por Sergio Gilbert
Diario El Mercurio, Viernes 03 de Agosto de 2012
Diario El Mercurio, Viernes 03 de Agosto de 2012
http://blogs.elmercurio.com/deportes/2012/08/03/donde-juegan-los-mejores.asp
Si no se da respuesta utilizando el simple argumento de la conveniencia económica, no se entienden las decisiones de la FIFA a la hora de plantear sus competencias internacionales.
El fútbol, como "producto vendible" -término acuñado por el cuestionado João Havelange a comienzos de su gestión- se ha transformado en el eje central de las determinaciones del organismo rector. Lo que no estaría mal si fuera el complemento de lo que es la base sustancial del fútbol: su competitividad; pero sí lo es cuando, como ocurre hoy, violenta esa base.
¿Cuál es la instancia donde juegan los mejores equipos? ¿Existe realmente? La respuesta no es fácil.
En la Copa del Mundo, la irracional participación de 32 países desvirtúa el concepto de la competencia entre los mejores. Pese a que la larga siguen ganando los de siempre, las selecciones de mayor tradición y las que lideran el fútbol mundial; la alta tasa de equipos que sólo busca participar -para obtener logros como pasar una ronda o ganar un partido-, degenera el fundamento de un torneo que, se supone, reúne a sus fuerzas más poderosas.
En los Juegos Olímpicos el problema se profundiza. La FIFA, con el objeto de no perder el control del negocio ante el Comité Olímpico Internacional (COI), inventó una fórmula en que la participación del fútbol termina siendo un híbrido de equipos que no jugaron ni jugarán nunca más como tales en cualquier competencia que no sea los JJ.OO.
Y mientras se deleita viendo a Usain Bolt (atletismo), Michael Phelps, (natación), Roger Federer (tenis) o al "Dream Team" (básquetbol), el fútbol se da el lujo de prescindir de Lionel Messi porque una selección argentina en la que él no podía participar por reglamento no tuvo la capacidad de clasificar.
El fútbol -y también el boxeo, que corre por el carril de un amateurismo inexistente- queda relegado a un rol secundario en la mayor fiesta deportiva mundial, disputando un torneo absurdo, irreal y que genera una atención muy relativa.
La nueva crisis de la FIFA -el "caso coimas" que afecta al propio Havelange y su ex yerno Ricardo Teixeira- volvió a demostrar la predilección del poder del negocio por sobre el rol competitivo del fútbol, que posee un valor en sí mismo. Y si se impide su evolución natural, se le va matando de a poco.
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