El debate es todo nuestro


27 / Jul

Por Equipo Elpost

Equipo Elpost

La marihuana ciertamente genera efectos nocivos, pero hay que poner esto en sus correctas proporciones. El paracetamol también los tiene.
 
Al acceder a la información publicada por el gobierno a través de SENDA o a la que aparece en el prestigioso Manual Merk, se verifica que las características de neurotoxicidad, niveles de propensión a la adicción psicológica y física y niveles de tolerancia (requerimiento de dosis mayores cada vez), las drogas recreacionales legales (alcohol y tabaco) e ilegales (cocaína, heroína, pasta base, etc.) presentan peores índices que la marihuana, cuyo principio activo, el THC, ni siquiera tiene dosis letal.
 
Las publicaciones científicas serias al respecto abundan y estos prácticamente ya no son tema de debate, tal como no lo es el alicaído argumento de que el consumo de marihuana lleva al consumo de otras drogas. Esto tampoco tiene sustento científico alguno. Personalmente no conozco consumidores de marihuana que consuman otras drogas ilícitas. La mayoría de ellos ni siquiera consume alcohol. Corresponde mencionar, no obstante, que hay estudios en que los efectos de la marihuana en personas con esquizofrenia generan consecuencias nocivas.
 
Aun cuando se presentan los exóticos casos de adicción sicológica de marihuana, los tratamientos exitosos duran entre una y dos semanas. Y su uso médico es un factor adicional a su favor, no obstante, la discusión debe llevarse a su consumo como droga recreacional, pues son dos usos en contextos totalmente distintos. Nadie juicioso puede oponerse al uso de la marihuana en casos de necesidad de generar apetito y suprimir nauseas en enfermos de cáncer u otras enfermedades.
 
No conozco crímenes ni conductas delictuales relacionadas con el consumo de marihuana, salvo, claro está, el tráfico actualmente. Lo cierto es que la prohibición tiene raíces históricas culturales y económicas. Recomiendo la entrevista realizada al médico de la Universidad de Chile Sergio Sánchez en radio ADN.
 
En cuanto a la masificación del consumo, no parece lógico que la aparición de una nueva droga lícita genere un aumento sustancial de consumidores de drogas en general, sino más bien que se generen sustituciones. Actualmente, en la práctica no existen barreras efectivas entre un consumidor dado y la droga que desea. Al legalizarse su consumo y producción (masiva o personal), la marihuana probablemente invadiría nichos de consumo de otras drogas. Considerando tan solo lo indicado en los párrafos previos, y los devastadores efectos sobre la salud pública que actualmente el tabaco y muy especialmente el alcohol y la pasta base producen, esta sustitución conllevaría efectos positivos.
 
No tiene ningún sentido lógico que el alcohol sea una droga permitida y la marihuana no. Tampoco tiene sentido destinar recursos fiscales en aparatosos y publicitados operativos para desmantelar operaciones de comercialización de marihuana cuando, de ser efectiva una política represiva, es infinitamente más rentable para la sociedad dedicar esos recursos a combatir el tráfico y consumo de pasta base, por formular un ejemplo. No quisiera que mis hijos llegados a la adultez (ni mucho menos antes) accedan al consumo de drogas (menos el alcohol, una de las peores drogas duras). Si han de consumir alguna, preferiría que fuera la marihuana, en condiciones reguladas y controladas, como debe ser con cualquier droga lícita.
 
Por Gabriel Barrera
 
 
 
Foto Cobra verde Flickr © creative commons

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