Diario El Mercurio, Lunes 06 de Agosto de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/08/06/dinero-y-elecciones-en-eeuu.asp

Es tanta la plata que circula en las elecciones estadounidenses, que no sorprende la intensa controversia que se ha dado por el uso (o no) de esos fondos, por el peligro de corrupción y por la ventaja que éste les da a quienes tienen -y aportan- más recursos.
Las donaciones políticas son permanentes y en grandes cantidades. Siempre fue así, pero este año los montos se han multiplicado y batido récords. Sólo en junio, Obama recaudó sobre 70 millones de dólares, y Romney lo superó, con 106 millones.
¿Qué cambió ahora? Muchos culpan a la Corte Suprema. Las leyes estadounidenses ponían límites a las donaciones individuales para un candidato, un partido o un "comité de acción política" (PAC). Estas asociaciones hacen propaganda sobre temas públicos, y pueden denostar a los rivales, aunque tienen prohibido pedir el voto para alguien en particular. Los nuevos "Súper PACs" reciben plata sin límite, incluida de empresas, tras dos fallos de 2010 -uno del más alto tribunal- que consideraron inconstitucional poner topes a las donaciones, porque éstos atentan contra la libre expresión e impiden materializar la libertad de pensamiento. La condición es no tener ningún vínculo con un candidato, y hacer público el nombre de los donantes. Gracias a eso supimos que Morgan Freeman, el actor de "Batman", dio un millón de dólares a un grupo pro Obama, y que un magnate de los casinos aportó 10 millones a otro a favor de Mitt Romney.
Lo complicado es que las normas no siempre se cumplen. Me surgen dudas sobre la independencia de Priorities USA Action, el principal "Súper PAC" de Obama, al saber que lo dirige su ex asesor comunicacional. Y me parece obvio que se incumple el requisito de revelar los nombres de los donantes cuando un grupo de acción cívica, que no tiene esa obligación, hace un aporte a un "Súper PAC".
Martin Gilens en su libro "Affluence and Influence", publicado hace unos días por la U. de Princeton, presenta un estudio que abarca encuestas entre 1964 y 2006, y demuestra que los puntos de vista de los más ricos ( affluents ), efectivamente logran imponerse en más ocasiones que aquellos de los de menores recursos. Sin embargo, como todo tiene matices, en ciertos períodos electorales o de mayor competencia partidista, se tiende a satisfacer al electorado general -dice-, y no sólo a los grupos de influencia.
Quienes se preocupan por el excesivo protagonismo del dinero, porque temen que el pago de favores y la corrupción se adueñen de la política, y que la desigualdad e inequidad se profundicen por la falta de participación, están en todo el espectro político, desde republicanos a demócratas, y en ambos extremos. Hay quienes prefieren más regulaciones; otros, al revés, creen que éstas crearon el problema. Ambos tienen razones; lo clave es que comparten el mismo objetivo de equilibrar la influencia de todos los ciudadanos y defender la libertad.
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