por Francisco José Folch
Diario El Mercurio, Revista de Libros,
Domingo 17 de junio de 2012
Dícese que el gran pintor Ingres sentía más orgullo y satisfacción por sus ejecuciones en violín -su gran afición- que por su labor pictórica, a la que debía su celebridad mundial. De allí el refrán sobre "el violín de Ingres".
Y éste viene a cuento a propósito del cardenal Medina. No hubo virtualmente cargo egregio alguno que no le fuera conferido en la jerarquía eclesiástica chilena y vaticana. Sus categóricos y fundamentados planteamientos despertaban adhesiones, refutaciones y controversias vehementes. El 19 de abril de 2005, el planeta entero contempló expectante su aparición en el balcón de San Pedro, cuando como Protodiácono del Colegio Cardenalicio anunció al mundo Habemus Papam, tras la elección de Benedicto XVI.
No habría extrañado a nadie que en las horas apacibles de su retiro surgiera de su intelecto alguna maciza obra de teología o doctrina. Quizá ella se incube o aguarde, pero, entretanto, el cardenal Medina ha sorprendido con un libro en que recolecta ¡más de un millar de refranes!, además de casi un centenar y medio de dichos.
Explica en su introducción que siempre lo ha impresionado la sabiduría que ellos expresan, invoca sus precedentes en las Sagradas Escrituras y el Quijote, y previene que la colección que presenta "tiene un objetivo muy modesto" y "no pretende competir con otras obras bien conocidas y mejor documentadas".
Sin pretensión, pues, pero no sin valor. Efectivamente, hay numerosos otros compendios similares en nuestra lengua y en otras, pero éste tiene el interés de recoger buen número de aquellos "en uso en la primera mitad del siglo XX" chileno, por lo que no los registran aquéllos. Como ejemplo, baste el refrán N° 784: "No me molesta que me diga 'curita de Chincolco', sino el tonito con que me lo dice". Desde esa perspectiva, un ameno aporte a la filología nacional.
Ordenados alfabéticamente por su palabra inicial, en rigor recolecta no sólo refranes (contracción de referirán; esto es, "dicho agudo, discreto, famoso, que debe pasar de padres a hijos, que no debe olvidarse; en una palabra, que debe referirse", dictamina el clásico lexicógrafo Roque Barcia), sino también proverbios ("sentencia que ha pasado al dominio de todo el mundo, como si fuese lengua propia de cada cual", id.) y adagios ("ad agendum apta, sentencia propia para obrar", id.). Cada uno lleva adjunta una sucinta explicación de su significado, que -como el autor advierte- no siempre será ya saber general en el siglo XXI.
A todo evento, para el lector común, una grata lectura que puede tomarse y dejarse en cualquier página, con la certeza de que en todas encontrará algo que mueva a una reflexión, o incluso a una sonrisa.
Y una curiosidad inevitable: ¿en qué minuto de su pletórica vida tuvo tiempo el cardenal para dedicarse a éste, su violín de Ingres?
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