Ya lo decía San Pablo,
“Para que la grandeza
de las revelaciones no me envanezca,
tengo una espina clavada en mi carne,
un ángel de Satanás que me hiere.
Tres veces pedí al Señor que me librara,
pero él me respondió: «Te basta mi gracia,
porque mi poder triunfa en la debilidad».
Más bien, me gloriaré
de todo corazón en mi debilidad,
para que resida en mí el poder de Cristo.
Por eso, me complazco en mis debilidades,
en los oprobios, en las privaciones,
en las persecuciones y en las angustias
soportadas por amor de Cristo;
porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte. [1]
Lo precario de la humanidad
ha sido su verdadera fortaleza. [2]
Donde crece el peligro crece lo que salva. [3]
El pensamiento será más riguroso,
el corazón más entusiasta,
el coraje mayor,
cuando nuestra fuerza flaquee… [4]
[1]. Segunda Epístola del apóstol San Pablo
a los cristianos de Corinto 12, 7-10.
[2]. Elogio a la melancolía, Armando Roa Vial.
[3]. Patmos, Friedrich Hölderlin
[4]. Antiguo poema anglosajón
conmemorando la batalla de Maldon,
citado por Freeman Dyson en uno de sus libros.
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