Hacia un Santiago de calidad mundial


Noticias del cerro grande

por Miguel Laborde 

Diario El Mercurio, sábado 26 de mayo de 2012

Es una buena noticia. En pleno cerro San Cristóbal incluyeron a la Casa Anahuac como hito visitable en el Día del Patrimonio, en este otoño lento cuando todavía las hojas no han caído y el esplendor de la estación es un lujo de amarillos, ocres y naranjos. Esa construcción está junto a un sendero de flora nativa. Uno puede visitarla y luego seguir por ese paseo de cerca de 200 metros hasta un mirador.
Valor de la arquitectura moderna de Chile, esta casa cultural es creación de Carlos Martner y fue donada por el gobierno de México. Discreta, pero resuelta, sobria y consciente de su poder, es una de las mejores obras de Martner y tiene toda la poética de los años 60, cuando arquitectos como Duhart, Labarca, De Groote y el propio Martner descubren que Chile posee, en sus piedras de desiertos y cordilleras, un inmenso capital de texturas, tonos y formas que, como en Italia o en Mar del Plata, pueden darle carácter a una arquitectura, calle o ciudad entera.
Se puede caminar, también, desde la Anahuac hasta el mural de Chile y México, realizado por la hermana del arquitecto, María Martner, quien lo hizo con piedras que coleccionó en todo el país; ahora se anuncia su pronta restauración -por decoloramiento, e incluso pérdida de algunas piezas-, lo que es otra buena noticia.
Ella construyó ese monumento, de 28 metros de largo y siete de alto, siguiendo un proyecto de Juan O'Gorman, el mismo que hizo las célebres casas-taller de Diego Rivera y Frida Kahlo en Ciudad de México.
Carlos y María Martner García, "descubridores de las piedras chilenas", eran amigos de Neruda e intervinieron "La Chascona", al pie del cerro, la que se distingue -precisamente- por el uso sensible de este material.
Los Martner García tenían unos tíos maternos que llegaban desde el norte con grandes alforjas, polvorientas, de donde sacaban toscas piedras que traían a Santiago para analizar; ricas en oro. Carlos y María, niños asombrados entonces, dedicaron su vida a ellas.
Él, siendo ya arquitecto, nos humanizó el San Cristóbal cuando proyectó la piscina de Tupahue -muy bien situada como mirador de la cordillera-, con su bellísimo roquerío en medio del agua.
Como excursionista adolescente -según ha declarado-, había descubierto que las piedras están vivas, que a veces mueren de frío y se abren, como frutas heladas. Su sensibilidad con el tema es clara en Anahuac, centro cultural que es un lujo para la capital, en el que se han presentado varias cantantes jóvenes latinoamericanas, cuartetos de vientos con flauta, ciclos de cine, grupos de jazz... con público que, en muchos casos, hace uso de la estación vecina del teleférico, dejando los autos en Pedro de Valdivia Norte.
Martner acaba de terminar una obra más, cerca de medio siglo después: un anfiteatro que hizo con el arquitecto Humberto Eliash e inspirado en la poesía de Neruda, para el cual el Parque Metropolitano anuncia una programación permanente desde este año; está en un punto excepcional, que deja ver tanto el norte como el oriente de Santiago. Es la tercera buena noticia.
Allá arriba, con vista a la ciudad y a la cordillera, era un escenario que faltaba; se lo merecía la ciudad, en uno de los parques urbanos más grandes del mundo.
Para conocer a Juan O'Gorman, el arquitecto del mural:http://bit.ly/InPOXx
 Datos
 La casa Anahuac, obra de Carlos Martner, es un hito visitable en el Día del Patrimonio.
 El vecino mural de Chile y México se hizo con rocas de todo el país.
 El nuevo anfiteatro Pablo Neruda tiene una privilegiada vista de Santiago oriente y norte.

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