena hacer gran caudal.

Las leyes, la economía y la política

Pero más allá de lo que crean lo abogados -que juran que así se han hecho las cosas siempre y que Endesa en todo momento se atuvo a la pata de la ley- y más allá de lo piensen los economistas -que dan por hecho que recortando un poco las estimaciones del perito este aumento de capital pasará como por un tubo- lo cierto es que aquí estuvo en juego, y sigue estando, un problema que tiene contornos políticos. Así lo entendió el superintendente. Y, claro, usó su criterio. En buena hora: es algo que se hace poco y debería hacerse más en el Chile de hoy.

Es cierto que hay un desfase o desencuentro entre lo que dice la ley, lo que juzga el mercado y lo que piensa la calle. Estos efectos son típicos en sociedades en procesos más o menos drásticos de transformación. No todas las ruedas se mueven a la misma velocidad. Algunas se quedan atrás. Otras, peor, simplemente se trancan.  Es lo que ha estado ocurriendo en el país con la institucionalidad ambiental, por ejemplo. Ciertamente que el escenario es peligroso. Que hoy sea casi anecdótico, si es que no altamente sospechoso, que un proyecto eléctrico tenga la ley a su favor habla no solo de la fragilidad de nuestra institucionalidad ambiental. Habla también de la rapidez con que se devalúan las reglas del juego cuando pierden el respeto ciudadano y la legitimidad hasta en la cátedra.

Estirando la cuerda

En este caso es evidente que se estiró mucho la cuerda. El poder de Endesa es demasiado fuerte en el accionariado de Enersis; tanto, que lo coloca a solo seis puntos porcentuales del quórum necesario para hacer lo que le plazca o jugar solo a su favor. La magnitud de capitalización se sale de la escala histórica de la compañía. Su concurrencia a ese incremento con puras especies de difícil liquidez y avaluadas en casi 5 mil millones de dólares en el peritaje induce a cualquiera, más todavía a los minoritarios, a ponerse en guardia. Y se suma a todo esto un clima político y de negocios que, después de las movilizaciones del año pasado y después de La Polar, quedó objetivamente crispado. Si los espacios de confianza en la sociedad chilena ya eran estrechos, bueno, se redujeron todavía más. 

Es sano reconocerlo. En Chile todos andamos un poco pasados de rosca: los empresarios, los políticos, los directorios, los medios, los curas, las universidades, para qué hablar de la educación. Al menor topón, primero se grita y después se observa el daño. Por supuesto que sería mejor que volviera la confianza y la calma. Pero estos son los hechos y a partir de ahí, no de otra pista, es que hay que operar.

Allí donde otros se equivocaron, porque vieron solo una parte de la película y no la película completa, en esta vuelta las AFP rindieron satisfactoriamente el test. Se dirá que exageraron, que se sobregiraron, que pusieron el grito en el cielo cuando lo único que les correspondía era ponerlo en los oídos de sus socios, Endesa y los tenedores de ADR. Sin embargo, era lo que tenían que hacer si pensaban que la operación no era conveniente. Para eso están. En esta reacción no hay novedad alguna. Fue lo que hicieron las AFP en el caso Chispas y en la venta de Terra por parte de la Telefónica y en el conflicto posterior por la telefonía móvil. La ley obliga a las AFP a resguardar solo dos aspectos en sus políticas de gestión de los fondos previsionales. La seguridad y la rentabilidad. Menos mal,  no tienen margen para “carrilearse”, especular o hacer política ficción. Si la movida es conveniente y le agregará aquí y ahora valor a la acción o utilidades a la compañía, vale. Si no, no. Que otros trabajen para la posteridad, como lo hicieron las antiguas cajas de previsión comprando fundos en sur o construyendo salas de cine en el centro de Santiago que con el tiempo, supuestamente, iban a valer oro. Ya se sabe cómo terminó esa embriaguez. Los ahorros de los trabajadores no están disponibles para eso. Por ley.

Cuentas pendientes

Otro aspecto más: no nos saquemos la suerte entre gitanos. No es en absoluto improbable que en todo este episodio se hayan cobrado cuentas pendientes. Nada es tan puro ni tan clínico en el mundo de los negocios. En este plano, como en todos, cada cual carga con su propia cruz y su propia historia. La cosa es sin chistar. En las tintas cargadas contra Eugenio Tironi, por ejemplo, no hay un pelo de candor. Tironi, un desertor para los de allá, un aparecido para los de acá, ha sido extremadamente crítico de ciertos ritos, prácticas y viejas costumbres del mundo de los negocios y para mucha gente es un espectáculo reparador verlo pillándose los dedos. El mismo, defendiendo a ultranza su actuación como director de Enersis, reconoció en la entrevista a Reportajes del sábado pasado que se equivocó: no calculó la reacción del mercado. 

Si, hay un cuota de festín. En ningún caso, sin embargo, la suficiente para desviar el eje de lo central. ¿A quien le conviene este aumento de capital de Enersis? ¿Solo a Endesa o a todos los socios de la compañía? Y si le conviene a Enersis, ¿para qué efectos, con qué retornos y en qué condiciones?

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